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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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y desgaste <strong>del</strong> enemigo, no eran suficientes para decidir la suerte de la revolución. Podían haber<br />

bastado, como fue el caso en Francia e Italia, para preparar el terreno y facilitar las operaciones de<br />

los ejércitos de las grandes potencias, pero no para que el pueblo decidiera por sí mismo de su<br />

destino. Por eso el PCY se planteó desde el primer día la creación de un ejército regular<br />

revolucionario, capaz no sólo de derrotar a los invasores sino de inspirar respeto a los ”aliados”.<br />

Esta orientación, llevada a cabo venciendo dificultades ingentes, fue uno de los factores clave de la<br />

victoria de la revolución yugoslava(98).<br />

Considerada bajo la lógica unitaria thoreziana o togliattiana, esa política <strong>del</strong> PCY parecía puro<br />

aventurerismo, y en efecto así fue vista en las altas esferas de la Komintern, hasta su disolución, es<br />

decir, durante el periodo más difícil de la lucha yugoslava. En lugar de agrupar contra el invasor el<br />

máximo de aliados, ¿no echaba en sus brazos a parte de ellos? El coronel Draja Mijailovitch y sus<br />

tchetniks, brazo armado dentro <strong>del</strong> país <strong>del</strong> gobierno real exilado (en enero de 1942 Mijailovitch fue<br />

nombrado ministro de la defensa por el rey Pedro) reconocido por los ”tres grandes”, siguieron esa<br />

evolución. No porque el coronel yugoslavo fuera menos antihitleriano, ni menos patriota, que de<br />

Gaulle o Badoglio, sino porque la política <strong>del</strong> PCY proseguía desde el primer día objetivos<br />

revolucionarios a los que los partidos <strong>comunista</strong>s de Francia e Italia habían renunciado, también<br />

desde el primer día. Tito intentó en varias ocasiones llegar a una inteligencia con Mijailovitch para<br />

la acción común contra los invasores, pero sobre bases políticas que garantizasen las aspiraciones<br />

revolucionarias de las masas, a lo que el ministro de defensa <strong>del</strong> rey Pedro no accedió,<br />

naturalmente. Pero ese enfrentamiento con el poder popular naciente y con su ejército de liberación,<br />

por fuerzas que una política de unión nacional tipo Salerno hubiera podido conservar como aliadas<br />

de los <strong>comunista</strong>s (o más exactamente, a los <strong>comunista</strong>s como aliados de esas fuerzas), no aisló al<br />

Partido Comunista yugoslavo y al Frente Popular Liberador (así se llamaba el movimiento unitario<br />

antifascista); aisló a Mijailovitch y sus tchetniks, forzados a descubrir ante el pueblo los objetivos<br />

reaccionarios, la conservación <strong>del</strong> viejo régimen social explotador, que ofrecían como perspectiva a<br />

los sacrificios y el heroismo de los combatientes. El crecimiento <strong>del</strong> ejército revolucionario, la<br />

instauración <strong>del</strong> nuevo poder en las zonas liberadas, empujaba cada vez más a Mijailovitch a una<br />

alianza tácita – y en ocasiones abierta – con los ocupantes, lo que contribuía a su desprestigio y<br />

aislamiento. De donde resultaba, al mismo tiempo, que el gobierno real exilado en Londres (en<br />

torno al cual se agrupaban los principales líderes burgueses liberales y socialdemócratas) perdía su<br />

base armada en el país. Y lo mismo le sucedía a Churchill.<br />

Esta política <strong>del</strong> PCY fue desde el primer momento, como es lógico, un elemento perturbador de la<br />

”gran alianza”, y por esa razón encontró la oposición decidida de Stalin. Los jefes aliados no podían<br />

sospechar que los <strong>comunista</strong>s yugoslavos llevaran a cabo tal política sin responder a directivas de<br />

Moscú, y presionaban constantemente al gobierno soviético para que obligara a Tito a entenderse<br />

con Mijailovitch. Stalin trató de darles satisfacción. Pese a que la dirección <strong>comunista</strong> yugoslava<br />

informaba regularmente a Moscú de la situación de guerra civil que existía entre el ejército de<br />

liberación y los tchetniks, la propaganda soviética atribuía a Mijailovitch el mando de todas las<br />

fuerzas de la Resistencia yugoslava, silenciando el papel de los <strong>comunista</strong>s y <strong>del</strong> Frente Popular<br />

Liberador, lo mismo que la aparición <strong>del</strong> nuevo poder revolucionario en las zonas liberadas.<br />

Cumpliendo instrucciones de Stalin, Dimítrov enviaba mensajes a Tito apremiándole a modificar su<br />

política. Citaremos, como botón de muestra, el que lleva fecha de 5 de marzo de 1942:<br />

”A la vista de las informaciones que nos habéis enviado, parece que a los ingleses y al gobierno<br />

yugoslavo no les falta razón en sospechar que el movimiento guerrillero toma un carácter <strong>comunista</strong> y<br />

tiende a la sovietización de Yugoslavia. ¿Por qué habéis creado, por ejemplo, una brigada de choque<br />

proletaria? En el momento actual el deber esencial e inmediato es fusionar todas las corrientes antinazis,<br />

aplastar a los invasores y llevar a término la liberación nacional. ¿Cómo creer que los amigos de la Gran<br />

Bretaña forman unidades armadas para combatir a los destacamentos guerrilleros? ¿No existen<br />

verdaderamente, fuera de los <strong>comunista</strong>s y de los simpatizantes <strong>comunista</strong>s, otros patriotas yugoslavos,<br />

con los cuales podáis fusionaros en la lucha común contra el invasor? Es difícil admitir que el gobierno<br />

yugoslavo y el de Londres se alinean al lado de los invasores. Aquí debe haber una grave confusión.<br />

Francamente, os pedimos reflexionar bien sobre vuestra táctica y vuestros actos, aseguraos si habéis

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