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Las vitales y cada vez más detalladas informaciones de Richard Sorge<br />
desembocaban inevitablemente en la carpeta de reportes "dudosos" y eran<br />
depositados en el limbo de los "archivos". «La exposición completa del "Plan<br />
Barbarroja" fue ciertamente sometida por Golikov a Stalin, pero presentada (de<br />
acuerdo a un historiador soviético que leyó el documento) como la obra de "agentes<br />
provocadores" interesados en promover una guerra entre Alemania y la URSS» 46 . El<br />
mariscal Zhukov también ha sugerido en varias oportunidades que Golikov no<br />
transmitió a Stalin toda la evidencia existente sobre los preparativos bélicos de<br />
Alemania contra la Unión Soviética. El 20 de Marzo de 1941 Golikov había<br />
transmitido una nota a los miembros del aparato de inteligencia y espionaje<br />
indicándoles que «todos los documentos que sugieran que la guerra es inminente<br />
deben ser vistos como falsificaciones emanadas de fuentes británicas o aun<br />
alemanas» 47 .<br />
Podría pensarse que estos testimonios reducen la culpabilidad de Stalin en la<br />
debacle que sobrevino sobre su país en Junio de 1941, pero no hay que olvidar que<br />
Stalin quería creer que el ataque no se produciría, al menos no en ese momento, y<br />
que a pesar de los numerosos indicios (no todos ellos suprimidos por Golikov) de<br />
que los alemanes habían cambiado su actitud ante la URSS, de las múltiples<br />
violaciones del espacio aéreo soviético por parte de aviones de observación de la<br />
Luftwaffe, y de las advertencias provenientes de diversos agentes en varios lugares<br />
de Europa, Stalin cerró sus oídos ante el murmullo creciente de los preparativos<br />
nazis; de esta manera, los tanques y aviones de Hitler lograron abalanzarse sobre un<br />
Ejército Rojo desprevenido y vulnerablemente concentrado cerca de las fronteras. De<br />
los 3.800.000 hombres que componían las fuerzas armadas alemanas, Hitler lanzó<br />
3.200.000 contra la URSS en la más ambiciosa de sus operaciones militares, la más<br />
grandiosa y cruel de las campañas de la Segunda Guerra Mundial. Como dice Alee<br />
Nove: «No es posible culpar a Golikov por lo ocurrido. El sabía bien que "el jefe"<br />
pensaba que los alemanes no atacarían, al menos no ese año. Sabía igualmente que<br />
miles de oficiales habían sido fusilados por órdenes del jefe sólo pocos años antes.<br />
Era demasiado arriesgado decir la verdad. El terror a Stalin y su escogencia de<br />
hombres de segunda clase como sus colegas contribuyeron a acentuar su<br />
incapacidad para percibir la realidad» 48 . Algunos comandantes soviéticos, actuando<br />
por iniciativa propia, lograron poner a sus tropas en estado de alerta, pero en la<br />
mayoría de los frentes los alemanes lograron una sorpresa táctica total gracias a la<br />
obstinación y —aparentemente— falta de información de Stalin. El «hombre de<br />
acero» había cometido uno de los más serios errores de su carrera.<br />
A las 3,15 de la mañana del 22 de junio de 1941, la línea gigantesca de la<br />
frontera occidental soviética se iluminó con el fuego de miles de baterías, tanques,<br />
aviones y tropas alemanas. El ataque había comenzado. A las 5,30 a.m., hora de<br />
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46. John Erickson: The Road to Stalingrad, ob. cit., pp. 88, 89.<br />
47. L. Trepper: The Great..., ob. cit., p. 127<br />
48. A. Nove: Stalinism..., ob. cit., p. 83.<br />
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