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convicción de que, en sus propias palabras: «No se hace nada sin los grandes<br />
hombres, y éstos lo son por haberlo querido.» La forma de ser grande era: «Elevarse<br />
por encima de sí a fin de dominar a los otros, y de esa manera, también los<br />
acontecimientos.» Era igualmente indispensable aspirar a la grandeza, ya que «la<br />
gloria se da solamente a aquellos que siempre la han soñado» 4 .<br />
De Gaulle publicó el primero de sus libros. La Discordia en el seno del<br />
Enemigo, en 1924, a los treinta y cuatro años de edad. El libro es un estudio de la<br />
experiencia de Alemania en la Primera Guerra Mundial, y constituye esencialmente<br />
un análisis del papel crítico que juega el factor moral en la guerra, de la influencia<br />
que tiene la voluntad colectiva de la nación en la empresa bélica, y de las nefastas<br />
consecuencias de su derrumbamiento. Para De Gaulle, las divisiones internas entre<br />
diversas facciones con posiciones políticas encontradas fueron decisivas en la<br />
derrota alemana. Otro factor tan negativo como el anterior fue la debilidad<br />
demostrada por los líderes políticos ante las desmesuradas exigencias de los jefes<br />
militares, lanzados a una aventura de conquista que estaba más allá de las<br />
capacidades nacionales, y en la que se rompió por completo el principio de que la<br />
política debe dirigir la guerra. De Gaulle aspiraban a que su estudio mostrase «los<br />
defectos comunes a esos hombres eminentes: el gusto por las empresas<br />
desmesuradas, la pasión de extender a toda costa su poder personal, el desprecio<br />
de los límites trazados por la experiencia humana, el sentido común y la ley» 5 . El<br />
Estado Mayor de Ludendorff y Hindenburg, ciego ante las realidades políticas,<br />
dogmáticamente convencido de su invencibilidad, dispuesto a hacer apuestas con el<br />
destino de países enteros, fue severamente juzgado por De Gaulle, quien hizo un<br />
llamado a la moderación muy cercano a la más pura tradición clausewitziana: «Este<br />
estudio habrá logrado su propósito si contribuye en su modesta medida a que<br />
nuestros jefes militares de mañana... modelen su espíritu y carácter según las reglas<br />
del orden clásico. En ellas se encuentra ese sentido del equilibrio, de lo posible, de la<br />
mesura, que es el único que hace durables y fecundas las obras de la energía» 6 . En<br />
esta obra primigenia De Gaulle esbozó dos temas que ocuparían lugar central en su<br />
vida y sus escritos: por un lado la concepción de la guerra como un fenómeno<br />
contingente, que no puede ser sometido a leyes universales, y en segundo lugar su<br />
convicción de la relevancia del elemento individual en la historia, de la primacía de<br />
los «jefes», de los hombres que moldean la historia con la potencia de su voluntad:<br />
«en la guerra no existe un sistema universal... sino tan sólo circunstancias y<br />
personalidades». De allí la significación que reviste «la filosofía superior de guerra<br />
que anima a los jefes, la cual en ocasiones es capaz de anular los más rudos<br />
esfuerzos de un gran pueblo, así como constituirse en la más segura garantía de los<br />
destinos de la Patria» 7 .<br />
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4. Charles De Gaulle: Vers L'Armée de Métier, Pión, Paris, 1973, pp. 139, 154.<br />
5. Charles De Gaulle: La Discorde chez 1'ennemí, Pión, Paris. 1973, p. 9.<br />
6. Ibid., p. 10.<br />
7. Ibid., p. 9<br />
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