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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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proletaria, en los soviets y en el partido, comienzan en vida de Lenin, pero no se ocultan. Son<br />

abiertamente explicados, tanto a nivel teórico como político, en tanto que medidas transitorias,<br />

dictadas por circunstancias excepcionales. A partir de la muerte de Lenin – ”accidente” histórico<br />

que facilita decisivamente la derrota de las resistencias a la burocratizaciónse pasa progresivamente<br />

al encubrimiento de la realidad. El ”marxismo-leninismo” va convirtiéndose en ideología<br />

mistificadora. Lo que expresa, en el plano ideológico, la formación gradual de la nueva clase<br />

burocrática, gestora de la economía y <strong>del</strong> Estado, cuyos intereses comienzan a separarse de los<br />

intereses de las masas, y a identificarse con la conservación y acentuación <strong>del</strong> curso<br />

antidemocrático tomado por el nuevo régimen. El aplastamiento de las diversas oposiciones internas<br />

afianza ese curso, lo hace irreversible. Pero la nueva clase usufructuaria de los medios de<br />

producción no puede prescindir <strong>del</strong> ideal socialista, ni de su expresión teórica. No sólo porque es la<br />

suprema justificación política y moral de su función (y de esta función dependen los intereses<br />

diferenciados que va adquiriendo) ante las masas trabajadoras soviéticas y ante el proletariado<br />

mundial, cuya solidaridad necesita; sino porque subjetivamente sus componentes creen<br />

efectivamente construir el socialismo de la única manera posible en las condiciones históricas<br />

dadas. No puede prescindir <strong>del</strong> marxismo, bautizado marxismo-leninismo, pero tiene que adaptarlo<br />

a sus necesidades, a su política interior y exterior. En el plano interior puede hacerlo asegurándose<br />

el monopolio de todos los medios de información y propaganda, estableciendo la censura<br />

permanente, llevando hasta sus últimas consecuencias la liquidación de la democracia en los soviets<br />

y en el partido (pero conservando el ritual, salvando las apariencias). En el plano exterior,<br />

transformando el mecanismo central de la Internacional Comunista en organismo burocrático,<br />

depurado de todo pensamiento crítico, compenetrado con la nueva ortodoxia, dócil a sus sucesivas<br />

interpretaciones determinadas por los intereses <strong>del</strong> Estado soviético. Transformación que no se<br />

produce automáticamente, sino a través <strong>del</strong> aplastamiento de todas las tendencias, ideas y<br />

personalidades conflictivas, análogamente a como sucede en el interior de la URSS. <strong>La</strong> nueva<br />

dogmatización y perversión <strong>del</strong> marxismo no es, por tanto, el resultado de un proceso interno al<br />

campo teórico – aunque la debilidad teórica <strong>del</strong> marxismo revolucionario en Occidente y la<br />

trasplantación <strong>del</strong> marxismo ruso a una realidad social distinta constituyan premisas indudables –,<br />

sino el efecto de su subordinación a la nueva clase dirigente soviética, en la medida que los<br />

intereses de ésta dejan de identificarse conlos de la revolución, y por tanto con la sustancia misma<br />

<strong>del</strong> marxismo.<br />

<strong>La</strong> dogmatización <strong>del</strong> marxismo bajo el membrete leninista va acompañada <strong>del</strong> relegamiento o<br />

deformación de tesis e ideas leninianas – análogamente a como la ortodoxia de la II Internacional<br />

fue acompañada de análogos fenómenos en relación con el pensamiento de Marx –, y de la<br />

introducción de nuevas tesis, producción específica de la nueva clase. <strong>La</strong> principal de ellas es la que<br />

afirma la posibilidad de la construcción integral <strong>del</strong> socialismo en el espacio <strong>del</strong> eximperio ruso.<br />

Esta tesis sirve de justificación teórica a toda la política estaliniana, interior y exterior; justifica la<br />

subordinación incondicional de la IC al Estado soviético, desde el momento que convierte a la<br />

construcción <strong>del</strong> socialismo en la URSS en factor decisivo de la revolución mundial, reemplazando<br />

a la tesis marxiana y leniniana de que este factor decisivo es la revolución en el capitalismo maduro.<br />

Enlazada con la tesis típica de la ortodoxia de la II Internacional – conservada en la teoría leninista<br />

de la revolución –, según la cual la dialéctica interna <strong>del</strong> capitalismo le conduce con lógica<br />

implacable a un callejón sin salida, a la incapacidad de desarrollar nuevas fuerzas pro ductivas, la<br />

”teoría” <strong>del</strong> socialismo en un solo país imprime a la nueva ortodoxia un carácter mucho más<br />

determinista, antidialéctico, que el de la ortodoxia kautsquiana. No es casual que a nivel filosófico<br />

el marxismo estaliniano se caracterizase por la regresión al materialismo cientista, por el abandono<br />

de la dialéctica.<br />

Mientras la transformación de la vieja Rusia en gran potencia industrial y militar se apoya<br />

fundamentalmente, a escala internacional – además de en la simpatía <strong>del</strong> proletariado mundial y el<br />

sostén activo de sus fracciones más avanzadas –, en la alianza tácita con la Alemania vencida y los<br />

movimientos de emancipación nacional burgueses (China, Turquía, etc.), teniendo como enemigo

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