La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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A finales de 1946 llega el asunto <strong>del</strong> Vietnam. Después de que el ejército francés ha restablecido<br />
prácticamente el régimen colonial en el sur <strong>del</strong> país (sin que el PCF organizara ninguna acción de<br />
protesta), la flota bombardea Haiphong el 23 de noviembre de 1946 y comienza la guerra <strong>del</strong><br />
imperialismo francés contra el pueblo vietnamita. El PCF persiste en su pasividad e incluso, según<br />
fuentes <strong>comunista</strong>s, la dirección <strong>del</strong> partido llega a considerar en un momento si no debe imputar la<br />
responsabilidad de la guerra a ”provocadores vietnamitas”. En todo caso, durante seis meses la<br />
guerra colonial contra el pueblo vietnamita, dirigido por los <strong>comunista</strong>s, es llevada a cabo por un<br />
gobierno en el que figuran cinco ministros <strong>comunista</strong>s, incluido el secretario general <strong>del</strong> partido,<br />
vicepresidente <strong>del</strong> gobierno. Y durante cuatro meses (desde enero de 1947), el ministro de la<br />
Defensa Nacional de ese gobierno es un <strong>comunista</strong>. Cuando, en marzo, la Asamblea Nacional vota<br />
los créditos militares para la guerra colonial, el grupo parlamentario <strong>comunista</strong> se abstiene, pero los<br />
ministros <strong>comunista</strong>s los votan, a fin de mantener la ”solidaridad gubernamental”, y ratifican las<br />
instrucciones al nuevo Alto Comisario nombrado por el gobierno para dirigir la guerra sobre el<br />
terreno(39). Duclos aporta un ”argumento de peso” – dice J. Fauvet – en pro <strong>del</strong> mantenimiento de<br />
la ”solidaridad ministerial”: la conferencia de los Cuatro (Unión Soviética, Estados Unidos,<br />
Inglaterra y Francia) comienza en Moscú, y ”nuestro ministro de Asuntos Exteriores defiende la<br />
causa de Francia”(40) <strong>La</strong> causa <strong>del</strong> Vietnam puede esperar. Mientras se celebra la conferencia de<br />
los Cuatro, las tropas francesas reprimen la insurrección de los malgaches con los mismos métodos<br />
que la <strong>del</strong> Constantinois argelino dos años atrás(41). El partido se limita a algunas protestas de<br />
cumplido, y a exigir el respeto de la inmunidad parlamentaria en el caso de los diputados malgaches<br />
encarcelados. Lo esencial es seguir salvaguardando la ”solidaridad ministerial”, porque para poder<br />
abogar en la conferencia de Moscú por la ”causa de Francia”, Bidault debe hablar en nombre de la<br />
nación unida. <strong>La</strong> causa de Madagascar puede esperar también, como la <strong>del</strong> Vietnam.<br />
<strong>La</strong> ”causa de Francia”, tan cara para Thorez y Duclos, tiene en este caso un contenido muy preciso:<br />
las reivindicaciones de la Francia vencedora sobre la Alemania vencida. Toda la flexibilidad que el<br />
PCF muestra ante la burguesía francesa, es inflexibilidad cuando se trata <strong>del</strong> ”problema alemán”. <strong>La</strong><br />
política thoreziana en esta cuestión parte de una posición de ”principio”: ”El pueblo alemán porta la<br />
responsabilidad aplastante de haber seguido a Hitler en su guerra de exterminio contra los otros<br />
pueblos [...] Debe sufrir las consecuencias, debe reparar.” (<strong>La</strong>s otras ”responsabilidades aplastantes”<br />
quedan borradas de la historia: la responsabilidad de los pueblos de Francia e Inglaterra, tolerando<br />
el Tratado de Versalles y la política que llevó a Munich; la responsabilidad de las dos<br />
Internacionales en la política que hizo posible la subida de Hitler al poder; la responsabilidad de la<br />
política estaliniana que malogró la gran oportunidad <strong>del</strong> año 1936 para cambiar el curso de los<br />
acontecimientos europeos, y llevó a la derrota de la república española, etc.) Lo que ahora le<br />
preocupa a Thorez es que el Tratado de Versalles cometió el error de exigir las reparaciones<br />
alemanas en dinero, cuando es mucho más eficaz otra variante, ”las reparaciones en especie y, en<br />
primer lugar, la utilización de la mano de obra alemana”. El PCF exige la internacionalización <strong>del</strong><br />
Ruhr y la integración <strong>del</strong> Sarre en el sistema económico francés. El carbón <strong>del</strong> Ruhr debe servir<br />
para la reconstrucción económica de Francia. Y todo esto bien asegurado mediante una ”ocupación<br />
prolongada de Alemania”. No hay que exagerar, sin embargo. El patriotismo de Thorez es realista:<br />
”No nos oponemos – precisa--al desarrollo de algunas industrias pesadas en Alemania. No somos<br />
niños. Sabemos que no se puede reducir Alemania al nivel de una tribu primitiva, pero queremos un<br />
control”. Eso sí, Thorez es inflexible en lo referente a la utilización de la ”mano de obra alemana”;<br />
ya en su gira por la zona minera <strong>del</strong> norte recomendó sacar más rendimiento de los prisioneros<br />
alemanes. Y en la entrevista que concede a la agencia Reuter, publicada en The Daily Mail <strong>del</strong> 15<br />
de noviembre de 1946, amonesta a los ingleses por su blandura en este asunto: ”Tenemos la<br />
impresión de que los británicos tienen le coeur tendre respecto a los alemanes, en lugar de<br />
obligarles a trabajar.”(42)<br />
Por primera vez en la historia <strong>del</strong> PCF desde que Thorez accede a la secretaría general, surge una<br />
divergencia pública con la política de Stalin. El sensacional acontecimiento no está relacionado con<br />
problema alguno de la lucha revolucionaria en Francia, no deriva de que a los dirigentes <strong>comunista</strong>s