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Los años de 1934 y 1935 habían dado pie a alguna dosis de optimismo y<br />
tranquilidad por parte del pueblo soviético, luego de los rigores del período anterior.<br />
Las condiciones económicas mejoraban y Stalin anunció una nueva constitución, que<br />
según los apologistas del régimen era «la más democrática del mundo». Pero el<br />
pueblo soviético no tenía tregua: en 1936, Stalin desató la maquinaria de terror que<br />
durante los dos años siguientes convulsionaría la sociedad soviética hasta sus<br />
cimientos, en una purga de enormes dimensiones. Aún hoy, a pesar de las montañas<br />
de evidencia acumuladas sobre la escala y consecuencias de las purgas stalinistas,<br />
cuesta trabajo creer en las cifras, captar en toda su atroz realidad el proceso a través<br />
del cual Stalin se erigió definitivamente en la fuente suprema de poder en la URSS.<br />
El mundo se enteró de lo que ocurría primeramente por los «juicios» a que fue<br />
sometida la plana mayor de la dirigencia bolchevique, los compañeros de Lenin, los<br />
líderes de la Revolución de Octubre. A lo largo de tensas y teatrales sesiones, en las<br />
que la «justicia revolucionaria» se convertía en el instrumento de venganza de Stalin,<br />
los grandes hombres del bolchevismo, Zinoviev, Kámenev, Bujarin, Rykov, Pyatakov,<br />
Kakovsky y otros fueron sometidos a humillaciones y bombardeados con todo tipo de<br />
acusaciones, las cuales, según los «jueces», les hacían merecedores del más serio<br />
castigo. Trotsky se había salvado provisionalmente de la retribución stalinista, pero<br />
ésta le alcanzaría poco tiempo después en su exilio mexicano. La condena de los<br />
más destacados bolcheviques fue sólo una mínima parte de un vasto ciclo de<br />
represión y muerte. La mayoría de las víctimas pereció en secreto, silenciada bajo<br />
los mecanismos de un aparato policial con poderes derivados directamente de la<br />
voluntad de Stalin.<br />
¿A quiénes afectó la gran purga? En primer lugar, a los más altos dirigentes<br />
del partido comunista, incluyendo buen número de miembros de la facción stalinista<br />
que en determinado momento fueron considerados «poco confiables» por Stalin,<br />
bien sea porque hubiesen tratado de limitar de alguna forma su poder o porque<br />
hubiesen intentado detener la marea de terror. Este primer grupo incluyó a la gran<br />
mayoría de los miembros del Comité Central, unos cien de los ciento treinta<br />
participantes, y la mayor parte de los delegados al Congreso del partido, hombres<br />
con rango ministerial, que hasta entonces habían servido a Stalin. Esto significó un<br />
golpe tremendo al partido creado por Lenin; los mejores cuadros dirigentes que<br />
habían sobrevivido el «Octubre Rojo» y la guerra civil, sucumbieron ante la feroz<br />
ambición del «hombre de acero». En segundo lugar, la gran purga fue desatada<br />
contra el Ejército Rojo, afectando a gran número de altos jefes militares. El mariscal<br />
Tukhachevsky, uno de los hombres más brillantes en las fuerzas armadas soviéticas,<br />
fue de los primeros en ser acusado. De los ochenta miembros del Soviet Militar en<br />
1934, solamente quedaban cinco en 1938. Los once Comisarios Delegados para la<br />
Defensa fueron eliminados. Todos los comandantes de los distritos militares habían<br />
sido ejecutados para el verano del año 1938. Trece de quince comandantes de<br />
ejércitos, cincuenta y siete de los ochenta y cinco comandantes de cuerpos, ciento<br />
diez de los ciento noventa y cinco comandantes de división y doscientos veinte de<br />
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