La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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Entre tanto los alemanes, que ya tenían siete divisiones en Italia, envían diez y ocho más, ocupan de<br />
hecho el norte y centro <strong>del</strong> país, sin que el gobierno Badoglio tome ninguna medida defensiva. El<br />
rey y el mariscal, la gran burguesía italiana, acariciaban, al parecer, la ilusión de salir de la guerra y<br />
consagrarse a la patriótica tarea de combatir el enemigo interior, utilizando el aparato <strong>del</strong> Estado<br />
fascista; pensaban que alemanes y angloamericanos, movidos por la común preocupación de<br />
prevenir el peligro rojo, consentirían en la operación(50). Pero la reacción de los alemanes cierra<br />
esta perspectiva. <strong>La</strong> única salida que le queda al gobierno de su majestad es buscar refugio en el sur,<br />
al amparo de las tropas aliadas, dejando a los hitlerianos la tarea de reprimir el movimiento<br />
antifascista en el norte y centro <strong>del</strong> país. El 9 de septiembre, después de anunciar el armisticio<br />
concluido secretamente con los aliados, el rey y la familia real, el mariscal y un distinguido cortejo<br />
de generales y funcionarios, huyen de Roma, sin haber tomado la más mínima medida de defensa<br />
contra los invasores. Y pasará un mes más sin que Badoglio declare la guerra a Alemania. Al fin lo<br />
hará el 13 de octubre bajo la presión <strong>del</strong> alto mando aliado. Italia quedará dividida en dos zonas: la<br />
ocupada por los alemanes, que hasta la primavera de 1944 comprenderá el norte y centro de la<br />
península, y en el verano de ese año quedará reducida al norte; la zona ocupada por los aliados, que,<br />
inversamente, hasta la liberación de Roma en los primeros días de junio, comprende sólamente el<br />
sur <strong>del</strong> país (el frente pasa un poco al norte de Nápoles), y a partir <strong>del</strong> verano incluye el sur y el<br />
centro.<br />
Desde noviembre de 1943 el movimiento de masas y la acción armada comienzan a adquirir gran<br />
envergadura en la zona norte. Estallan importantes huelgas en Piamonte, Lombardía, Liguria y<br />
Toscana. A iniciativa de la dirección <strong>comunista</strong> <strong>del</strong> norte, y con apoyo <strong>del</strong> Comité de Liberación<br />
Nacional de la Alta Italia (que incluye los partidos <strong>comunista</strong>, socialista, de Acción, liberal y<br />
democratacristiano), en marzo de 1944 se declara la huelga general en el territorio ocupado por los<br />
alemanes. El Partido Comunista y el Partido Socialista lanzan un llamamiento conjunto. Más de un<br />
millón de trabajadores participan en el movimiento – el más importante de este género, durante la<br />
segunda guerra mundial, en la Europa ocupada – afrontando todos los riesgos. En Turín la huelga<br />
dura ocho días. Simultáneamente a las acciones huelguísticas y otras formas de lucha de masas, el<br />
movimiento guerrillero se desarrolla con mucha rapidez. En, el verano de 1944 hay ya unos 100<br />
000 hombres en las unidades combatientes. Longo hace la siguiente descripción de la situación en<br />
la Italia septentrional:<br />
”Debido a la gran envergadura <strong>del</strong> movimiento de masas, en muchas regiones había, de hecho, dualidad<br />
de poder; los órganos de las autoridades fascistas, que se desacreditaban cada vez más, y los órganos de<br />
poder antifascistas, que existían de manera ilegal, pero gozaban de gran popularidad entre la población. Y<br />
además de estas regiones en donde existía la dualidad de poder, durante todo el periodo de la ocupación<br />
nazi hubo otras zonas en el norte de Italia completamente liberadas de las autoridades fascistas, alemanas<br />
o italianas. Estaban dirigidas por organismos democráticos de poder, elegidos libremente bajo la<br />
protección de las fuerzas guerrilleras.”(51)<br />
Comunistas y socialistas, con indudable predominio de los primeros, constituían el núcleo dirigente<br />
de este poderoso movimiento, cuya fuerza decisiva era la clase obrera de la Italia industrial, y cuyo<br />
espíritu revolucionario ha sido subrayado por numerosos protagonistas e historiadores no<br />
<strong>comunista</strong>s(52). Pero mientras en el norte industrial comenzaba a tomar cuerpo este poder popular,<br />
en el sur agrario se fraguaban las estructuras de un nuevo poder político de la burguesía italiana.<br />
En el momento que sigue a la caída de Mussolini los líderes de la izquierda intentan llegar a ciertos<br />
arreglos con Badoglio para organizar la lucha contra la ocupación alemana, pero la complicidad<br />
tácita <strong>del</strong> rey y el mariscal con los hitlerianos, así como su política represiva antipopular, hacen<br />
imposible todo entendimiento. Después <strong>del</strong> abandono de Roma el problema de crear un gobierno<br />
representativo <strong>del</strong> antifascismo y dispuesto a conducir con firmeza la lucha contra los nazis, se pone<br />
en primer plano. Entre tanto, los ”tres grandes” han reconocido de facto al gobierno Badoglio, y en<br />
su ”Declaración sobre Italia”, publicada a finales de octubre de 1943, tras unas cuantas fórmulas<br />
generales sobre la futura democratización <strong>del</strong> régimen político italiano, se hace una recomendación<br />
expresa: la inclusión en el gobierno de ”representantes de aquellos sectores <strong>del</strong> pueblo que se han