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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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contra toda prueba, seguiría atribuyéndole tal intención – tenía el propósito de aprovechar la hora de<br />

la Liberación para dirigir a las fuerzas de la Resistencia hacia la toma <strong>del</strong> poder.<br />

”Aprovechando el tumulto de la batalla, arrastrando al Consejo Nacional de la Resistencia, <strong>del</strong> que varios<br />

miembros, aparte de los que estaban bajo su disciplina, podrían ser accesibles a la tentación <strong>del</strong> poder;<br />

usando de la simpatía que las persecuciones de que eran objeto, las pérdidas que sufrían, el valor que<br />

desplegaban, les valían en muchos medios; explotando la angustia suscitada en la población por la<br />

ausencia de toda fuerza pública; jugando, enfin, con el equívoco, exhibiendo su adhesión al general de<br />

Gaulle, [los <strong>comunista</strong>s] proyectaban aparecer a la cabeza de la insurrección como una especie de<br />

Comuna, que proclamaría la República, respondería <strong>del</strong> orden, dispensaría la justicia, y, por añadidura,<br />

cuidaría de no cantar más que la Marsellesa, y no enarbolar más que la tricolor.”(23)<br />

Este plan que de Gaulle atribuía a los <strong>comunista</strong>s no existía en realidad, pero hay que reconocer que<br />

era un excelente plan; de Gaulle percibe lúcidamente las magníficas cartas que el partido tiene en<br />

sus manos y el arte con que pueden ser utilizadas. <strong>La</strong> cuestión, en efecto, para un verdadero partido<br />

revolucionario en aquella situación, no era un planteamiento abstracto de la conquista <strong>del</strong> poder por<br />

el proletariado, sino la toma <strong>del</strong> poder por la Resistencia, por la Resistencia auténtica, no la de<br />

Londres o Argel; no era enfrentarse directamente con de Gaulle, sino obligar a de Gaulle a<br />

enfrentarse con la Resistencia. No era provocar el choque con los ejércitos ”liberadores”<br />

angloamericanos, sino colocar estos ejércitos ante la realidad <strong>del</strong> poder de la Resistencia, y<br />

movilizar contra todo atentado a este poderlos sentimientos nacionales exaltados por la Liberación.<br />

En la Francia de 1944 tales podían ser los primeros pasos hacia la revolución socialista. De Gaulle<br />

lo percibía con clarividencia. Desgraciadamente de Gaulle no era el secretario general <strong>del</strong> Partido<br />

Comunista francés.<br />

Consciente de la explosiva situación creada, de Gaulle maniobró hábilmente. Comenzó a instalar su<br />

dispositivo y a recortar, limitar, los poderes de los comités de liberación. Fue avanzando cada vez<br />

con más seguridad al comprobar que los <strong>comunista</strong>s cedían el terreno sin oponer gran resistencia.<br />

Hasta que hizo el sorprendente descubrimiento de que en el Partido Comunista tenía la gran fuerza<br />

”patriótica” capaz de cooperar con más eficacia que ninguna otra a la restauración de la France<br />

éternelle. Este proceso fue rápido.<br />

En los primeros meses que siguen a la instalación <strong>del</strong> gobierno de Gaulle, la dirección <strong>del</strong> PCF, bajo<br />

la presión <strong>del</strong> movimiento espontáneo de masas, y de las corrientes revolucionarias que alientan en<br />

su seno, aplica una línea ambigua, defendiendo a los comités de liberación y las milicias patrióticas,<br />

pero sin promover una acción de masas resuelta, sin plantear los problemas de fondo relativos a la<br />

transformación democrática-socialista de la sociedad francesa. El 27 de octubre de 1944, Duclos<br />

declara en una asamblea <strong>del</strong> partido: ”<strong>La</strong>s milicias patrióticas deben seguir siendo el guardián<br />

vigilante <strong>del</strong> orden republicano, al mismo tiempo que deben ocuparse activamente de la educación<br />

militar de las masas populares.” Agrega que en cada localidad la milicia debe englobar a millares de<br />

”cuidadanos-soldados” y debe estar bajo la autoridad de los comités de liberación, con un<br />

encuadramiento permanente y un stock de armas y municiones. Al día siguiente de Gaulle responde<br />

firmando el decreto de disolución de las milicias. Los dos ministros <strong>comunista</strong>s protestan pero<br />

permanecen en el gobierno. <strong>La</strong> dirección <strong>del</strong> partido da instrucciones internas para mantener la<br />

organización de las milicias y no entregar las armas, organizar depósitos clandestinos, pero no<br />

moviliza al pueblo contra esa agresión directa a los poderes de la Resistencia, que perfila netamente<br />

los propósitos <strong>del</strong> general(24). Este da una cal y otra de arena. El 6 de noviembre aparece en el<br />

Journal Officiel un decreto amnistiando a Thorez. A este propósito de Gaulle escribe en sus<br />

memorias: ”El interesado me ha dirigido numerosas demandas. Si creo mi deber adoptar esta<br />

medida de clemencia es <strong>del</strong>iberadamente. Teniendo en cuenta las circunstancias de antaño, los<br />

acontecimientos sobrevenidos después, las necesidades de hoy, considero que el retorno de M.<br />

Thorez a la cabeza <strong>del</strong> PC puede comportar actualmente más ventajas que inconvenientes.” <strong>La</strong>s<br />

”necesidades de hoy” como el mismo general escribe, consisten en ”recortar las garras a los<br />

<strong>comunista</strong>s”, ”retirarles los poderes que usurpan y las armas que exhiben”. Sus cálculos acerca de<br />

las ”ventajas” que puede tener el retorno de Thorez no fallan. El 27 de noviembre llega el secretario

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