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4. LA POLÍTICA COMO ARTE<br />
«........los hombres se convierten en mitos<br />
no por lo que sepan, ni siquiera por lo que<br />
logren, sino por las tareas que se fijen.»<br />
H. A. Kissinger<br />
«¿No es acaso la política el arte de colocar<br />
las quimeras en su lugar? ¡No es posible<br />
hacer nada serio si uno se somete a las<br />
quimeras!, pero, ¿cómo hacer algo<br />
grande sin ellas?»<br />
De Gaulle, en conversación con André Malraux.<br />
La verdadera fortaleza de los individuos se mide en las situaciones extremas, y<br />
la guerra constituye uno de esos momentos críticos en que el drama colectivo<br />
irrumpe en la vida de cada persona, planteándole exigencias radicales y definitivas.<br />
Esto es tanto más cierto en nuestro tiempo cuando la guerra ha perdido todo<br />
elemento lúdico y el espíritu del juego ya ha dejado de ejercer cualquier efecto<br />
restrictivo en las dimensiones y el sentido mismo de la destrucción y la matanza: «De<br />
hecho —escribe Caillois— cuando el pueblo es admitido en el combate, la guerra<br />
debe necesariamente dejar de ser un juego, un torneo y un desfile. Se hace seria» 57 .<br />
La Segunda Guerra Mundial fue una guerra «seria»; el sentido del juego, que es<br />
auto-control, moderación, sometimiento a reglas, aceptación de la valía moral del<br />
adversario, se vino por los suelos. Sólo quedó la pasión del combate y el<br />
enfrentamiento feroz entre enemigos irreconciliables.<br />
Para los líderes, las exigencias de una guerra no son tan sólo presiones<br />
sicológicas; el reto principal para un líder en guerra es no perder el sentido de la<br />
proporción, establecer un equilibrio entre sus ideales y ambiciones y sus medios para<br />
lograrlos, armonizar su visión del mundo y de su puesto en la historia con el sentido<br />
de la finitud de la vida, ya que sólo la muerte desconoce toda regla, e insiste en<br />
ganar siempre.<br />
No basta entonces para un líder establecer una relación armoniosa entre<br />
política y estrategia, entre el fin y los medios; hace falta algo más profundo dentro de<br />
la guerra moderna que es capaz cada día de generar mayor destrucción. En tales<br />
condiciones, lo que puede mantener a un líder apegado a lo humano, a pesar de la<br />
confusión, el apasionamiento y la incertidumbre del hecho bélico es su moderación,<br />
su control de sí mismo y su conciencia de lo lúdico como factor que posibilita el<br />
triunfo de la vida sobre la muerte.<br />
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57. R. Caillois: La Cuesta de la Guerra, F. C. E., México, 1972, p. 69.<br />
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