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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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1<br />

1. Revolución y esferas de influencia<br />

¿Apoyar el movimiento de liberación de China? ¿No será arriesgado? ¿No nos enemistará con otros<br />

países? ¿No será mejor establecer nuestras ”esferas de influencia” en China conjuntamente con otras<br />

potencias ”avanzadas” y sacar algo de China en provecho propio? [...] ¿Apoyar el movimiento de<br />

liberación de Alemania? ¿Merece la pena arriesgarse? ¿No será mejor llegar a un acuerdo con la Entente<br />

acerca <strong>del</strong> Tratado de Versalles y sacar algo a título de compensación? ¿Mantener la amistad con Persia,<br />

Turquía y Afganistán? ¿No será mejor restablecer las ”esferas de influencia” con alguna de las grandes<br />

potencias?<br />

Tal es la ”concepción” nacionalista de nuevo tipo que trata de suplantar a la política exterior de la<br />

Revolución de Octubre [...] Esa es la vía <strong>del</strong> nacionalismo y la degeneración, la vía que conduce a la<br />

liquidación total de la política internacionalista <strong>del</strong> proletariado, pues la gente atacada de esa enfermedad<br />

no ve en nuestro país una parte <strong>del</strong> todo que se llama movimiento revolucionario mundial, sino el<br />

principio y el fin de ese movimiento, considerando que los intereses de todos los demás países deben ser<br />

sacrificados a los intereses de nuestro país.<br />

Stalin, 1925.<br />

De la Komintern al Kominform<br />

Los cuatro años que se extienden entre la disolución de la Komintern y la creación <strong>del</strong> Kominform(1)<br />

forman un periodo de auge espectacular <strong>del</strong> movimiento <strong>comunista</strong>, sobre todo en los<br />

principales teatros de la guerra: Europa y Asia. El mundo que emerge <strong>del</strong> gran drama cuenta a<br />

finales de 1945 con catorce millones de <strong>comunista</strong>s organizados fuera de las fronteras soviéticas,<br />

contra un millón escaso en vísperas de la guerra, y muchos menos – no es posible cifrar la reducción,<br />

pero fue drástica, particularmente en Europa – en el periodo <strong>del</strong> pacto germanosoviético(2).<br />

Dentro de esta progresión general, cuya excepción más significativa son los Estados Unidos,<br />

sobresalen netamente unos cuantos partidos que junto con el de la Unión Soviética (más los <strong>del</strong><br />

Vietnam y Cuba en los últimos años) serán hasta hoy, por uno u otro concepto, los centros<br />

neurálgicos <strong>del</strong> movimiento <strong>comunista</strong> mundial: el Partido Comunista de China, los de las<br />

”democracias populares” europeas, y los partidos <strong>comunista</strong>s de Francia e Italia.<br />

El partido chino pasa en el curso de la guerra antijaponesa de 40 000 miembros en 1937 a 1 200 000<br />

en 1945, y se consolida como dirigente de la gran revolución asiática. A fines de 1947 cuenta ya<br />

con 2 700 000 miembros, y en el verano de ese mismo año, poco antes de que Stalin decida crear el<br />

Kominform, el ejército de liberación pasa a la ofensiva contra las tropas <strong>del</strong> Kuomintang. Se inicia<br />

el viraje decisivo en la marcha de la guerra civil y la victoria revolucionaria se perfila en el<br />

horizonte(3).<br />

En vísperas de la guerra, todos los partidos <strong>comunista</strong>s de las futuras ”democracias populares”<br />

estaban en la clandestinidad y, exceptuado el de Checoslovaquia, llevaban años de precaria<br />

existencia. Sus fuerzas organizadas quedaron reducidas a unos cuantos miles de militantes, y en<br />

Rumania y Hungría su influencia política era ínfima. El partido polaco había sido prácticamente<br />

destruido por las depuraciones y represiones estalinianas de final de los años treinta, que aunque en<br />

menor medida afectaron también a los de Yugoslavia, Hungría y Rumania (véase nota 17 <strong>del</strong><br />

capítulo 3 de la primera parte). En 1947 esos partidos reunían en total más de siete millones de<br />

miembros y eran dueños <strong>del</strong> poder o estaban en vísperas de completar su conquista.<br />

En Francia e Italia se forman los dos ”grandes” <strong>del</strong> comunismo dentro <strong>del</strong> área capitalista<br />

desarrollada. El partido italiano salta de 5 000 miembros, a comienzos de 1943, a dos millones en<br />

1946, y el francés, más modestamente, pasa de 300 000 en vísperas de la guerra (de los que sólo<br />

queda un reducido porcentaje en el periodo <strong>del</strong> pacto germanosoviético), a cerca de un millón en<br />

1946. Ambos se convierten en el partido hegemónico dentro de la clase obrera; y extienden su<br />

influjo a otros sectores sociales, sobre todo a los medios intelectuales. Los dos participan en los<br />

gobiernos que se suceden desde la liberación hasta comienzos de 1947.

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