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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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37<br />

cólera. Manuilski envió un mensaje a Tito informándole que el ”jefe” estaba ”extremadamente<br />

descontento, y decía que era una puñalada por la espalda a la Unión Soviética y una maniobra<br />

contra la Conferencia de Teherán”. <strong>La</strong> emisora ”Yugoslavia libre”, que transmitía desde territorio<br />

soviético, perdió ipso facto ]a libertad, y no pudo difundir la resolución de la asamblea de Jatse<br />

prohibiendo el retorno a Yugoslavia <strong>del</strong> rey Pedro; fueron censuradas las emisiones elaboradas por<br />

el representante <strong>del</strong> PCY en Moscú(101) Pero entre tanto Wáshington y Londres, que se habían<br />

informado sobre el terreno de la correlación real de fuerzas, <strong>del</strong> descrédito y la impotencia de<br />

Mijailovitch, y de la potencia <strong>del</strong> ejército de liberación, decidieron inclinarse ante el hecho<br />

consumado y orientarse a buscar un compromiso con Tito por otras vías. Sólo entonces el gobierno<br />

soviético reconoció las decisiones de Jatse. Mólotov hizo una declaración que dejaba constancia de<br />

ese ”seguidismo”:<br />

”Los acontecimientos de Yugoslavia, ya aceptados por la Gran Bretaña y los Estados Unidos, son<br />

considerados por el gobierno soviético como susceptibles de contribuir al éxito de la lucha de los pueblos<br />

yugoslavos contra la Alemania hitleriana. Esos acontecimientos son un signo <strong>del</strong> modo notable como los<br />

nuevos jefes yugoslavos han sabido hacer la unión de todas las fuerzas <strong>del</strong> país.”(102)<br />

En efecto era un ”modo notable” que no correspondía en absoluto al ”modo” que Moscú había<br />

tratado de imponer durante dos años y medio. Al mismo tiempo el gobierno soviético decidió enviar<br />

una misión militar al cuartel general de Tito – cosa que ya habían hecho los aliados –, y en los<br />

primeros meses de 1944 los yugoslavos comenzaron a recibir, por fin, algún armamento soviético,<br />

incluidos unos cuantos aviones. Los aliados iniciaron el envío de armas a Tito desde finales de<br />

1943. Pero la ayuda debía tener su contrapartida. Churchill, por un lado, y Stalin, por otro,<br />

intensificaron la presión política y diplomática para que los <strong>comunista</strong>s y el gobierno exilado<br />

llegaron a un compromiso. A fin de facilitar la cosa, Churchill hizo que al frente <strong>del</strong> gobierno <strong>del</strong><br />

rey Pedro se pusiera a Subachitch, considerado como ”más demócrata” que Bozidar Puritch.<br />

Mijailovitch dejó de ser ministro de defensa. El gobierno inglés declaró que cesaba toda ayuda a los<br />

tchetniks. Frente a esta presión combinada anglosoviética, la dirección <strong>del</strong> PCY maniobró. En<br />

agosto de 1944, Tito concluyó un acuerdo con Subachitch, por el cual se establecía una<br />

colaboración entre el gobierno exilado y el gobierno establecido en el país, con la perspectiva de<br />

llegar a un gobierno ”mixto”. Como diría más tarde Tito: ”Aceptamos este acuerdo porque<br />

conocíamos nuestra fuerza, sabíamos que la enorme mayoría <strong>del</strong> pueblo estaba con nosotros [...] Y<br />

además teníamos un fuerte ejército, cuya importancia no podían sospechar nuestros rivales.”(103) A<br />

fines de septiembre, Stalin se entrevista con Tito y le presiona de nuevo para que acepte la<br />

restauración <strong>del</strong> rey Pedro y haga concesiones a la burguesía serbia, pero no logra modificar la<br />

actitud <strong>del</strong> jefe yugoslavo. ”¿Y qué haréis si los ingleses desembarcan en Yugoslavia?”, interroga<br />

Stalin. ”Resistir por todos los medios”, responde Tito. Stalin acoge la tajante respuesta con un<br />

silencio glacial. Unos días después tiene lugar la famosa entrevista Churchill-Stalin, en la que se<br />

efectúa el cínico reparto de ”influencias” en los Balcanes. Sin decir una palabra a Tito, Stalin<br />

conviene con el primer ministro de su majestad en repartirse por igual la ”influencia” en<br />

Yugoslavia(104). En Yalta este ”reparto” no sólo fue revalidado sino concretado. El 12 de febrero<br />

de 1945, las misiones militares rusa y británica en Belgrado informaron a los dirigentes yugoslavos<br />

que en la sesión <strong>del</strong> 10 de febrero los tres jefes de gobierno habían acordado hacer las siguientes<br />

”recomendaciones” al mariscal Tito:<br />

a) El acuerdo Tito-Subachitch debía entrar en vigor inmediatamente con la creación de un<br />

nuevo gobierno;<br />

b) Desde el momento de su formación este gobierno anunciaría: 1) que el AVNOJ admitiría en<br />

su seno miembros de la antigua Asamblea nacional yugoslava que no se hubieran<br />

comprometido colaborando con el enemigo, y que el cuerpo político así formado tomaría el<br />

nombre de Asamblea provisional; 2) que la legislación promulgada por el AVNOJ sería<br />

sometida a ratificación ulterior de la Asamblea Constituyente(105).<br />

Esta decisión provocó la más viva indignación entre todas las tendencias de los combatientes, en<br />

particular la imposición de aceptar en la Asamblea provisional miembros de la Asamblea de 1938,

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