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Históricamente tiene poco sentido preguntarse: «qué habría pasado si...», pero lo<br />
cierto es que el plan de Churchill de atacar a través de los Balcanes —una idea que<br />
siempre acarició con extraña fruición—, en lugar de suponer (como tendían a hacerlo<br />
los norteamericanos) que la única o principal vía de invasión del continente tenía<br />
necesariamente que ser Francia, hubiese tenido, una vez materializada, enormes<br />
consecuencias para el resultado político de la guerra. Con esta maniobra, asumiendo<br />
que hubiese tenido éxito, Churchill podría haber cerrado el paso de los soviéticos<br />
hacia Europa Central. Pero éstas son tan sólo especulaciones, y la consideración del<br />
plan de Churchill tiene verdadero sentido como muestra de su talento estratégico,<br />
fecundo en concepciones brillantes, pero también impaciente, tendiente a la<br />
precipitación y la aventura. A pesar de las enormes diferencias en temperamento e<br />
ideas políticas, son muchas las similitudes entre Hitler y Churchill como estrategas.<br />
Si bien no es fácil verlo de esa forma luego de tantos años, y del éxito final que<br />
acompañó esa política, una de las decisiones más aventuradas de Churchill en los<br />
primeros meses de la guerra fue acoger a De Gaulle, brindarle apoyo irrestricto y<br />
promoverle como el campeón y legítimo representante de los intereses de Francia.<br />
De Gaulle fue una personalidad extraordinaria, pero sin la ayuda de Churchill su gran<br />
misión de rescatar a Francia de la derrota y la humillación no habría encontrado un<br />
asidero real. Y así lo reconoce De Gaulle en un pasaje de sus Memorias de Guerra:<br />
«como gran político [Churchill] siempre estuvo convencido de que Francia era<br />
necesaria, y como excepcional artista fue siempre sensible al carácter de mi<br />
dramática misión... sin él, mi tentativa habría sido vana desde el principio...» 49 .<br />
Churchill sostiene en su historia de la guerra que encontrándose en Tours, en las<br />
improvisadas oficinas de Reynaud, Primer Ministro francés, luego de que el gobierno<br />
había abandonado París ante el avance alemán, escuchaba a algunos<br />
parlamentarios hablar sobre una «lucha a muerte». La hora era grave y Francia caía<br />
doblegada bajo el impacto de los Panzer. Churchill entonces abandonó la sala,<br />
caminó hacia el patio y vio a De Gaulle en la puerta, con rostro inexpresivo.<br />
«Saludándole, le dije en francés, en voz baja: "L´homme du destín". El permaneció<br />
impasivo» 50 . ¡El hombre del destino! La historia de Churchill luce demasiado<br />
hermosa y novelesca como para creerla plenamente; sin embargo, su actitud<br />
posterior demuestra que sí vio en De Gaulle un individuo excepcional, una roca<br />
sólidamente instalada en medio de un mar borrascoso, lleno de caos, fracaso y<br />
desesperación. En esa percepción. Churchill volcó lo mejor de sí mismo como<br />
hombre y como político.<br />
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49. General De Gaulle: Le Salut, Pión, París, 1959, p. 239<br />
50. W. S. Churchill: The Fall..., ob. cit., pp. 162, 163.<br />
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