La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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Ese curso político estuvo estrechamente determinado por el que siguió internamente el régimen<br />
soviético en los años comprendidos entre la victoria antihitleriana y la muerte de Stalin. <strong>La</strong>s<br />
profundas contradicciones <strong>del</strong> sistema estaliniano se agravaron en ese periodo, y la burocracia<br />
gobernante intentó superarlas con los métodos – ya tradicionales – de represión ideológica y<br />
policiaca, al mismo tiempo que el culto de. Stalin tomaba las proporciones que son bien conocidas.<br />
Bajo el efecto de las contradicciones internas y de la previsible desaparición <strong>del</strong> siniestro anciano,<br />
se exacerbó la lucha de camarillas por el poder. Pero el análisis de esta evolución <strong>del</strong> régimen<br />
soviético y de la <strong>crisis</strong> que abrió en él la muerte de Stalin lo abordaremos en la tercera parte de<br />
nuestro estudio, lo mismo que el de la <strong>crisis</strong> de las democracias populares, concienzudamente<br />
preparada por los aprendices de brujo estalinianos. Estas <strong>crisis</strong> revelaron que en la Unión Soviética<br />
el ”sistema” contaba aún con sólidas bases en una población anestesiada por treinta años de mitos y<br />
de regimentación política, paralizada por la red omnipresente de la policía secreta; en una población<br />
ansiosa, ante todo, después de tantas privaciones y sacrificios, de un poco de bienestar material;<br />
mientras que en las democracias populares sus bases eran sumamente frágiles. Aquí la <strong>crisis</strong> puso<br />
en movimiento a considerables grupos sociales, particularmente entre la intelectualidad, la juventud<br />
estudiantil y la clase obrera. Se reveló la debilidad política de las burocracias dirigentes, cuya<br />
formación no había sido producto de un largo proceso orgánico, a diferencia de lo que sucedía en el<br />
caso soviético, y se encontraban sometidas a la triple y contradictoria presión de las fuerzas<br />
progresistas internas, de los restos de las antiguas clases dominantes, y de las imperiosas exigencias<br />
soviéticas.<br />
<strong>La</strong> campaña contra el titismo en los partidos <strong>comunista</strong>s de Occidente<br />
Los partidos <strong>comunista</strong>s <strong>del</strong> mundo capitalista hicieron suya, unánimemente, la gran operación<br />
policiaco-ideológica-política montada por el Kremlin. Inmediatamente de aparecer la primera<br />
resolución <strong>del</strong> Kominform contra el PCY, el comité director <strong>del</strong> Partido Comunista italiano publicó<br />
un breve comunicado en el que declaraba: ”Después de haber escuchado el informe de los<br />
camaradas Togliatti y Secchia sobre la reciente reunión de la Oficina de Información de los partidos<br />
<strong>comunista</strong>s, el Comité Director ha aprobado por unanimidad y sin reserva alguna las decisiones<br />
adoptadas por la Oficina de Información.” El Buró Político <strong>del</strong> Partido Comunista francés hizo<br />
simultáneamente una declaración parecida. Siguiendo los métodos tradicionales, ambos organismos<br />
dirigentes adoptaban decisión tan grave sin contar para nada con los militantes de base y los cuadros<br />
intermedios. Pero al menos podían aparentar que daban ese paso con conocimiento de causa,<br />
después de que sus representantes en la reunión <strong>del</strong> Kominform les habían informado. En cambio,<br />
los organismos directores de los restantes partidos <strong>del</strong> mundo capitalista no habían tenido la más<br />
mínima intervención en el asunto, como no la tuvieron en la fundación <strong>del</strong> Kominform ni en la<br />
”discusión” de la política adoptada por éste. Se enteraron de la condena de los yugoslavos por la<br />
prensa. Pero todos adoptaron inmediatamente – sin pedir más explicaciones ni esperar a que se las<br />
dieran – sus correspondientes resoluciones, aprobando también ”sin reserva alguna” la condena de<br />
los que hasta la víspera pasaban por mo<strong>del</strong>os de revolucionarios. De análogo modo procedieron<br />
ante la segunda resolución <strong>del</strong> Kominform, en la que se afirmaba que el PCY estaba en manos de<br />
”asesinos y espías” y que la revolución yugoslava se había transmutado en fascismo. Y todos los<br />
partidos <strong>comunista</strong>s <strong>del</strong> mundo capitalista aprobaron con la misma incondicionalidad la gran purga<br />
de las democracias populares, los veredictos de los sucesivos procesos, la ejecución, el<br />
encarcelamiento y la liquidación política de centenares de <strong>comunista</strong>s conocidos por su larga<br />
actividad revolucionaria; admitieron como la cosa más natural <strong>del</strong> mundo la metamorfosis de esos<br />
hombres en ”espías”, ”perros de presa” <strong>del</strong> imperialismo, ”monstruos fascistas”, etc.<br />
Durante más de cinco años, la campaña pública e interna en torno a la herejía yugoslava y a la caza<br />
de herejes en las democracias populares alcanzó tales proporciones en los partidos <strong>comunista</strong>s de<br />
los países capitalistas que dejó pequeña a la campaña desarrollada en los años treinta contra el<br />
trotsquismo, al mismo tiempo que reverdecía esta última. Un papel particularmente vergonzoso nos<br />
tocó desempeñar a los dirigentes <strong>del</strong> Partido Comunista de España. El prestigio que el PCE había<br />
conquistado en el movimiento <strong>comunista</strong> internacional por su combate de los años 1936-1939 sirvió