La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
92<br />
Dimítrov y otros líderes <strong>comunista</strong>s <strong>del</strong> este pensaban de modo parecido en aquel momento. Y, en<br />
efecto, la situación interna de los partidos socialistas en las democracias populares no permitía<br />
esperar que el ”proceso ideológico”, susceptible de llevar a la unificación con los partidos<br />
<strong>comunista</strong>s, pudiera recorrerse en breve plazo. A finales de 1947, las posiciones <strong>del</strong> ala izquierda se<br />
habían debilitado, como demostraron los congresos de los partidos socialistas de Checoslovaquia y<br />
Hungría. Y la misma izquierda, aun estando en principio por la unificación, divergía de los<br />
<strong>comunista</strong>s en cuestiones fundamentales, relativas a los métodos de construcción <strong>del</strong> socialismo, el<br />
régimen interno <strong>del</strong> partido, etc. No aceptaba, en particular, la sumisión al partido soviético. Pero a<br />
partir de enero de 1948, como tocados por una varita mágica, todos los partidos socialistas de las<br />
democracias populares fueron pronunciándose por la fusión con los partidos <strong>comunista</strong>s. En enero,<br />
los rumanos; en abril, los checoslovacos; en junio, los húngaros; en diciembre, los polacos y<br />
búlgaros. Se dieron fenómenos tan curiosos como éste: a fines de 1947 el 35 Congreso <strong>del</strong> Partido<br />
Socialista húngaro rechaza por sustancial mayoría la unificación con los <strong>comunista</strong>s; seis meses<br />
después, el 36 Congreso aprueba por unanimidad la unificación. En la reunión <strong>del</strong> Kominform<br />
celebrada en noviembre de 1949, Togliatti hizo un informe sobre los problemas de la ”unidad<br />
obrera”. <strong>La</strong> resolución adoptada sobre la base de ese informe registraba ”los éxitos históricos<br />
logrados en los países de democracia popular en el terreno de la unidad obrera”, la creación de<br />
”partidos únicos, sindicatos únicos, cooperativas únicas, organizaciones únicas de jóvenes, mujeres<br />
y otras”. Y en su informe Togliatti explica que esos ”éxitos históricos” ”no han podido ser<br />
obtenidos más que luchando enérgica y abiertamente contra los socialdemócratas de derecha,<br />
desenmascarándolos, aislándolos, apartándolos de los puestos dirigentes, arrojándolos de las filas de<br />
los partidos socialistas; tarea que ha sido realizada con éxito, aunque lenta y débilmente a veces, por<br />
los socialistas de izquierda con la ayuda activa de los <strong>comunista</strong>s”(6). Togliatti no da más<br />
precisiones, y es inútil buscar en los textos <strong>comunista</strong>s de la época la crónica documentada de esa<br />
lucha ”enérgica”, de los procedimientos que sirvieron para apartar de los puestos dirigentes y<br />
excluir de los respectivos partidos a los ”socialdemócratas de derecha”. Si se hubiera tratado,<br />
efectivamente, de una lucha abierta de ideas, de decisiones tomadas libremente por los propios<br />
militantes socialistas, convencidos de la necesidad de la unificación, es evidente que Togliatti no se<br />
hubiera privado de analizar minuciosamente tan importante experiencia. Pero la historia de la<br />
”ayuda activa” de los <strong>comunista</strong>s a la ”lentitud y debilidad” de los socialistas de izquierda está por<br />
escribir. Sus fuentes se encuentran en los archivos policiacos de los respectivos países, porque la<br />
varita mágica no fue otra – huelga aclararlo – que la depuración previa de los partidos socialistas de<br />
todos aquellos que se oponían a la unificación. Depuración llevada a cabo por la represión y la<br />
intimidación, de la que sólo han trascendido los casos más notorios de personalidades socialistas<br />
encarceladas u obligadas a exilarse(7). Entre los líderes <strong>del</strong> ala izquierda socialista que cooperaron a<br />
la operación, algunos se amoldaron al estalinismo; los más conocerían bien pronto la cárcel o el<br />
ostracismo político.<br />
En un primer momento, la liquidación de las fuerzas políticas burguesas y el anuncio de que<br />
comenzaba la ”construcción <strong>del</strong> socialismo” encontró el apoyo y despertó las esperanzas de las<br />
masas proletarias, o al menos de amplios sectores, así como de núcleos relativamente importantes<br />
de la intelectualidad. Pero la ilusión se desvaneció rápidamente, dejando paso al descontento<br />
larvado, al temor, y, sobre todo, a la apatía política. Bajo su forma ”democrática popular”, la<br />
dictadura <strong>del</strong> proletariado se reveló tan escasamente democrática y bastante menos popular que bajo<br />
su forma ”soviética”. Menos popular, entre otras razones, porque a diferencia de la URSS en las<br />
democracias populares encarnaba la dependencia de un poder extranjero. El mecanismo burocrático<br />
y policiaco que se decía representante <strong>del</strong> proletariado, al mismo tiempo que lo privaba de toda<br />
intervención efectiva en la dirección <strong>del</strong> país, era controlado, a su vez, por un mecanismo más<br />
oculto, encargado de velar por la unidad monolítica <strong>del</strong> conjunto <strong>del</strong> glacis. Una vez que los no<br />
creyentes habían sido puestos fuera de combate, la herejía pasó a ser el peligro principal en las<br />
nuevas provincias <strong>del</strong> imperio. Y Beria, el Gran Inquisidor de esos años, entró en acción con todas<br />
las consecuencias. Los depuradores empezaron a ser depurados.