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Diciembre de 1915 y Enero de 1916. La operación de los Dardanelos había sido un<br />
fracaso y la reputación de Churchill sufrió por ello; pero como él mismo expresó ante<br />
la Comisión designada para investigar las causas de la derrota: «Es ocioso condenar<br />
las operaciones porque llevan implícitos el azar y la incertidumbre. Toda la guerra es<br />
azarosa y la victoria sólo se obtiene corriendo riesgos» 39 . Churchill dejó el gobierno<br />
en Noviembre de 1915 y retornó a él en Julio de 1917 como Ministro de Municiones.<br />
Sus contribuciones estratégicas a lo largo del conflicto, aunque no siempre exitosas,<br />
revelaron la fertilidad de su talento militar y su gusto por las estrategias flexibles e<br />
«indirectas» dirigidas a explotar las debilidades del enemigo haciendo uso de la<br />
audacia y la imaginación.<br />
En el período entre las dos guerras mundiales Churchill preservó su interés en<br />
los problemas de la estrategia y la táctica militar, aunque su pensamiento al respecto<br />
no fue muy coherente y sus proyecciones sobre los cambios introducidos por los<br />
nuevos desarrollos tecnológicos fueron en general desacertadas. Con relación a la<br />
guerra naval, su tradicionalismo le llevó a alinearse con la así llamada «battleship<br />
school», que propugnaba la construcción de grandes buques de guerra y aseguraba<br />
que los submarinos no presentaban una amenaza grave. Esta escuela de estrategia<br />
naval también subestimaba la amenaza aérea contra los buques de guerra<br />
tradicionales, y Churchill declaró en Enero de 1938 que «La amenaza aérea contra<br />
los barcos de guerra apropiadamente armados y protegidos no reviste un carácter<br />
decisivo». Ocho meses más tarde reiteró esta opinión, afirmando que: «este hecho,<br />
unido a la indudable obsolescencia del submarino como decisiva arma de guerra,<br />
debe proporcionar a las democracias occidentales un sentimiento de confianza<br />
respecto a la seguridad de los océanos» 40 . Con tales pronunciamientos, Churchill<br />
sólo contribuyó a reafirmar la vanidad de los almirantes que integraban la «battleship<br />
school»; mas en las nuevas condiciones tecnológicas el poder marítimo perdía gran<br />
eficacia sin el control del aire: «su incapacidad para apreciarlo ilustraba una vez más<br />
una curiosa contradicción en la naturaleza de Churchill como estratega. El había<br />
enfatizado repetidamente la importancia del poder aéreo, más aún quizás que<br />
cualquier otro estadista civil. No obstante, cuando llegó la hora de la acción, no pudo<br />
resistir la llamada de la tradición e imaginar que la marina real lograría de nuevo<br />
mantener su supremacía sin otra ayuda» 41.<br />
Churchill también restó importancia a los posibles efectos del poder aéreo en la<br />
guerra terrestre, pero, sobre todo no previo —y en esto su sorpresa fue tan grande<br />
como la que recibió la abrumadora mayoría de los profesionales militares del<br />
período— la extraordinaria transformación introducida por las tácticas y técnicas de<br />
la «Blitzkrieg». Como lo dijo en su recuento de la caída de Francia, subyugada por<br />
los ejércitos de Hitler: «(Hasta ese momento) no había asimilado la violencia de la<br />
revolución efectuada desde la última guerra por la incursión de una masa de veloces<br />
vehículos blindados.<br />
____________________________________________________________________<br />
39. Ibid., p. 219.<br />
40. Citado por Liddell Hart: ob. cit., p. 182.<br />
41. A. |. P. Taylor: ob. cit., p. 33.<br />
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