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expresadas con hábil cinismo y un humor distorsionante: «Traducida en términos<br />
concretos, la sociedad socialista es un conjunto de individuos desagradables que<br />
obtuvieron una mayoría de votos en alguna elección reciente, y cuyos dirigentes<br />
mirarán ahora a la humanidad a través de innumerables ventanillas y mostradores y<br />
preguntarán: "Sus tickets, por favor"... El Socialismo quiere acabar con la riqueza; el<br />
Liberalismo busca aliviar la pobreza. El Socialismo quiere destruir el interés privado<br />
de la única manera en que puede ser segura y justamente preservado, es decir,<br />
reconciliándolo con el derecho público. El Socialismo mata a la empresa, el<br />
Liberalismo la rescata de las redes del privilegio y la preferencia» 5 .<br />
Churchill era implacable con sus adversarios, pero sabía también ser generoso<br />
con los vencidos. Sir Winston quiso dejar plasmados los principios que guiaban su<br />
acción en un epígrafe colocado al comienzo de cada uno de los volúmenes de su<br />
Historia de la Segunda Guerra Mundial: «En la guerra: resolución; en la derrota:<br />
rebeldía; en la victoria: magnanimidad; en la paz: buena voluntad.» Churchill fue un<br />
hombre multifacético: estadista, orador, historiador, estratega, y hasta un buen pintor<br />
aficionado; sus pasiones eran la Gran Bretaña y su Imperio, acerca de los cuales<br />
tenía una idea romántica y poco acorde con la convulsionada realidad del siglo. Su<br />
mayor contribución fue haber lideralizado la lucha de su país en una de las etapas<br />
más críticas de su historia, logrando al final la victoria contra el nazismo. Mas este<br />
triunfo no hizo a Inglaterra más poderosa; Gran Bretaña quedó extenuada y la guerra<br />
abrió las puertas para la desintegración definitiva del Imperio. Internamente, el fin de<br />
los combates en 1945 coincidió con la gran victoria electoral de los laboristas y la<br />
salida de Churchill del gobierno. Resultaba extremadamente paradójico, y hasta<br />
podía verse como una manifestación de ingratitud, que el pueblo británico votase<br />
abrumadoramente por el partido opuesto a Churchill. Sir Winston había sido el gran<br />
líder, la figura indomable que desafió a Hitler, infundiendo esperanzas en un pueblo<br />
que vivía uno de los momentos más difíciles de su existencia nacional. No obstante,<br />
los británicos decidieron entregar las riendas del poder a los laboristas, y no fue<br />
Churchill, sino Attiee quien representó a Gran Bretaña en las negociaciones de<br />
Potsdam con Stalin y Truman.<br />
La Gran Bretaña había sobrevivido como nación independiente, pero no así el<br />
Imperio ni tampoco el tipo de sociedad que Churchill había pretendido defender. La<br />
guerra produjo grandes transformaciones en el panorama interno y exterior del país,<br />
y quizá fue Churchill uno de los más sorprendidos por el radicalismo de los cambios.<br />
Se había logrado la victoria con el liderazgo inspirador de Churchill, pero ni el Imperio<br />
ni la sociedad liberal de corte decimonónico de sus antepasados habían sobrevivido.<br />
Para Churchill, todo esto debe haber lucido extraño y paradójico; el juego de la<br />
política había tomado un derrotero imprevisto que no estaba en sus cálculos. ¿Qué<br />
había ocurrido? El caso de Churchill es extremadamente revelador de los dilemas a<br />
que se enfrenta un conservador, un hombre aferrado al pasado, dentro de una<br />
situación política altamente dinámica y cambiante como la que caracteriza esta<br />
época histórica.<br />
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5. Citado por Henry Pelling: Winston Churchill, Pan Books, London, 1977, p. 113.<br />
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