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Comunista vestido de mariscal, dictador envuelto en su treta, conquistador con aire<br />
bondadoso, Stalin cambiaba sus rostros, y a pesar de la pasión áspera que<br />
transparentaba en ocasiones, lo hacía con cierto encanto tenebroso» 13 . La calidad<br />
literaria de esta página de De Gaulle supera a muchas otras escritas sobre Stalin; sin<br />
embargo, el enigma permanece. ¿Que había detrás del rostro inescrutable, de la<br />
mirada fija en atenta y tensa observación de la figura imperturbable del todopoderoso<br />
dictador cuyas órdenes movilizaban a una vasta masa humana en una avasallante<br />
empresa histórica?<br />
Lenin y Trotsky eran políticos revolucionarios como Stalin, pero eran más que<br />
eso: eran hombres de una amplia cultura, con una personalidad humana e intelectual<br />
polifacética. De Lenin sabemos que escuchaba con deleite la Appassionatta de<br />
Beethoven, que leía a Tolstoi y valoraba su amistad con Gorki. Su ascendiente sobre<br />
los demás era espontáneo y se basaba en el reconocimiento de una superioridad<br />
intelectual y del impacto de su fe revolucionaria. Trotsky poseía, de los tres, la<br />
personalidad humana más rica y compleja. La amplitud de sus intereses intelectuales<br />
se manifestaba en múltiples terrenos que iban desde la crítica literaria hasta la teoría<br />
militar. En Stalin sólo encontramos, aparentemente, un monótono acrecentamiento y<br />
un implacable ejercicio del poder. Mas el retrato que dibuja De Gaulle contiene un<br />
trazo que revela otros rasgos: Stalin era un «comunista vestido de mariscal», un<br />
«dictador envuelto en su treta» un «conquistador con aire bondadoso»; en otras<br />
palabras, Stalin era un actor de la política y no sólo un actor político, y ¿quién sabe si<br />
quizás jugaba con fruición sus papeles en el inmenso escenario histórico que le toco<br />
vivir? George Kennan, y también Djilas, que tuvieron la oportunidad de observar a<br />
Stalin desde cerca, coinciden en hablar de él como «un actor consumado» 14 Tal vez<br />
esa misma habilidad histriónica, esa capacidad para representar un papel, explique<br />
en parte la apariencia de impersonalidad que trasmite Stalin.<br />
En el verano de 1941 Roosevelt envió a uno de sus más íntimos<br />
colaboradores a Moscú a ver a Stalin. Así describió Hopkins su visita: «Ni una sola<br />
vez se repitió. Stalin hablaba con fuerza... Me recibió con unas breves palabras en<br />
lengua rusa, sin frases vanas ni gestos inútiles, sin ningún tipo de afectación. Uno<br />
hubiese creído que le estaba hablando a una maquina perfectamente coordinada, a<br />
una máquina inteligente. José Stalin sabía lo que quería, y lo que Rusia quería, y<br />
suponía que usted también lo sabía... Sus respuestas eran rápidas y precisas, como<br />
si las hubiese tenido listas desde hacía años... Nadie hubiese podido olvidar la<br />
imagen de dictador de Rusia mientras me miraba partir: silueta austera, ruda,<br />
resuelta, con botas que brillaban como espejos, un pantalón ancho y grueso y<br />
camisa bien ajustada. No portaba ninguna insignia, ni militar ni civil....Stalin no<br />
parecía tener ninguna inquietud» 15<br />
___________________________________________________________________-<br />
13. Charles De Gaulle:Mémoires de Guerre, Le Salut,Plon, París 1959, pp.73,74<br />
14. George Kennan:Russia and the West under Lenin and Stalin Little Brown,NY, 1960, p.248<br />
15. Citado por Emmanuel D’Astier:Sur Staline La Guilde du Livre, Lausanne, 1967, pp. 91,92<br />
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