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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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Ya es significativo que frente a la crítica yugoslava en la reunión constituyente <strong>del</strong> Kominform, los<br />

dirigentes <strong>comunista</strong>s franceses e italianos no intentaron siquiera demostrar tal imposibilidad. Se<br />

salieron por la tangente aduciendo que en caso de intentar tomar el poder hubieran intervenido los<br />

ejércitos angloamericanos para impedirlo. Era salirse por la tangente, porque la crítica no iba<br />

dirigida contra el hecho de que no hubiesen intentado tomar el poder, sino contra el hecho de haber<br />

practicado desde 1941 una política que implicaba la renuncia a priori a tal perspectiva, que se<br />

proponía una meta contraria: la restauración de la democracia burguesa. Una política de<br />

subordinación a los aliados burgueses. El peligro de intervención de los ejércitos angloamericanos<br />

no se planteó en Francia hasta el verano de 1944. ¿Qué es lo que impidió al Partido Comunista<br />

francés en los tres años precedentes tener una política orientada a preparar ideológica, política y<br />

organizacionalmente a la clase obrera para la lucha por una salida socialista de la <strong>crisis</strong> sin<br />

precedentes de la Francia burguesa? ¿Por qué en lugar de contribuir a la subordinación de la<br />

Resistencia a la dirección gollista, y al viejo sistema de los desacreditados partidos burgueses, no<br />

apoyó y encabezó las corrientes opuestas que se manifestaban en el seno de la Resistencia? ¿Por<br />

qué no luchó desde el primer día por la creación de un nuevo poder nacido de la Resistencia<br />

interior, basado fundamentalmente en las masas trabajadoras, frente a la restauración <strong>del</strong> viejo<br />

poder, que representaba el gollismo? El hecho de que pese a la política archioportunista <strong>del</strong> PCF en<br />

esos tres años la Liberación tuviera las características que tuvo; que en una serie de regiones, como<br />

reconocen historiadores no <strong>comunista</strong>s, las fuerzas obreras y de izquierda tuviesen el poder al<br />

alcance de la mano; que las masas afluyesen al Partido Comunista francés y apoyaran las corrientes<br />

de izquierda en el partido socialista, en los sindicatos y otras organizaciones; éstos y otros rasgos de<br />

ese periodo, demostraron la profundidad <strong>del</strong> proceso revolucionario (las masas creían entonces que<br />

el Partido Comunista era el partido de la revolución), y ponían en evidencia retrospectivamente que<br />

con otra política en el periodo precedente el nivel de conciencia <strong>del</strong> movimiento, su espíritu<br />

combativo y su voluntad de imponer un cambio radical, hubiesen llegado mucho más lejos. Pero<br />

partiendo <strong>del</strong> nivel efectivo que el movimiento alcanzó en los meses que siguieron a la Liberación,<br />

¿acaso no existía la posibilidad de impulsarlo en una perspectiva revolucionaria? Este es el<br />

interrogante que los responsables <strong>del</strong> PCF han eludido siempre. A las críticas de izquierda<br />

respondían, y siguen respondiendo, con el tópico de que no existían condiciones para la toma <strong>del</strong><br />

poder(176). Pero la cuestión no está ahí. <strong>La</strong> cuestión reside en que el partido practicó una política<br />

encaminada a frustrar toda posibilidad de que se crearan las condiciones para la toma <strong>del</strong> poder (no<br />

por él solo sino por el conjunto <strong>del</strong> ala revolucionaria de la Resistencia). Practicó la política <strong>del</strong><br />

cuerpo de bomberos ante un conato de incendio. En el periodo de casi un año que transcurrió desde<br />

la liberación de París hasta la capitulación de Alemania, nadie, salvo el partido <strong>comunista</strong> y los<br />

sindicatos por él controlados, podían impedir el desarrollo impetuoso <strong>del</strong> movimiento de masas.<br />

Frente a la política gollista de liquidación de los comités de liberación y de las milicias patrióticas,<br />

de los embriones de doble poder nacidos de la Resistencia, el PCF tenía la posibilidad de recurrir a<br />

las huelgas y ocupaciones de fábricas, a las manifestaciones masivas y otras formas de acción.<br />

Estaba en sus manos impulsar la transformación de los comités de liberación en órganos directos de<br />

las masas, apoyados por órganos de poder obrero en las empresas. El partido podía promover<br />

movimientos de este tipo y propiciar la unidad de toda la izquierda en torno a un programa de<br />

democracia socialista. <strong>La</strong> cuestión <strong>del</strong> poder no podía llegar a plantearse concretamente más que en<br />

el contexto de una política orientada a fortalecer el movimiento de masas, a disipar sus ilusiones en<br />

el gollismo y en los Aliados (fomentadas por el mismo partido en el periodo precedente), etc. Pero<br />

la política <strong>del</strong> PCF fue la que vimos: cooperar con de Gaulle en la liquidación de la Resistencia,<br />

decir a la clase obrera que debía apretarse el cinturón para restaurar la economía capitalista, frenar –<br />

cuando no algo peor – el movimiento de liberación de las colonias francesas, sembrar ilusiones en<br />

la vía parlamentaria y pacífica, seguir idealizando a los Aliados. Fue una nueva edición de la<br />

política tradicional, reformista y nacionalista <strong>del</strong> ala derecha de la socialdemocracia francesa.<br />

<strong>La</strong> posibilidad de una política que combinara dialécticamente la guerra antihitleriana con la lucha<br />

por una salida socialista, se presentó concretamente en Italia después de la caída de Mussolini,<br />

cuando – diciéndolo con palabras de Togliattim – se derrumbaron los viejos fundamentos <strong>del</strong>

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