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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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En Francia y su Ejército, de 1938, dice que: «toda la virtud del mundo no puede<br />

prevalecer contra el fuego» 18 ; y su concepción se confirmó durante su experiencia<br />

como líder de la «Francia Libre» durante la Segunda Guerra Mundial, la cual le<br />

demostró que: «La diplomacia, bajo convenciones formales, sólo conoce<br />

realidades», pues «en los asuntos entre Estados, la lógica y los sentimientos pesan<br />

menos que las realidades del poder; y lo que verdaderamente importa es aquello que<br />

se toma y que uno sabe preservar» 19 .<br />

Para De Gaulle la política era por sobre todo la creación y la acción del<br />

Estado; De Gaulle no utilizaba categorías como «conflicto de clases» o «grupos de<br />

presión», o «partidos». A su modo de ver, los verdaderos y legítimos actores<br />

políticos eran las naciones, «Francia» y «los franceses» no este o aquel partido o<br />

agrupación. Esos conceptos podían referirse a entidades abstractas, pero para De<br />

Gaulle se trataba de realidades tangibles La nación era una entidad cultural e<br />

histórica cuya unidad fundamental estaba por encima de cualquier otra<br />

consideración. El «gaullismo» fue una posición y no una ideología política, una<br />

actitud y no una doctrina; era en el fondo tan indefinible como las nociones de<br />

«gloria» y «grandeza» que proclamaba; sus contornos conceptuales no estaban<br />

claros y sin embargo generaban una fuerza política concreta, fundamentada —y allí<br />

estaba su vigor y sus limitaciones— en el carisma de De Gaulle No podía haber<br />

«gaullismo» sin él, y su idea de la política era inseparable de su visión del líder, del<br />

jefe. El «Estado», al cual en tantas ocasiones apeló De Gaulle, era de hecho él<br />

mismo, y en sus Memorias, hablando de sí mismo en tercera persona, escribió que<br />

«Con De Gaulle se alejaban [cuando dejo el escenario político en 1946] ese hálito<br />

que viene de las alturas ese espíritu de triunfo, esa ambición de Francia que sostiene<br />

el alma nacional. Cada francés, cualquiera que fuese su tendencia, tenía en el fondo<br />

el sentimiento de que el General encarnaba algo primordial, permanente necesario<br />

enraizado en la Historia, y que el régimen de partidos no podía representar» 20 . ¿Un<br />

orgullo desmesurado? quizás, pero basado en hondas convicciones, y respaldado<br />

por los hechos.<br />

Si la política es la acción del Estado personificada, la guerra es la continuación<br />

de esa política estatal que no cambia su naturaleza sino sólo los medios a través de<br />

los cuales se expresa. Por lo tanto, también en la guerra es esencial la calidad de los<br />

jefes: «la inteligencia, el instinto, la autoridad del jefe hacen de la guerra lo que ella<br />

es. ¿ Y qué son esas facultades sino la personalidad misma, sus recursos y su<br />

poder?... La preparación para la guerra es ante todo la preparación de los jefes, y es<br />

posible decir literalmente, que a los ejércitos y pueblos dotados de jefes excelentes<br />

todo lo demás les será dado por añadidura 21 .<br />

____________________________________________________________________<br />

17. De Gaulle: Vers..., ob. cit. p 33<br />

18. Charles De Gaulle'- La France et son Armée, Pión, Paris, 1937, p. 131<br />

19. Citado por De Roux, ob. cit. p 97<br />

20. De Gaulle: Le Salut 1944-1946, Pión, París, 1973, p. 334.<br />

21. De Gaulle: Le Fíl..., ob. cit., p. 34.<br />

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