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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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Hacia los primeros meses de 1949 las democracias populares siguiendo el ejemplo soviético, habían<br />

cesado prácticamente todo comercio con Yugoslavia. A la revolución yugoslava no le quedó más<br />

camino que el seguido por la revolución de Octubre cuando se encontró aislada y cercada por el<br />

mundo capitalista: comerciar con éste, buscar préstamos y ayuda técnica. Para explicar que este<br />

curso político no significaba renunciar al socialismo, Tito empleó argumentos semejantes a los que<br />

antaño habían utilizado los bolcheviques. ”Cuando vendemos nuestro cobre para comprar máquinas<br />

– declaró en su discurso de Pula, el 10 de julio de 1949 – no vendemos nuestra conciencia sino<br />

solamente nuestro cobre.” ”Con las máquinas que recibamos de Occidente continuaremos la<br />

edificación <strong>del</strong> socialismo.” Los Estados capitalistas, como es natural, se apresuraron a responder<br />

favorablemente a las solicitaciones yugoslavas. No necesitaban que este pequeño país atrasado<br />

renunciase a su pretensión de construir el socialismo. Lo importante para el imperialismo americano<br />

y sus vasallos era que Yugoslavia pudiese afirmar su resistencia al imperialismo ruso. En plena<br />

”guerra fría”, Stalin les servía en bandeja un aliado ”objetivo”. Algunos comentaristas y políticos<br />

occidentales expresaron su inquietud de que el ”titismo” revalorizara los ideales <strong>comunista</strong>s,<br />

mostrando la posibilidad de un comunismo ”antiestaliniano”, pero los elementos más inteligentes<br />

<strong>del</strong> capitalismo comprendieron que todo intento de restauración <strong>del</strong> viejo régimen no sólo tropezaría<br />

con la resistencia encarnizada de los <strong>comunista</strong>s y las masas revolucionarias yugoslavas, sino que<br />

haría el juego de Stalin. <strong>La</strong> campaña antititista lo mostraba diariamente. Cada acuerdo comercial de<br />

Yugoslavia con países occidentales, cada prestámo que obtenía, era acogido por Moscú y los<br />

partidos <strong>del</strong> Kominform como una prueba más de que Tito se vendía al capitalismo. ¿No había<br />

anunciado la resolución <strong>del</strong> Kominform que la política ”antisoviética” de Tito conducía<br />

indefectiblemente ”a la pérdida de la independencia de Yugoslavia y a su transformación en colonia<br />

de los países imperialistas”? Seis años después, al regreso de su viaje de penitencia a Belgrado,<br />

Jruschev declararía:<br />

”Hemos visitado numerosas regiones <strong>del</strong> país, nos hemos entrevistado con los trabajadores, y hemos<br />

comprobado que pese a las dificultades que Yugoslavia ha conocido como consecuencia de la<br />

deterioración [sic] de sus relaciones con nosotros, Yugoslavia no ha abdicado su soberanía, ha conservado<br />

enteramente su independencia nacional frente al campo imperialista.”(33)<br />

En el verano y otoño de 1949 la ”deterioración” de las relaciones sovieticoyugoslavas llegó a un<br />

punto crítico, perfilándose netamente la amenaza de una intervención militar de Moscú. Sirvió de<br />

pretexto el caso de los rusos blancos residentes en Yugoslavia y reclutados por los servicios<br />

secretos soviéticos. (Después de la revolución de Octubre se instalaron en Yugoslavia varios miles<br />

de rusos blancos. Al triunfar el nuevo régimen gran parte de ellos se declaró inmediatamente a favor<br />

de la URSS y el gobierno de Moscú concedió la ciudadanía soviética a unos 6 000, entre los cuales<br />

los servicios de Beria reclutaron numerosos agentes.) En 1949 la policía de Rankovitch detuvo<br />

algunos y Moscú tomó su defensa, enviando a Belgrado notas amenazadoras. <strong>La</strong> última, con fecha<br />

18 de agosto, invocaba el derecho de los ”ciudadanos soviéticos” residentes en Yugoslavia a<br />

expresar libremente sus ”opiniones democráticas” y calificaba de fascista al régimen por no<br />

permitirlo.<br />

”En ningún país – dice la nota –, a excepción de los países de régimen fascista, se considera como un<br />

crimen la libre expresión de las opiniones democráticas. En la Yugoslavia actual eso sirve de base para<br />

detenciones ilegales y para castigos crueles a personas que critican el régimen fascista existente en<br />

Yugoslavia…En Europa sólo existen dos gobiernos, el griego y el español, el de Tsaldaris y el de Franco,<br />

que consideran la resolución <strong>del</strong> Buró de Información de los partidos <strong>comunista</strong>s como un documento<br />

criminal. Estos dos gobiernos son fascistas. De ello se deduce que el gobierno yugoslavo es el tercer<br />

gobierno que considera la resolución <strong>del</strong> Buró de Información como un documento criminal, estimando<br />

su difusión e incluso el hecho de conocerlo como base suficiente para encarcelar a las gentes por<br />

millares.”<br />

(Como vimos, el PCY había reproducido y difundido la resolución <strong>del</strong> Kominform, al día siguiente<br />

de aparecer, en medio millón de ejemplares, y desde entonces su texto, como las cartas de Stalin,<br />

podían adquirirse en cualquier librería de Belgrado, pero este hecho no existía para el gobierno<br />

soviético.) <strong>La</strong> nota negaba que la resolución <strong>del</strong> Buró de Información propugnara el derrocamiento

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