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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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Yo conocía su realidad, pero la misma no alteró mis convicciones de la manera en<br />

que debía haberlo hecho» 42 .<br />

Las sucesivas crisis políticas y militares que culminaron en la invasión<br />

hitleriana a Polonia y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, fueron los peldaños<br />

a través de los cuales Churchill retornó del desierto político para liderizar a su país<br />

en un combate mortal. En el verano de 1939 el clamor del público y la prensa para<br />

que Churchill fuese incluido en el gabinete británico llegó a un punto muy alto. Si la<br />

guerra era inevitable, el viejo guerrero debía estar allí para enfrentarla. Churchill,<br />

como lo expresaba un importante diario londinense, era un estadista que «poseía un<br />

inigualable conocimiento práctico de los problemas cruciales que presenta la guerra,<br />

en especial en el campo de la estrategia». En Septiembre de 1939 Churchill regresó<br />

a su antigua posición de Primer Lord del Almirantazgo, y en Mayo de 1940, en medio<br />

del calor de la batalla de Francia, fue nombrado por el Rey Primer Ministro. Al fin<br />

había llegado la hora. Churchill tenía entonces sesenta y seis años, pero estaba lleno<br />

de vigor y en plena posesión de sus facultades intelectuales y de su legendaria<br />

capacidad de trabajo, sintiendo al mismo tiempo que toda su vida pasada había sido<br />

«la preparación para este momento y este reto... Pensé que sabía mucho acerca de<br />

todo esto y que no fallaría» 43 .<br />

Desde su nueva posición de poder, Churchill se auto-designó Ministro de la<br />

Defensa con autoridad ejecutiva, lo cual le permitía mantener un control mucho más<br />

directo sobre las diversas ramas de las fuerzas armadas y la estrategia general de la<br />

guerra. Churchill tenía acceso directo a los altos jefes militares británicos, cuya<br />

función consistía en asesorarle sobre la factibilidad de las operaciones militares<br />

propuestas. De esta forma, Churchill logró algo que fue imposible para Lloyd George<br />

durante la Primera Guerra Mundial: unidad y uniformidad en la dirección estratégica<br />

superior de la guerra. Desde luego, su poder estaba sometido a los controles<br />

institucionales de un régimen político democrático. Como él mismo lo dijo,<br />

comparando su situación con la de sus dos más importantes aliados: «El período de<br />

mando del Presidente (de Estados Unidos) era fijo, y sus poderes no sólo como<br />

Presidente, sino también como Comandante en Jefe eran casi absolutos de acuerdo<br />

a los términos de la Constitución norteamericana. Stalin... ciertamente era<br />

todopoderoso en Rusia. Ellos podían ordenar; yo tenía que convencer y persuadir, y<br />

estaba feliz de que así fuese» 44 . De hecho, Churchill imponía su voluntad mucho<br />

más gracias a la argumentación que a la imposición; nunca se cansaba de discutir, y<br />

era capaz de ceder en sus puntos de vista si encontraba un opositor que tuviese la<br />

persistencia de demostrarle dónde estaba el error. En una oportunidad Churchill<br />

describió su método con una de sus hermosas frases: «Todo lo que quiero es que se<br />

acepten mis deseos luego de razonable discusión.»<br />

____________________________________________________________________<br />

42. W. S. Churchill:The Fall of France, ob. cit., p. 37.<br />

43. W. S. Churchill: The Twilight War. Cassell, London, 1969, p. 239.<br />

44. W. S. Churchill: Assault from the Air, Cassell, London, 1964, p. 53.<br />

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