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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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frente único antijaponés <strong>del</strong> PCC, la política de frente popular de la IC y la política exterior<br />

soviética de aquel tiempo. Pero esa coincidencia no excluía divergencias de importancia. Mientras<br />

la política de frente popular de la IC se ajustó estrechamente a las exigencias de la política exterior<br />

soviética, no sucedió lo mismo con la política de frente único antijaponés <strong>del</strong> PCC. Para la<br />

dirección maoísta esta táctica incluía la lucha permanente por asegurar la hegemonía de las fuerzas<br />

revolucionarias dentro de la alianza temporal con el Kuomintang. <strong>La</strong> óptica de Moscú era distinta.<br />

Habiendo firmado en 1937 un pacto con el gobierno <strong>del</strong> Kuomintang, que incluía ayuda en material<br />

de guerra y especialistas militares(4), el gobierno soviético estaba interesado, ante todo, en que<br />

Chiang Kai-chek consagrara su ejército a la guerra contra el Japón, en lugar de dedicar buena parte<br />

de él a bloquear y hostigar las bases <strong>comunista</strong>s. Pero para Chiang el enemigo principal era el<br />

comunismo. Como diría en una ocasión: ”Los japoneses son una enfermedad de la piel, los<br />

<strong>comunista</strong>s una enfermedad <strong>del</strong> corazón.”(5) <strong>La</strong> guerra civil larvada entre el PCC y el Kuomintang<br />

no podía liquidarse más que si Mao hacía concesiones fundamentales, si se sometía a la jefatura <strong>del</strong><br />

Kuomintang, si disolvía sus fuerzas armadas dentro <strong>del</strong> ejército de Chiang. En este sentido le<br />

presionaba el Kremlin sirviéndose de algunos viejos cuadros <strong>del</strong> PCC, como Wang Ming, que<br />

secundaban incondicionalmente la política estaliniana(6). <strong>La</strong> presión pasó a ser más directa en la<br />

fase que sigue a la invasión de la URSS por Alemania.<br />

En abril de 1941 Moscú, abandonando su anterior política de alianza con la China oficial, concertó<br />

el pacto de no agresión con el Japón, al que ya nos hemos referido en otro lugar. El PCC guardó<br />

elocuente silencio ante este acto que lo ponía en situación análoga a la que el pacto germanosoviético<br />

creó a los partidos <strong>comunista</strong>s europeos. El pacto de abril facilitaba al Japón la<br />

consolidación y ampliación de las posiciones conquistadas en China, y en particular dejaba<br />

disponibles fuerzas japonesas en el norte <strong>del</strong> país que podían ser lanzadas contra las principales<br />

bases <strong>comunista</strong>s(7).<br />

Stalin, sobra decirlo, no consultó con los dirigentes <strong>comunista</strong>s chinos cuando decidió concluir el<br />

pacto con el Japón, y por lo que se sabe hasta hoy no les había proporcionado ayuda militar en el<br />

periodo precedente (1937-1940), mientras se la concedía al Kuomintang(8). Pero cuando Alemania<br />

atacó a la URSS, y surgió el peligro de que el Japón, pese al pacto, hiciera lo mismo, Stalin se<br />

acordó de que existían <strong>comunista</strong>s chinos. Y les pidió que emplearan a fondo sus fuerzas militares<br />

contra las muy superiores <strong>del</strong> Japón; les pidió que hicieran esfuerzos (es decir, concesiones) para<br />

estrechar la unidad con el Kuomintang (a fin de que éste concentrara también sus fuerzas militares<br />

contra el ocupante). El hecho ha sido revelado recientemente por el Kommunist, la revista oficial <strong>del</strong><br />

partido soviético.<br />

”Mao y sus sectarios, dice el Kommunist, sabotearon abiertamente las proposiciones de nuestro partido:<br />

paralizar las fuerzas japonesas por una acción común (PCC-Kuomintang) e impedir que atacaran a la<br />

URSS en la época en que el ejército hitleriano alcanzaba éxitos temporales sobre el frente<br />

germanosoviético.” ”<strong>La</strong> pasividad de Mao en la guerra contra el Japón, mientras los intereses <strong>del</strong><br />

proletariado internacional exigían la aceleración máxima de las operaciones antifascistas – agrega la<br />

revista – es atestiguada por numerosos hechos. Basta constatar que a partir de 1941-1942 los efectivos de<br />

las fuerzas <strong>del</strong> ejército popular enviadas contra los japoneses no cesó de disminuir. El corresponsal<br />

soviético en Yenan comunicaba en enero de 1943 que todas las tropas tenían orden de no llevar a cabo<br />

operaciones contra el Japón y de replegarse en caso de que las operaciones fuesen entabladas. Debían, en<br />

la medida de lo posible, llegar a una tregua con los adversarios.”(9)<br />

De manera deformada, e incluso ridículamente calumniosa (¡la pasividad de Mao en la guerra<br />

contra el Japón!), esta versión <strong>del</strong> Kommunist refleja el conflicto que efectivamente existió entre la<br />

estrategia de Mao y la de Stalin.<br />

Teniendo en cuenta la aplastante superioridad japonesa en armamento y organización militar<br />

regular, Mao rehuyó sistemáticamente comprometer al ejército popular en batallas de tipo<br />

convencional. Aplicó en gran escala la táctica guerrillera, experimentada y teorizada desde el<br />

periodo de Chiangsi.

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