La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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<strong>La</strong>s declaraciones de algunos <strong>comunista</strong>s asiáticos afirmando su voluntad de seguir el ejemplo<br />
chino no fueron incluidas en el resumen de los debates de esa reunión publicado por el órgano de la<br />
Federación Sindical Mundial.<br />
Evidentemente, la revolución de la enorme China, como la revolución de la pequeña Yugoslavia,<br />
estaba preñada de peligros heréticos. <strong>La</strong> proclamación de la República popular china el 1 de octubre<br />
de 1949 – en vísperas de que el Kominform anunciara que la República popular yugoslava estaba en<br />
manos de ”asesinos y espías” –, no representaba sólo el más rudo golpe asestado al sistema<br />
imperialista después de la revolución de Octubre; significaba también que ante el Kremlin se<br />
levantaba el espectro de un titismo asiático, incomparablemente más peligroso que el titismo<br />
balcánico. Algunos observadores occidentales apuntaron la posibilidad, aunque no la consideraban<br />
inmediata, de que el espectro tomara cuerpo” . Y los partidos <strong>del</strong> Kominform juzgaron necesario<br />
salir al paso de semejantes ”especulaciones”. <strong>La</strong> revista <strong>del</strong> PCF, por ejemplo, escribió en marzo de<br />
1950 que ”el internacionalismo proletario se encuentra profundamente anclado en el Partido<br />
Comunista chino, y puede afirmarse que las esperanzas acariciadas por los imperialistas en un<br />
”titismo chino” están condenadas a la más miserable decepción”(35)<br />
<strong>La</strong> alianza chinosoviética<br />
Durante algunos años, en efecto, el fantasma fue ahuyentado. <strong>La</strong> situación internacional empujaba<br />
con fuerza, tanto a Mao como a Stalin, a entenderse. <strong>La</strong> guerra fría estaba en su apogeo. Mao no<br />
podía saber hasta donde llegaría el apoyo de los Estados Unidos al derrotado Chiang Kai-chek<br />
refugiado en Formosa. En todo caso, el imperialismo americano era la principal amenaza que se<br />
cernía sobre la nueva China. Stalin, por su parte, necesitaba fortalecer su dispositivo internacional.<br />
En abril de 1949 se había firmado el Pacto Atlántico. En mayo el gobierno soviético tuvo que<br />
renunciar al bloqueo de Berlín oeste. Japón se convertía en una base militar americana frente al<br />
Extremo Oriente soviético. Y aunque en julio de ese año hizo explosión la primera bomba atómica<br />
soviética, la ventaja americana en este orden era evidente, si bien la superioridad soviética en<br />
fuerzas militares convencionales no era menos evidente. <strong>La</strong>s negociaciones Mao-Stalin iniciadas en<br />
Moscú en diciembre de 1949 terminaron en febrero de 1950 con la conclusión <strong>del</strong> tratado<br />
chinosoviético de ”amistad, alianza y ayuda mutua”, por treinta añosa En junio de 1950 estallaba la<br />
guerra de Corea que habría de soldar fuertemente durante tres años la nueva alianza. Aparte de este<br />
imperioso condicionante internacional ínter- vinieron, sin duda, otros factores. <strong>La</strong>s relaciones entre<br />
ambos partidos no se habían puesto a prueba aún en el plano estatal (tampoco en el caso yugoslavo<br />
las divergencias surgidas durante la guerra condujeron por sí mismas a la ruptura; las relaciones se<br />
hicieron antagónicas cuando entró en escena el nuevo Estado yugoslavo y se reveló prácticamente<br />
la incompatibilidad entre su soberanía y la política y métodos <strong>del</strong> Kremlin). Posiblemente Mao<br />
pensó que con un país como China, de 500 millones de habitantes y un ejército de varios millones<br />
cuyas altas cualidades combativas acaban de ponerse de manifiesto, Stalin se guardaría de proceder<br />
como con los pequeños Estados <strong>del</strong> este europeo. Por otra parte, la situación económica <strong>del</strong> país, al<br />
cabo de veinticinco años de guerras casi continuas, era francamente desastrosa. Los <strong>comunista</strong>s<br />
chinos pensaban que la URSS les proporcionaría la urgente ayuda que necesitaban. Ante ellos se<br />
presentaban problemas económicos y técnicos ingentes para los que no estaban preparados. <strong>La</strong><br />
teoría maoísta de la ”nueva democracia” proporcionaba una orientación general sobre las relaciones<br />
y el papel de las diferentes clases, el carácter <strong>del</strong> nuevo régimen, pero para construir éste hacía falta<br />
algo más. El PCC creyó encontrar la solución en el mo<strong>del</strong>o y la experiencia de la construcción<br />
soviética. En vísperas de la victoria Mao planteó así el problema:<br />
”Ante nosotros se presenta la enorme tarea de la edificación económica. Muy pronto algunas de las cosas<br />
que conocemos bien quedarán atrás y tendremos que ocuparnos de otras que conocemos mal. Ahí está la<br />
dificultad. Los imperialistas cuentan con que seremos absolutamente incapaces de administrar nuestra<br />
economía [...]<br />
Al principio, algunos <strong>comunista</strong>s soviéticos tampoco dominaban la gestión de los asuntos económicos y<br />
los imperialistas descontaban su fracaso. Pero el Partido Comunista de la Unión Soviética ha triunfado, y