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No obstante, Hitler y los líderes militares alemanes concibieron la invasión a la URSS<br />
como una campaña «Blitzkrieg» similar a las de 1939 y 1940. Más aún, en las etapas<br />
de planeamiento, el proyecto «Barbarroja» careció de las características de las<br />
anteriores operaciones «Blitzkrieg». La dispersión de las fuerzas alemanas en tres<br />
teatros de guerra: occidental, en el Mediterráneo y en el este, y la magnitud de las<br />
fuerzas soviéticas, despojó a la Werhmacht de la superioridad, o, como mínimo,<br />
paridad de fuerzas con las que había ejecutado otras campañas. Por otra parte, la<br />
decisión de avanzar a lo largo de tres sectores de un frente muy amplio impidió a los<br />
alemanes alcanzar el mismo grado de concentración de fuerzas que habían logrado<br />
en Polonia y Francia. La enormidad del teatro de operaciones redujo los efectos del<br />
ataque combinado de tanques y aviones, factor clave de la «Blitzkrieg», ya que las<br />
distancias imponían una mayor dispersión. Finalmente, los prejuicios raciales y la<br />
guerra ideológica hitleriana dificultaron aún más la de por sí difícil tarea de ganar<br />
simpatías en un pueblo que veía su territorio invadido por extranjeros. En Rusia,<br />
Hitler no podía contar con ningún tipo de «quinta columna» pro-nazi. El exceso de<br />
confianza de Hitler se puso también de manifiesto en su escaso interés de informar a<br />
sus aliados. Japón e Italia, sobre el ataque, y de implicarlos activamente y asegurar<br />
su efectiva colaboración.<br />
Lo más sorprendente de todo lo relacionado con «Barbarroja» es la<br />
comprobación de que a medida que se acrecentaba la disparidad de fuerzas y<br />
aumentaba la complejidad de los planes para la campaña, los alemanes reducían el<br />
tiempo establecido para conquistar sus objetivos. El primer estimado, hecho en Julio<br />
de 1940, cuando todavía parecía que los objetivos eran limitados, fue de cinco<br />
meses. Marcks estimó una duración máxima para la campaña de diecisiete<br />
semanas. Paulus, al mismo tiempo que dispersaba las fuerzas, redujo el período a<br />
diez semanas. En Abril de 1941, Brauchitsch resumió así las perspectivas: «Masivas<br />
batallas fronterizas deben esperarse con duración de hasta cuatro semanas.<br />
Posteriormente, sólo habrá que afrontar ligera resistencia». Cecil no se equivoca al<br />
afirmar que ya en vísperas de la invasión a la URSS, una especie de «locura<br />
colectiva» parecía haber poseído a los líderes alemanes 98 . Quizá algunos intuían<br />
que los riesgos de «Barbarroja» la convertían en una aventura descabellada.<br />
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98. R. Cecil: ob. cit., p. 129.<br />
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