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la experiencia del caos» 20 . En una época de crisis revolucionaría, el reto para el<br />
político conservador consiste, ante todo, en comprender acertadamente el significado<br />
de los acontecimientos y en aceptar que el simple ejercicio de la voluntad no es<br />
suficiente para detener los cambios, que hace falta desarrollar una política activa<br />
para apuntalar lo que pueda salvarse del pasado.<br />
Como político conservador en una era revolucionaria, Churchill se enfrentó<br />
inicialmente a la revolución en forma radical, pero sin éxito; después trató de<br />
contenerla, de controlarla, de manipularla en función de la defensa de un orden que<br />
en lo fundamental yacía en ruinas. El único reto que Churchill no supo enfrentar<br />
adecuadamente fue el de la creatividad política. Este gran líder de nuestro tiempo<br />
podría haber hecho suyas las siguientes palabras de Mettemich: «Mi vida ha<br />
transcurrido en un período terrible. Nací demasiado pronto o demasiado tarde...<br />
Antes habría disfrutado de la vida, después podría haber ayudado en la<br />
reconstrucción. Ahora me paso el tiempo apuntalando edificios en ruinas» 21 .<br />
Churchill era heredero de un pasado glorioso, su vida estaba consagrada a la<br />
defensa de ese pasado y a combatir todo lo que se atreviera a desafiarlo; mas con el<br />
estadista británico ocurrió lo mismo que pasó a Mettemich en el siglo XIX, el cual:<br />
«Pudo haber tenido razón al asegurar que quienes nunca han tenido un pasado no<br />
pueden poseer el futuro, pero los que han tenido un pasado pueden condenarse a sí<br />
mismos buscándolo en el futuro» 22 .<br />
Gran Bretaña había vencido en la Primera Guerra Mundial, pero este conflicto<br />
había contribuido decisivamente al estallido de la Revolución Rusa y al surgimiento<br />
de un nuevo adversario. Churchill reaccionó con furor ante el triunfo bolchevique y<br />
fue uno de los principales impulsores de la intervención extranjera contra la<br />
revolución. Los bolcheviques representaban para Churchill la negación de todos los<br />
valores cuyo sostenimiento propugnaba; Lenin y Trotsky abogaban por la guerra de<br />
clases, la eliminación de las jerarquías aristocráticas, el fin de las fronteras<br />
nacionales, la unidad de los obreros contra sus patronos y de los países oprimidos<br />
contra sus amos imperialistas. La revolución bolchevique era la antítesis de todo<br />
aquello que para Churchill daba sentido a la política y la vida civilizada, por ello actuó<br />
con violencia y radicalismo, promoviendo el envío de tropas para participar con las<br />
fuerzas anti-revolucionarias en la guerra civil y arengando a sus colegas en el<br />
Parlamento sobre el «peligro rojo». Churchill fracasó en su empresa, pero desde<br />
entonces quedó signado por un feroz anticomunismo, que en más de una<br />
oportunidad obnubilaría su visión política, distorsionando también su análisis de los<br />
eventos del período.<br />
Al igual que la mayoría de los políticos y el público británico en general,<br />
Churchill no creyó probable durante la década siguiente al fin de la Primera Guerra<br />
Mundial que Alemania presentase en el futuro una nueva amenaza de conflagración<br />
a gran escala.<br />
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20. Ibid, p. 268<br />
21. Citado por Kissinger, ob. cit., p. 266.<br />
22. Ibid., p. 266.<br />
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