La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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Entre los intelectuales de izquierda no <strong>comunista</strong>s la repulsa contra el curso que tomaban los<br />
partidos <strong>comunista</strong>s y la URSS fue casi general. Durante la guerra y en los primeros años de la<br />
postguerra los partidos <strong>comunista</strong>s europeos habían extendido considerablemente su influencia en<br />
los medios intelectuales. <strong>La</strong> reaparición de la Inquisición estaliniana produjo un reflujo brutal. Al<br />
zdanovismo, los procesos, la campaña de mentiras sobre Yugoslavia, vinieron a sumarse las<br />
primeras informaciones sobre la existencia de campos de concentración en la URSS. El conjunto<br />
era más que suficiente para que todo espíritu libre, no protegido por las anteojeras <strong>del</strong> partido,<br />
tuviera que interrogarse sobre la naturaleza <strong>del</strong> régimen y <strong>del</strong> partido político que producía y<br />
albergaba semejantes fenómenos. Dato sintomático: de la edición francesa de El Cero y el Infinito<br />
de Koestler, aparecida en 1947, se vendieron más de 400 000 ejemplares(71).<br />
Como para completar este aspecto de Iglesia medieval que el movimiento <strong>comunista</strong> presentaba en<br />
aquellos años, el culto de Stalin – iniciado en la década <strong>del</strong> treinta, intensificado durante la guerra y<br />
postguerra – adquirió a partir de 1948 tonalidades casi místicas, amorosas, que el final <strong>del</strong> informe<br />
de Georghiu-Dej sobre ”El partido <strong>comunista</strong> yugoslavo en poder de los asesinos y espías”, traducía<br />
elocuentemente (véase p. 477). <strong>La</strong> reunión <strong>del</strong> Kominform donde fue presentado ese informe se<br />
efectuó en vísperas <strong>del</strong> setenta aniversario de Stalin (diciembre de 1949). El anatema paroxístico<br />
fulminado contra el Enemigo se conjugó con la glorificación no menos paroxística <strong>del</strong> Salvador.<br />
(Recordemos un pasaje <strong>del</strong> informe: ”Con su perspicacia genial [...] el camarada Stalin ha salvado a<br />
numerosos partidos marxistas.”) De todos los rincones <strong>del</strong> planeta llegaron al Kremlin caravanas de<br />
ofrendas. Los artículos de Mólotov y Málenkov dedicados al fausto acontecimiento, después de<br />
describir el itinerario terrenal <strong>del</strong> Guía, sus actos y obras inmortales, terminaban así:<br />
”Por eso es tan iliminada la confianza de los trabajadores de nuestro país en la sabia dirección estalinista,<br />
tan recia su fe en el genio de Stalin, tan inmenso el amor <strong>del</strong> pueblo soviético y de los trabajadores de<br />
todo el mundo por el camarada Stalin [...] Con el sentimiento de una gratitud inmensa los pueblos de la<br />
Unión Soviética, cientos de millones de todos los pueblos <strong>del</strong> mundo, dirigen sus miradas hacia el<br />
camarada Stalin. <strong>La</strong> humanidad progresiva ve en el camarada Stalin su guía y maestro amado, confía y<br />
sabe que la causa de Lenin y Stalin es invencible.”(72)<br />
”¿Puede ser <strong>comunista</strong> el que no lleve en su corazón una afección sin límites por Stalin, el Jefe, el<br />
amigo, cuyo 70 aniversario hemos celebrado con fervor?” – clamaba Thorez, bajo una tempestad de<br />
aplausos en el XII Congreso <strong>del</strong> PCF(73). Entre los innumerables panegíricos de esos años, tal vez<br />
ninguno resume mejor la beatería reinante en el movimiento <strong>comunista</strong> que la dolorida crítica de<br />
Les Lettres Françaises al retrato de Stalin hecho por Picasso:<br />
”¿Dónde están expresados en este dibujo la bondad, el amor de los hombres, que se encuentran en cada<br />
fotografía de Stalin? [...] Este dibujo no refleja en manera alguna el carácter de Stalin, luminoso de<br />
inteligencia y fraternidad [...] No expresa lo que representa para nosotros el camarada amado, el padre de<br />
todos, el hombre que más amamos, en cuya muerte no podemos creer [...] <strong>La</strong> nobleza, la bondad, que<br />
caracterizan en el más alto grado el rostro inmortal de Stalin están más que ausentes [...] ¿Qué se ha<br />
hecho de la irradiación, la sonrisa, la inteligencia, la humanidad en fin, tan visibles sin embargo en los<br />
retratos de nuestro querido Stalin? [...] Picasso corre el riesgo de sembrar la incomprensión y la confusión<br />
entre los <strong>comunista</strong>s y los amigos de nuestro partido.”(74)<br />
En efecto, hasta ese momento todo estaba claro para los buenos <strong>comunista</strong>s, y era lástima que la<br />
irrespetuosa genialidad <strong>del</strong> gran artista sembrara la confusión. A los pocos días una noticia –<br />
increíble para todo buen <strong>comunista</strong> – apartó la atención <strong>del</strong> rostro anodino salido <strong>del</strong> lápiz<br />
picassiano. Un comunicado <strong>del</strong> Ministerio <strong>del</strong> Interior de la URSS, fechado al 4 de abril, anunciaba<br />
la rehabilitación y puesta en libertad de las eminencias médicas detenidas meses atrás, acusadas de<br />
complot contra el poder soviético. El asunto se había hecho público el 13 de enero. Según Pravda,<br />
esas celebridades de la medicina soviética, condecoradas varias de ellas con la Orden de Lenin,<br />
habían confesado que en lugar de hacer lo posible por curar a Zdanov y otros dirigentes <strong>del</strong> partido,<br />
procedieron metódicamente a su asesinato, sirviéndose <strong>del</strong> propio tratamiento médico, y luego se<br />
pusieron a preparar el asesinato de Stalin y algunos militares. Judíos la mayor parte, confesaron<br />
también – ¡no faltaba más! – que actuaban por cuenta <strong>del</strong> sionismo, <strong>del</strong> espionaje americano y <strong>del</strong>