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CAPITULO I<br />
HITLER<br />
1. EL POLÍTICO Y EL AV<strong>EN</strong>TURERO<br />
«...propia afirmación de la propia esencia previamente a toda acción singular,<br />
vitalidad, energía de la existencia. Donde esto se observa como impulso vital<br />
primario, no como actitud racional encaminada a un fin, es que estamos en presencia<br />
del hombre político» 1 . De esta manera define Spranger la característica fundamental<br />
de la «forma de vida» del político, y ciertamente esa definición se amolda<br />
plenamente a Hitler: «Quizás no ha habido nunca otro hombre que haya entendido<br />
mejor la naturaleza del poder o que lo haya utilizado con fines más bajos» 2 . No cabe<br />
duda de que para lograr lo que logró, a pesar de ser ello terrible. Hitler requirió, y de<br />
hecho poseyó, capacidades fuera de lo ordinario, un genio político poco común,<br />
entendiendo por política, en un sentido estrecho, la búsqueda y conquista del poder.<br />
Ese fue el sentido que Hitler siempre dio a la política: lucha constante por el<br />
poder de acuerdo a la ley del más fuerte; es el sentido que le da Carl Schmitt cuando<br />
sostiene que: «Si la guerra es la continuación de la política, también la política<br />
contiene siempre, por lo menos como posibilidad, un elemento de enemistad; y si la<br />
paz encierra la posibilidad de la guerra... también contiene un momento de<br />
enemistad» 3 . Para Hitler, la lucha entre individuos, comunidades nacionales, y sobre<br />
todo entre razas, era una ley natural, y la voluntad de dominio, de poder y de<br />
hegemonía la marca de los individuos y razas superiores. Basándose en este<br />
principio, Hitler emprendió su camino de conquista, empleando para sus objetivos<br />
habilidades que han sido magistralmente resumidas por Bullock: conocimiento de los<br />
factores irracionales en la política, maestría para descubrir las debilidades de sus<br />
oponentes, capacidad para simplificar los problemas, sentido de la oportunidad,<br />
disposición a tomar riesgos: «Cínico y calculador en la explotación de sus dotes<br />
histriónicas, siempre mantuvo una creencia inalterable acerca de la importancia de<br />
su papel histórico y de sí mismo como una criatura del destino» 4 .<br />
En estas últimas frases de Bullock se encuentran las razones que explican<br />
tanto los triunfos como el aplastante fracaso final de Hitler. Sus capacidades<br />
políticas, su destreza táctica, su voluntad de hierro, estaban en última instancia<br />
subordinadas a un espíritu aventurero y fantasioso, que confundía la realidad y los<br />
deseos. Hitler quiso moldear la realidad de acuerdo a los dictados de su voluntad,<br />
pero continuamente tendió a ignorar la realidad, a mirarla de soslayo, y a sustituirla<br />
en caso necesario por su fantasía.<br />
___________________________________________________________________<br />
1. Eduardo Spranger: Formas de Vida, Revista de Occidente, Madrid, pp. 259-260.<br />
2. A. J. P. Taylor: Europe: Grandeur and Decline, Penguin Books, Harmondsworth, 1967, p. 199.<br />
3. Carl Schmitt: Teoría del Partisano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1966, p. 83.<br />
4. Alan Bullock: Hitler..., ob. cit., p. 804.<br />
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