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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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en los países ocupados alarmaba profundamente a los dirigentes angloamericanos. ”En estas condiciones,<br />

todo nuevo retraso en la apertura <strong>del</strong> segundo frente en el norte de Francia implicaba el riesgo de debilitar<br />

en el más alto grado la posición de los Estados Unidos después de la guerra. Los dirigentes ingleses y<br />

americanos se vieron forzados a realizar un brusco viraje, que fue decidido en agosto de 1943, en la<br />

conferencia de Quebec.”(137) En esta réunión, Churchill intentó que prevaleciera el interés británico por<br />

que el segundo frente fuera abierto en los Balcanes, pero los americanos impusieron la decisión que<br />

correspondía a los intereses americanos. Con esta decisión tomada Roosevelt y Churchill acudieron a<br />

Teherán, donde el inglés postuló de nuevo la variante balcánica, pero el americano y el ruso coincidieron<br />

plenamente en la variante francesa.<br />

3) En los primeros meses de 1944 se ”hizo evidente que la Unión Soviética estaba en condiciones, con<br />

sus solas fuerzas, de derrotar a la Alemania fascista y liberar a los países europeos, incluida<br />

Francia”(138). Por otra parte, ”la lucha de liberación <strong>del</strong> pueblo francés, que tendía a transformarse en<br />

insurrección general armada contra los invasores alemanes, despertaba la alarma en el campo de la<br />

reacción mundial”. Semejante perspectiva venció las últimas vacilaciones de Londres y Wáshington, y el<br />

desembarco aliado en las playas de Normandía se llevó a cabo finalmente con objeto de ”frustrar la<br />

democratización de los países de Europa occidental y cerrar al ejército soviético el camino al oeste”(139).<br />

Esta versión de la historiografía soviética está sólidamente fundamentada en el análisis de los<br />

documentos occidentales y ha sido corroborada por la política que practicaron los imperialistas<br />

americanos en Europa desde el momento que sus ejércitos pusieron pie en el continente. Los<br />

historiadores de la URSS han podido ponerse de acuerdo con la verdad en esta cuestión concreta –<br />

aparte las inevitables simplificaciones y elementos propagandísticos de una versión sometida al<br />

”criterio de partido” – porque Moscú no tenía necesidad, a partir de 1947, de seguir mistificando esa<br />

parcela de la historia. Al contrario, tenía necesidad de revelarla por las razones antes explicadas.<br />

Desde ese momento los historiadores soviéticos podían servirse en su análisis de un hilo conductor<br />

tan seguro como era el interés de clase que hubo de imperar forzosamente en las decisiones<br />

militares y políticas de Londres y Wáshington. Lo absurdo habría sido que la estrategia<br />

angloamericana se hubiese inspirado en la idea de favorecer el fortalecimiento de la URSS y el<br />

acceso al poder de los partidos obreros europeos. En cuanto a la tesis de que a partir de fines de<br />

1943, comienzos de 1944, la URSS estaba en condiciones de derrotar a Alemania y liberar a toda<br />

Europa con sus solas fuerzas, conjugadas con la acción de las Resistencias nacionales, no es una<br />

tesis solamente soviética. En noviembre de 1943, Roosevelt opinaba que ”en la primavera próxima,<br />

al paso que van las cosas en Rusia ahora, puede que ya no sea necesario el segundo frente”(140) Y<br />

en mayo de 1944 el almirante Leahy, jefe <strong>del</strong> Estado Mayor de Roosevelt, afirmaba en un informe<br />

sobre la relación de fuerzas existente en ese momento que, en la hipótesis de una ruptura de la ”gran<br />

alianza” y la eventualidad de una guerra con la Unión Soviética, los Estados Unidos podrían, todo<br />

lo más, defender a Inglaterra, pero no batir a la Unión Soviética. ”Con otras palabras, nos veríamos<br />

implicados en una guerra que no podríamos ganar.”(141) Agregemos a esto que los Estados Unidos<br />

se encontraban comprometidos en lo más duro de la guerra contra el Japón, mientras que la Unión<br />

Soviética tenía asegurado su frente extremoriental mediante el pacto sovietico-nipón de 1941.<br />

Así, pues, el segundo frente no fue una condición necesaria-de la derrota de Alemania, como<br />

aseguraba Stalin, sino una condición necesaria de la prevención <strong>del</strong> peligro de revolución socialista<br />

que se perfilaba en el Occidente europeo; fue, simplemente, un aspecto – entre los más importantes<br />

– <strong>del</strong> reparto de ”zonas de influencia” en Europa. Y la manera como Stalin abordó la cuestión <strong>del</strong><br />

segundo frente, desde el momento que comienza a tomar cuerpo la ”gran alianza”, estaba inspirada<br />

por ese objetivo. En lugar, en efecto, de explicar a los pueblos europeos que su liberación debía ser,<br />

ante todo, el fruto de su lucha armada, y que esa era la única vía para llegar a disponer realmente de<br />

sus destinos; en lugar de valorizar prioritariamente ejemplos como los existentes desde comienzos<br />

de 1942 (la constitución en Yugoslavia <strong>del</strong> ejército de liberación y la instauración <strong>del</strong> poder popular<br />

en las zonas liberadas) e incitar a las Resistencias francesa, italiana, etc., a seguir ese camino, los<br />

planteamientos de Stalin y la propaganda soviética sobre el segundo frente – así como sus ecos, la<br />

política y la propaganda de los partidos <strong>comunista</strong>s – fomentaban las ilusiones en la supuesta<br />

misión liberadora y democrática de los ejércitos angloamericanos, y las tendencias a considerar los

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