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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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latinoamericanas, Estados atrasados <strong>del</strong> este y sur de Europa. Pero la amenaza más grave, la más<br />

previsible, para el capitalismo mundial, a partir de la entrada en la guerra, era la posible<br />

convergencia de la derrota fascista y la victoria soviética con una revolución proletaria en Francia,<br />

abriendo un proceso que desembocase en la revolución a escala continental. <strong>La</strong> burguesía<br />

angloamericana tenía plena conciencia <strong>del</strong> riesgo, y toda su política, planes estratégicos, medidas<br />

operacionales, a lo largo de la contienda, estuvieron profundamente influidos por esa amenaza,<br />

particularmente en la fase final <strong>del</strong> conflicto, cuando la presencia de una Unión Soviética en trance<br />

de obtener la victoria, convertida en la primera potencia militar <strong>del</strong> continente, se afirma sin lugar a<br />

dudas; cuando la Resistencia francesa aparece como una fuerza considerable, orientada en gran<br />

parte por los <strong>comunista</strong>s; cuando, además, la eventualidad de un curso revolucionario se perfila<br />

netamente en Italia, y es un hecho en Yugoslavia y Grecia.<br />

Americanos e ingleses coincidían plenamente en dos objetivos fundamentales: derrotar a sus rivales<br />

y salvar a la Europa capitalista industrial de la revolución proletaria. Subsidariamente coincidían,<br />

como es natural, en prevenir y sofocar, llegado el caso, cualquiera amenaza revolucionaria en otros<br />

puntos <strong>del</strong> globo y particularmente en China. Podían discrepar en los métodos y vías para alcanzar<br />

dichos objetivos, pero existía identificación en lo esencial. Los intereses conflictivos se presentaban<br />

en la cuestión colonial, pero más bien como cuestión <strong>del</strong> mañana que como problema inmediato. <strong>La</strong><br />

comunidad de intereses en relación con los objetivos prioritarios, sumada a la estrecha dependencia<br />

financiera y militar en que se encontraba el vetusto imperio inglés de la superpotencia americana,<br />

proporcionaba a la alianza angloamericana sólidos cimientos. El problema difícil que se planteaba<br />

residía en la contradicción existente entre sus dos objetivos prioritarios, dado que la derrota de<br />

Alemania era una de las condiciones esenciales de la revolución europea. Y que la misma lógica de<br />

la guerra antifascista y liberadora ponía a los pueblos <strong>del</strong> continente en la vía de la revolución.<br />

Análogo problema se le planteaba a la alianza angloamericana en la guerra <strong>del</strong> Pacífico, sobre todo<br />

en relación con China. Pero en el espíritu de los dirigentes de Wáshington y Londres el problema<br />

oriental no se presentaba en términos tan dramáticos como el problema europeo: en aquel entonces<br />

subestimaban las posibilidades de los <strong>comunista</strong>s chinos y de otros movimientos revolucionarios<br />

asiáticos.<br />

El imperativo de prevenir la revolución europea debía lógicamente impulsar los gobernantes<br />

angloamericanos al compromiso con Alemania, y como es sabido hicieron todo lo posible en esa<br />

dirección hasta el estallido <strong>del</strong> conflicto. Pero ésa no era la lógica <strong>del</strong> imperialismo alemán, el cual<br />

consideraba que la victoria militar en el continente europeo y en las Islas Británicas le permitiría<br />

matar dos pájaros de un tiro: eliminar por tiempo indeterminado todo amenaza revolucionaria en<br />

Europa y asegurarse las bases económicas y políticas de su ulterior expansión. Este programa <strong>del</strong><br />

imperialismo alemán representaba para los angloamericanos una amenaza no menor, y sobre todo<br />

más inmediata e insoslayable, que la eventual revolución europea. Colocada ante la inexorable<br />

necesidad de derrotar a Alemania para proteger sus intereses vitales, la alianza angloamericana tuvo<br />

que explorar otra vía susceptible de conciliar la derrota alemana con la salvaguardia <strong>del</strong> capitalismo<br />

europeo: la vía de un compromiso de largo alcance con el Estado soviético y el movimiento<br />

<strong>comunista</strong>. Su posibilidad se había esbozado en el periodo <strong>del</strong> frente popular, pero la primera<br />

comprobación relevante, y alentadora para el capitalismo, de hasta donde los jefes soviéticos<br />

estaban dispuestos a llegar en ese camino, fue el pacto germanosoviético, en aras <strong>del</strong> cual el<br />

Kremlin no había vacilado en imponer a los partidos <strong>comunista</strong>s el abandono de la táctica<br />

antifascista. No obstante, tampoco esta experiencia era concluyente, porque el gobierno soviético<br />

había ido al pacto con Alemania en posiciones de debilidad; no permitía prever cual sería su<br />

comportamiento en posiciones de fuerza, en el contexto de una derrota alemana. A los<br />

angloamericanos no les quedaba otra solución, de maneras, que intentar esa vía, combinándola,<br />

desde luego, con una astucia elemental procurar que la Unión Soviética se desgastara lo más posible<br />

en el duelo con Alemania. <strong>La</strong> experiencia demostró, como hemos visto, que el comrpomiso buscado<br />

por Londres y Wáshington era perfectame posible. Gracias a él pudieron superar la contradicción

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