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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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elaboraba una directiva en que se incorporaban las proposiciones de las tres fuerzas<br />

con las correcciones que se hubiesen hecho; de tal manera que el Comando<br />

Supremo funcionaba tan sólo como un centro para confirmar y dar contenido<br />

operacional a las decisiones de Hitler. Como lo señaló el general Warlimont: «Al<br />

estallar la Segunda Guerra Mundial no existía un cuartel general capaz de tomar en<br />

sus manos la conducción de la totalidad del esfuerzo bélico alemán» 56 . En los<br />

asuntos militares, así como en los económicos, Hitler trabajaba en base al principio<br />

de «dividir y reinar». Las fuerzas armadas alemanas carecían de un Estado Mayor<br />

combinado de las tres fuerzas; Hitler hacía lo posible para evitar que sus altos<br />

oficiales sostuviesen reuniones unificadas para discutir problemas estratégicos, y<br />

sólo se les permitía congregarse en presencia del Führer con el propósito de oír sus<br />

opiniones. No sólo la dirección sino también la coordinación de las tres fuerzas<br />

estaban en manos de Hitler. En palabras de Manstein: «Para Hitler, aceptar las<br />

recomendaciones de un jefe de Estado Mayor responsable por el conjunto de las<br />

fuerzas armadas no significaba complementar su propia voluntad, sino someterse a<br />

la voluntad de otro» 57 .<br />

Del lado alemán la conducción estratégica de la guerra estuvo marcada por<br />

continuos y desconcertantes cambios en la estructura de comando, y por una<br />

siempre creciente concentración del poder de decisión en la persona de Hitler. La<br />

contraofensiva soviética en el invierno de 1941, que marcó el fin de la «Blitzkrieg»,<br />

llevó a Hitler a deshacerse de algunos de sus más altos oficiales y a tomar control<br />

personal y directo del ejército; desde ese momento los problemas estratégicos<br />

pasaron a ocupar lugar primordial entre sus preocupaciones. Entre esa fecha y el fin<br />

de la guerra, Hitler nombró y depuso en sucesión a cuatro generales como jefes de<br />

Estado Mayor del ejército (Halder, Zeitzier, Guderian y Krebs), y reemplazó al<br />

comandante de la marina, almirante Raeder por Dünitz, el jefe de la flota de<br />

submarinos. En el transcurso de la guerra, la mitad de los generales en altas<br />

posiciones fueron destituidos, trasladados o castigados de una u otra manera; sin<br />

embargo, todos esos conflictos no fueron suficientes para inducir a los líderes<br />

militares a mantener un frente común ante Hitler y criticar sus errores: «las fuerzas<br />

armadas cerraron sus ojos a la realidad y a las consecuencias de la guerra,<br />

limitándose a la eficiente realización de sus tareas operacionales y evitando las<br />

disputas políticas y estratégicas» 58 . Hitler fue a la guerra con una maquinaria militar<br />

de alta calidad profesional y con una clara doctrina estratégica, pero sin confianza en<br />

la solidez política de su instrumento bélico. Hitler sospechaba de sus generales y<br />

despreciaba a muchos de ellos; sobre todo, el líder nazi dudaba de la capacidad de<br />

sus altos oficiales para entender o aceptar los fines políticos de su guerra de<br />

conquista, lo cual tuvo graves consecuencias en la dirección del esfuerzo militar<br />

alemán.<br />

____________________________________________________________________<br />

56. Véase B. A. Leach, ob. cit., pp. 30-31.<br />

57. E. Von Manstein, ob. cit., p. 283.<br />

58. Karl Dietrich Bracher: The German Dictatorship. ob. cit., p. 500.<br />

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