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Oficiales como Guderian, Thomas y Lutz, promotores de las fuerzas «Panzer», Von<br />
Manstein, que impulsó el desarrollo de la artillería auto-propulsada, Rommell, que<br />
elaboró nuevas tácticas de infantería y luego se convirtió en gran jefe de tanques,<br />
Student, creador de los grupos paracaidistas, etc., contribuyeron decisivamente a<br />
poner en manos de Hitler las doctrinas y técnicas que requería para la «Blitzkrieg».<br />
Estos hombres, como lo expresa Leach, «estaban preocupados con las tácticas de<br />
sus nuevas unidades y aparentemente mostraron poco interés acerca del propósito<br />
estratégico a ser logrado por las fuerzas armadas como un todo» 51 . El mito de los<br />
soldados «apolíticos» y «obedientes», por el cual tantos oficiales alemanes<br />
entregaron su dignidad y tras el cual algunos han pretendido escudarse para<br />
justificar sus crímenes, esparció una mancha indeleble sobre la «Werhmacht»<br />
durante el período nazi.<br />
La alta oficialidad en el Estado Mayor Alemán contenía un pequeño y aislado<br />
grupo de oficiales que se opuso a Hitler, no sólo debido al temor de que los nazis<br />
estuviesen llevando Alemania a la derrota, sino también por objeciones de tipo moral<br />
a sus fines y sus métodos. Mas éste era un grupo minoritario; la mayoría aceptó el<br />
rol de «profesionales» que nada tenía que ver con política y brindaron a Hitler su<br />
más decidida colaboración. Al final, la escogencia de ese papel, por temor, ambición<br />
o estrechez mental, no impidió que Hitler invadiese sus propios terrenos en la<br />
estrategia, las operaciones militares y la táctica, ni tampoco les colocó por encima y<br />
aparte de las campañas de aniquilación, basadas en el terror y las atrocidades,<br />
ejecutadas por los nazis. Von Manstein, que a todo lo largo de sus Memorias escritas<br />
después de la guerra mantiene un tono de ciega auto-complacencia y de supuesta<br />
«dignidad militar», fue capaz durante la guerra contra la URSS de estampar su firma<br />
en órdenes como éstas: «El sistema judío-bolchevique debe ser exterminado... El<br />
soldado alemán se presenta como portador de un concepto racial, y debe apreciar la<br />
necesidad del más duro castigo para la judería... La situación alimenticia de nuestra<br />
patria hace esencial que las tropas se nutran sobre el terreno, y deben además<br />
ponerse a disposición de nuestro país los máximos depósitos alimenticios. En las<br />
ciudades enemigas una gran parte de la población tendrá que pasar hambre. No<br />
debe darse nada, ni a la población civil ni a los prisioneros de guerra, por un<br />
desviado humanitarismo, a menos que estén al servicio de la Werhmacht<br />
alemana» 52 . El ejército alemán fue cómplice de las políticas nazis, a pesar de las<br />
muy airadas protestas que después de la guerra se han pretendido elevar contra los<br />
que así lo indican.<br />
Los líderes militares aceptaron en su mayoría el papel de especialistas que<br />
poco o nada tienen que ver con los aspectos no estrictamente militares de la guerra,<br />
y Hitler supo utilizarles con gran eficiencia.<br />
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51. Barry A. Leach: German Strategy against Russia: 1939-1941, Oxford University Press, 1973, p. 27.<br />
52. Citado por: Alexander Werth: Rusia en la Guerra,1941-1945. Grijalbo, México, 1968, Vol. 2, p. 642.<br />
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