La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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movimientos de resistencia armada como fuerzas auxiliares y subordinadas. Con la particularidad<br />
que ese enfoque va acentuándose a medida que la situación militar se hace más favorable a las<br />
armas soviéticas. <strong>La</strong>s declaraciones más tajantes de Stalin sobre la necesidad <strong>del</strong> segundo frente no<br />
son de 1941 y 1942, cuando más difícil es la situación de los ejércitos soviéticos: se inician en la<br />
primavera de 1943, coincidiendo con la disolución de la IC, se acentúan a final <strong>del</strong> año, y la más<br />
rotunda de todas se encuentra en la ya mencionada Orden <strong>del</strong> día <strong>del</strong> 1 de mayo de 1944, donde<br />
Stalin, después de anunciar que el ejército soviético está a punto de arrojar al invasor más allá de las<br />
fronteras patrias, plantea que la tarea de liberar a los pueblos europeos no puede ser llevada a cabo<br />
más que ”por los esfuerzos conjugados de la Unión Soviética, de Inglaterra y de los Estados<br />
Unidos, mediante golpes asestados en común por nuestras tropas al este y las de nuestros aliados al<br />
oeste”. Y remacha: ”No cabe duda alguna que sólo ese golpe combinado puede conducir al<br />
hundimiento total de la Alemania hitleriana.”(142) Lo que equivalía a una recomendación – y<br />
viniendo de Stalin, a una orden – dirigida a los partidos <strong>comunista</strong>s occidentales, en vísperas <strong>del</strong><br />
desembarco aliado: toda acción de las fuerzas de la Resistencia, todos los objetivos políticos<br />
nacionales, deben subordinarse a la acción y los objetivos de las fuerzas angloamericanas. Y en<br />
efecto, tal fue la norma estrictamente observada, como vimos en páginas anteriores, por los partidos<br />
<strong>comunista</strong>s de Francia e Italia, la que llevó al Partido Comunista de Grecia a la capitulación de<br />
Varkiza.<br />
Paralelamente a la progresión en el planteamiento <strong>del</strong> segundo frente como ineludible necesidad<br />
militar de la derrota de Alemania y de la liberación de los pueblos ocupados, Stalin va acentuando<br />
la justificación ideológica de esa subordinación a los aliados que reclama de la izquierda europea.<br />
Afirma que la unidad de la ”gran alianza” es cada día más firme, más amplia la comunidad de<br />
intereses y fines entre los ”tres grandes”. En consecuencia, los pueblos pueden otorgarles su<br />
confianza. A medida que en los hechos, en la práctica, se agravaban las contradicciones en el seno<br />
de la coalición – como reconocerá Zdanov en 1947, como luego demostrará la historiografía<br />
soviética y occidental, como no podía por menos de suceder desde el momento que se perfilaba<br />
netamente la derrota <strong>del</strong> imperialismo alemán, la lucha contra el cual era el único aglutinante<br />
relativamente sólido de la coalición –; a medida que ese inevitable proceso se ahondaba, Stalin<br />
aumentaba la dosis mistificadora.<br />
El 9 de octubre de 1944, cuando los ejércitos soviéticos comienzan a desbordar las fronteras patrias<br />
y penetran en Rumania y Bulgaria, Stalin y Churchill se ponen de acuerdo sobre las respectivas<br />
”cuotas” de influencia en los Balcanes. En sustancia, Churchill se resigna a que Stalin disponga<br />
como bien le parezca de Rumania, Bulgaria y Hungría, con tal de que Stalin le deje las manos libres<br />
en Grecia y le conceda un 50 % de ”influencia” en Yugoslavia, a lo que el Padre de los pueblos<br />
accede magnánimamente(143). El 6 de noviembre, en el discurso que pronuncia con motivo <strong>del</strong><br />
aniversario de la revolución de Octubre, Stalin ensalza la unidad de los ”tres grandes”, augurándole<br />
larga vida. Aquí es donde enuncia más netamente su tesis de que en la base de la alianza entre la<br />
URSS y los dos grandes Estados capitalistas no hay motivos ”fortuitos y efímeros”, sino ”intereses<br />
vitales y duraderos”.<br />
Naturalmente – dice Stalin – a veces surgen divergencias, pero ”lo asombroso no es que existan<br />
divergencias sino que sean tan pocas, y de que, en principio, sean resueltas casi siempre en el sentido de<br />
la unidad y de la acción coordinada de las tres grandes potencias. Lo importante no son las divergencias<br />
sino el hecho de que esas divergencias no rebasan el marco de lo admisible para los intereses de la unidad<br />
de las tres grandes potencias, y finalmente son resueltas según los intereses de esa unidad”.<br />
Después de evocar, en apoyo de su aserto, las discusiones sobre el segundo frente, así como las más<br />
recientes acerca de las estructuras de la proyectada Organización de las Naciones Unidas, Stalin<br />
añade:<br />
”<strong>La</strong> consolidación <strong>del</strong> frente de las Naciones Unidas queda atestiguada, aún más brillantemente, por las<br />
recientes conversaciones de Moscú con el jefe <strong>del</strong> gobierno de la Gran Bretaña, M. Churchill, y el<br />
ministro de Asuntos Exteriores de la Gran Bretaña, M. Eden, las cuales han transcurrido en una atmósfera<br />
de cordialidad y en un espíritu de total unanimidad.”(144)