La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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Jruschev, revelación brutal – pese a las mistificaciones que <strong>del</strong>iberadamente incluía – de la<br />
naturaleza profunda <strong>del</strong> sistema. Lo que hasta ese momento había sido considerado por los<br />
<strong>comunista</strong>s como calumnias de la burguesía o de los ”renegados” quedaba oficialmente confirmado<br />
por el nuevo secretario general. Resultaba que en la ”patria <strong>del</strong> socialismo” el poder no estaba,<br />
desde hacía largo tiempo, en manos de los trabajadores, ni siquiera en las <strong>del</strong> partido que decía<br />
representarlos, sino en las de un dictador todopoderoso, servido por una policía omnipresente,<br />
cuyos principales métodos de gobierno eran el crimen político y la manipulación ideológica de las<br />
masas. Resultaba que la campaña contra la revolución yugoslava había sido una infame provocación<br />
urdida por Stalin y su policía, lomismo que los procesos montados en las democracias populares, de<br />
donde se deducía que en éstas el poder tampoco lo detentaban los trabajadores, ni siquiera los<br />
partidos que decían representarlos, ni incluso un dictador nacional, sino el nuevo autócrata ruso y su<br />
policía secreta. Resultaba que la política general <strong>del</strong> movimiento <strong>comunista</strong> no sólo no había sido<br />
decidida por los partidos miembros sino tampoco por el ”partido guía”, puesto que las altas<br />
instancias de este último (congreso, comité central) eran manipuladas a su arbitrio por el amo <strong>del</strong><br />
Kremlin y la camarilla de turno, controlada a su vez por la inevitable policía secreta. Y así<br />
sucesivamente. El ”informe secreto” reconocía, o de él se deducía como dos y dos son cuatro, este<br />
hecho clave, decisivo: en todas las esferas <strong>del</strong> mundo estaliniano – Estados, partidos, ideología,<br />
política, economía, cultura – la última palabra la tenía la policía secreta. Stalin era el jefe máximo,<br />
al mismo tiempo que el juguete, de un gigantesco mecanismo policíaco.<br />
Hasta ese momento el régimen soviético había irradiado sobre el movimiento <strong>comunista</strong> constituido<br />
en torno a él no tanto por lo que era sino por lo que decía y podía aparentar ser. Si puede imponerie<br />
sus dogmas y mo<strong>del</strong>os, subordinarlo a su política de Estado, es porque aparece ante las fuerzas<br />
revolucionarias mundiales como la primera encarnación <strong>del</strong> socialismo y la cumbre <strong>del</strong> pensamiento<br />
marxista. Y si puede aparecer así es porque la liquidación de unas formas históricas de opresión y<br />
explotación – las capitalistas y feudales – más los éxitos cuantitativos de la industrialización y<br />
culturización, tienen un contenido liberador efectivo en relación con el viejo mundo capitalista y<br />
colonial. Tras este real contenido liberador podían ocultarse durante un tiempo – con ayuda de la<br />
ideología mistificadora secretada por el mismo régimen, adaptándose a ese efecto el ”marxismo”--<br />
las nuevas formas de alienación, de opresión y explotación <strong>del</strong> hombre, que en ciertos aspectos<br />
significaban un retroceso respecto a las conocidas en el capitalismo ”avanzado”. Sucede, en una<br />
palabra, algo parecido a lo que ocurrió en la primera época de la revolución burguesa. El<br />
movimiento de la historia se revela, una vez más, bastante más complejo y contradictorio de lo que<br />
habían supuesto las más lúcidas previsiones teóricas.<br />
En el precedente análisis de las primeras manifestaciones históricas de la <strong>crisis</strong> <strong>del</strong> movimiento<br />
<strong>comunista</strong> ha estado subyacente, en todo momento, esa concepción de lo que ha sido la evolución<br />
<strong>del</strong> régimen soviético, de su realidad y su apariencia, y hemos tratado de explicitar, según las<br />
necesidades <strong>del</strong> análisis, los momentos que más decisivamente contribuían a gestar los factores de<br />
<strong>crisis</strong> <strong>del</strong> movimiento, sus fracasos y derrotas: la creencia en el contenido socialista <strong>del</strong> régimen<br />
soviético y su adopción como mo<strong>del</strong>o de Estado socialista y de partido revolucionario; la<br />
consagración de su ideología como verdad definitiva <strong>del</strong> marxismo, fundamento de la estrategia y la<br />
táctica de todo partido <strong>comunista</strong>, de su programa y política; la subordinación de la estrategia<br />
mundial de la IC, primero, y <strong>del</strong> movimiento <strong>comunista</strong>, después, a la política internacional <strong>del</strong><br />
Estado soviético, etc. Pero a partir de los acontecimientos de 1953-1956 (denuncia de Beria y<br />
primeras revelaciones de los métodos de la policía secreta, levantamiento de los obreros berlineses,<br />
”rehabilitación” de Yugoslavia, ”informe secreto”, octubre polaco y octubre húngaro, primera<br />
intervención armada <strong>del</strong> imperialismo estaliniano contra un pueblo insurrecto); a partir de esos<br />
acontecimientos, el régimen soviético comienza a gravitar, cada vez más, en el conjunto <strong>del</strong><br />
movimiento <strong>comunista</strong> no por lo que hasta entonces parecía ser sino por lo que realmente era.<br />
Cierto que las nuevas justificaciones ideológicas (utilización de Stalin como gran chivo expiatorio,<br />
explicación de su absolutismo por el ”culto” y <strong>del</strong> ”culto” por su absolutismo, afirmación de que la<br />
terrorífica realidad descrita en el ”informe secreto” no había afectado para, nada a la esencia