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Todos estos autores coinciden en señalar que Stalin poseía genuinamente el mando,<br />
que era capaz de oír sugerencias y recomendaciones y de estimular el pensamiento<br />
crítico en sus más importantes subordinados, pero era él quien siempre tomaba la<br />
decisión final: «Muchos visitantes del Kremlin quedaban asombrados de ver el gran<br />
número de asuntos, grandes y pequeños, militares, políticos o diplomáticos, acerca<br />
de los cuales Stalin personalmente tomaba las decisiones. El era de hecho su propio<br />
comandante en jefe, su propio ministro de defensa, su propio ministro de<br />
aprovisionamiento, su propio ministro de relaciones exteriores y hasta su propio jefe<br />
de protocolo... Desde su mesa de trabajo, en contacto constante y directo con sus<br />
comandantes en los diversos frentes, Stalin analizaba y dirigía las campañas en el<br />
terreno de batalla. Desde esa mesa de trabajo Stalin condujo otra estupenda<br />
operación: la evacuación de cientos de fábricas y plantas industriales desde la Rusia<br />
occidental y Ucrania hasta el Volga, los Urales y Siberia, una evacuación que<br />
englobó no sólo máquinas e instalaciones sino también millones de obreros y<br />
técnicos y sus familias. Entre una función y otra, Stalin negociaba (con sus aliados)...<br />
o recibía líderes guerrilleros provenientes de territorio ocupado por los alemanes,<br />
discutiendo con ellos operaciones que se ejecutarían cientos de millas tras las líneas<br />
enemigas» 52 .<br />
En líneas generales, los diversos testimonios de los hombres que más cerca<br />
estuvieron de Stalin durante la guerra, revelan que el líder soviético fue un eficaz jefe<br />
militar, con apreciable dominio de los problemas estratégicos y un buen conocimiento<br />
de las cuestiones técnicas sobre armamentos, operaciones y organización militar.<br />
Sobre todo, Stalin se distinguió por su interés en los aspectos logísticos de la guerra;<br />
numerosos autores se han referido al cuidado que ponía Stalin en el control y<br />
transporte de las reservas y en la producción de todos los materiales necesarios para<br />
el esfuerzo bélico. Armado de un creyón azul (que ha sido mencionado por Milovan<br />
Djilas, Zhukov y Churchill, entre otros), Stalin anotaba en una libreta las cifras de<br />
producción de tanques y aviones de combate, y mantenía escrupulosamente una<br />
lista de las reservas disponibles para reforzar los frentes de batalla más críticos. A<br />
veces, sólo Stalin conocía la verdadera situación de suministros de hombres y<br />
materiales; el número, equipamiento y condición de las reservas del «Stavka» era un<br />
secreto bien guardado, cuyos detalles se reunían en la libreta de Stalin.<br />
En 1942 el líder soviético produjo sus propios «principios de la guerra»<br />
distinguiendo dos categorías: factores que operan en forma permanente y factores<br />
transitorios y fortuitos. Los factores «permanentes» son: cantidad y calidad de las<br />
tropas y de los equipos, la habilidad organizativa de los comandantes, la «moral del<br />
ejército», y por último la «estabilidad de la retaguardia». Estos «factores<br />
permanentes» reflejan la tendencia de Stalin de enfatizar los aspectos materiales y<br />
de conceder prioridad a la existencia de una firme base económica. Tal como lo<br />
expresó en una conferencia dictada ante los miembros del «Politburó»; «la guerra se<br />
gana en las fábricas».<br />
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52. I. Deutscher: Stalin, ob. cit., p. 456.<br />
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