La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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bloqueado en el oeste. El glacis no podía construirse, evidentemente, sobre estructuras capitalistas.<br />
Pero tanto de esta revolución, como de la doctrina a que dio lugar, y de la utilización de esta<br />
doctrina como justificación <strong>del</strong> neorreformismo de los partidos <strong>comunista</strong>s de Europa occidental,<br />
nos ocuparemos en el siguiente capítulo.<br />
<strong>La</strong> histórica derrota <strong>del</strong> fascismo, la revolución yugoslava, el proceso revolucionario iniciado en los<br />
otros países <strong>del</strong> este a favor de su liberación por el ejército soviético y de la construcción <strong>del</strong> glacis,<br />
la consagración de la Unión Soviética como gran potencia mundial, el fortalecimiento de los<br />
partidos <strong>comunista</strong>s occidentales, ocultaron ante los <strong>comunista</strong>s de aquellos años – que vivían y<br />
soñaban en el clima eufórico descrito al comienzo de este capítulo –, y en general ante los<br />
contemporáneos, el grave significado de la frustración de la revolución europea para el destino<br />
ulterior de la lucha por el socialismo. Poco después ejercería el mismo efecto la victoria de la<br />
revolución china y, más a<strong>del</strong>ante, el derrumbamiento <strong>del</strong> viejo sistema colonial. Pero vistas las<br />
cosas con la perspectiva actual, aparece con claridad que aquella victoria de la burguesía<br />
internacional, aquella abdicación <strong>del</strong> comunismo europeo en su hora de máxima influencia – en la<br />
coyuntura más favorable <strong>del</strong> medio siglo que nos separa de la revolución de Octubre – ha tenido<br />
tremenda y nefasta influencia sobre el curso ulterior de los acontecimientos mundiales. Efecto<br />
último, el más grave, de la descomposición ideológica de la Internacional Comunista, es una de las<br />
causas objetivas fundamentales de la actual <strong>crisis</strong> <strong>del</strong> movimiento <strong>comunista</strong>.<br />
2. El Kominform<br />
<strong>La</strong>s revoluciones <strong>del</strong> glacis<br />
A la hora de su liberación por los ejércitos soviéticos, los cinco países <strong>del</strong> este que serían integrados<br />
en el glacis presentaban características sumamente diversas. El desarrollo industrial de<br />
Checoslovaquia contrastaba con el carácter predominantemente agrario de los otros cuatro, entre los<br />
cuales, a su vez, existían diferencias sustanciales en la ecuación industria-agricultura. Polonia,<br />
Checoslovaquia y Bulgaria eran eslavos, pero mientras en el pueblo polaco imperaba la rusofobia,<br />
los checoslovacos y búlgaros se distinguían por su rusofilia. Rumania y Hungría apenas tenían lazos<br />
étnicos y culturales con Rusia. A la simpatía por la Unión Soviética, se sumaba en Checoslovaquia<br />
la presencia de un partido <strong>comunista</strong> tradicionalmente influyente, que durante la Resistencia se<br />
transformó en el primer partido político <strong>del</strong> país. Aunque en menor escala, los <strong>comunista</strong>s búlgaros<br />
contaban con sólidas tradiciones, habían organizado un movimiento guerrillero de cierta<br />
importancia y en el momento de la liberación representaban la fuerza política más activa y<br />
organizada. En cambio, los partidos <strong>comunista</strong>s de Polonia, Rumania y Hungría eran pequeñas<br />
organizaciones con reducidísima influencia de masas. Checoslovaquia tenía detrás veinte años de<br />
democracia parlamentaria, mientras los otros cuatro habían vivido todo a gran parte de ese<br />
interregno bajo regímenes reaccionarios y dictaduras semifascistas. Polonia y Checoslovaquia<br />
pertenecían al campo de los vencedores; Hungría, Rumania y Bulgaria, al de los vencidos. Y<br />
podrían señalarse otras significativas diferencias de toda índole.<br />
El simple hecho de que en estos cinco países los partidos <strong>comunista</strong>s conquistaran el monopolio <strong>del</strong><br />
poder casi al mismo tiempo (en el curso de 1947-1948), ajustando el régimen sociopolítico al<br />
mismo esquema, demuestra por sí solo que los factores determinantes de semejante desarrollo no<br />
fueron los nacionales. En Checoslovaquia la clase obrera podría haber tomado el poder<br />
coincidiendo con la liberación <strong>del</strong> país, e iniciar la revolución socialista sobre bases ampliamente<br />
democráticas, Según la feliz expresión de H. Ripka, lo prefabricado en Checoslovaquia no fue la<br />
revolución sino el aplazamiento de la revolución(1). Aunque en otro contexto, a realizar bajo otras<br />
formas, análoga posibilidad se presentó en Bulgaria. Pero Polonia no reunía evidentemente<br />
condiciones, dado el abanico de fuerzas políticas allí existentes, más que para una democracia<br />
burguesa, dentro de la cual el comunismo y el socialismo de izquierda laborasen por obtener el<br />
apoyo de las masas. Y lo mismo sucedía en Rumania y Hungría. <strong>La</strong> Unión Soviética podía proteger<br />
a los que luchasen por el socialismo en estos tres países, contra toda intervención de las potencias