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El Estado Mayor alemán se había convencido desde 1890 que no era posible<br />
obtener un triunfo rápido ante Rusia en el frente oriental, por lo tanto se hacía<br />
necesario concentrar inicialmente el grueso de las fuerzas contra Francia en el frente<br />
occidental. La evolución gradual del plan dirigido a derrotar a Francia en seis<br />
semanas fue fundamentalmente la obra del Conde Schlieffen, Jefe del Estado Mayor<br />
alemán entre 1891 y 1906. Su proyecto comprendía la concentración de las fuerzas<br />
alemanas en el flanco derecho, ante Bélgica y Holanda, para descender contra<br />
Francia en una clásica maniobra envolvente y capturar París. Los flancos central e<br />
izquierdos del despliegue alemán permanecerían provisionalmente débiles, y sólo<br />
algunos contingentes serían enviados al frente oriental para contener a los rusos, los<br />
cuales serían destruidos después de la caída de Francia.<br />
El «Plan Schlieffen» tomaba en cuenta, aunque sin resolverlos, dos riesgos: en<br />
primer lugar, la posibilidad de una rápida ofensiva general rusa, que se materializase<br />
antes de la derrota de Francia; en segundo lugar, la posibilidad de una penetración<br />
francesa a través del flanco izquierdo alemán en occidente, que era relativamente<br />
débil. Schlieffen confiaba en la capacidad de sus fortificaciones para contener esos<br />
ataques, hasta que su maniobra principal dislocase totalmente al ejército francés.<br />
El sucesor de Schlieffen, general Von Moltke, alteró algunos de los detalles del<br />
plan redactado en 1905, mediante la cancelación de la ofensiva a través de territorio<br />
holandés y el fortalecimiento del flanco izquierdo alemán. Luego del fracaso de 1914<br />
Von Moltke fue duramente criticado por estos cambios, pero lo cierto es que el<br />
mismo Schlieffen había experimentado cambios crecientes sobre sus proyectos de<br />
ataque, a medida que comprendió la verdadera magnitud de los problemas<br />
logísticos, de aprovisionamiento y movilización de tropas que sólo había resuelto en<br />
abstracto. De hecho el éxito del plan dependía de numerosas suposiciones acerca<br />
de las posibles reacciones del adversario y dejaba de lado importantes<br />
consideraciones logísticas. De acuerdo al historiador británico Edmonds, los<br />
proyectos de Schlieffen «eran arrogantes y se basaban en un injustificado<br />
menosprecio de sus adversarios. Alemania no poseía suficientes tropas para<br />
llevarlos a cabo y deben por lo tanto ser juzgados severamente, como errada<br />
estrategia» 4 .<br />
En 1913 el general Joffre, jefe del Estado Mayor Francés, adoptó el así<br />
llamado «Plan XVII», que postulaba una ofensiva para penetrar el supuesto sector<br />
central del despliegue militar alemán y paralizar las comunicaciones del ejército<br />
enemigo. Sus fundamentos eran los mismos que los del Plan Schlieffen: la<br />
importancia de la ofensiva estratégica en una guerra corta, y se distinguía por su<br />
exaltado espíritu ofensivo. En sus órdenes, el general Foch, otro de los jefes militares<br />
franceses, enfatizaba que «Todos los ataques deben ser llevados hasta el límite con<br />
la firme resolución de ir hacia el enemigo y destruirlo con las bayonetas...., aún al<br />
precio de sangrientos sacrificios. Cualquier otra concepción es contraria a la<br />
naturaleza misma de la guerra» 5<br />
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4. J. E. Edmonds: A Short History of World War I, London, 1951, pp. 910, 17-18, 26.<br />
5. Citado por Rolf, ob cit, p. 229<br />
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