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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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socialdemócratas que se pliegan a los americanos, pero el objetivo estratégico es rehacer la unión<br />

nacional con la fracción de la burguesía amenazada por la expansión americana, crear un ”amplio<br />

frente” por la paz y la independencia nacional. Naturalmente, esa orientación no concierne a los<br />

partidos <strong>comunista</strong>s <strong>del</strong> glacis. Aquí, como veremos en el capítulo siguiente, la marcha hacia el<br />

”socialismo” debe acelerarse, incluso ”quemando las etapas”, forzando el proceso con medidas<br />

administrativas y represivas, asegurando direcciones <strong>comunista</strong>s absolutamente incondicionales de<br />

Moscú, a fin de que la ”base” <strong>del</strong> ”campo antimperialista” adquiera consistencia monolítica.<br />

Esta estrategia debía servir para contrarrestar la ofensiva americana, dando tiempo a que la Unión<br />

Soviética colmara su retraso en el armamento atómico, y su meta final era un nuevo equilibrio<br />

mundial de fuerzas que obligara a los Estados Unidos a aceptar el gran compromiso buscado por<br />

Stalin. Sin descartar que el solo planteamiento de la contraofensiva hiciera reflexionar a los<br />

dirigentes americanos, induciéndoles a modificar rápidamente su política. El informe de Zdanov<br />

está sabiamente dosificado y estructurado, de manera que en Wáshington pueda percibirse la mano<br />

tendida, disimulada bajo el puño cerrado.<br />

En primer lugar, queda claro que el objetivo no es atentar contra las bases de la gran ciuda<strong>del</strong>a<br />

capitalista; se trata, más modestamente, de contener su expansión, como de manera taxativa se dice<br />

en el informe. (De ahí que no se aborden los problemas de las revoluciones coloniales, ni de las<br />

revoluciones socialistas en el área capitalista desarrollada, ni de la lucha de clases en los Estados<br />

Unidos.) En segundo lugar, Zdanov señala, con suficiente inteligibilidad para los expertos, la zona<br />

en que tal expansión es intolerable para los intereses soviéticos – el glacis europeo – y aquella en la<br />

que debe llegarse a un arreglo que reconozca la preeminencia de dichos intereses – Alemania – .<br />

Respecto a las otras, el portavoz de Stalin se limita a registrar la dominación americana (Japón,<br />

América latina), o el propósito de establecerla (colonias inglesas, francesas, holandesas; China,<br />

Grecia, Turquía, etc.) sin aludir a ninguna pretensión soviética que las concierna, y<br />

desentendiéndose de la lucha revolucionaria en ellas. En relación con América latina, por ejemplo,<br />

el sentido profundo <strong>del</strong> informe de Zdanov queda plenamente descifrado con la declaración que<br />

hace Mólotov pocos meses después; respondiendo a la acusación norteamericana de que la tensión<br />

internacional es provocada por la política de la Unión Soviética en la Europa Oriental, Mólotov<br />

replica:<br />

”Es sabido que también los Estados Unidos aplican una política de fortalecer [sic] sus relaciones<br />

con los países limítrofes, como Canadá, México y otros países de América, lo cual es plenamente<br />

comprensible.”(19) O sea: respetemos cada uno las respectivas zonas de influencia y todo puede<br />

arreglarse. El silencio de Zdanov sobre la guerra revolucionaria en China y Grecia, equivale a<br />

subrayar diplomáticamente la buena disposición de Moscú respecto a los intereses americanos en el<br />

Extremo Oriente y en el Cercano Oriente. Da a entender, en particular, que sigue en pie el<br />

ofrecimiento de ”seguir una política común con los Estados Unidos en las cuestiones <strong>del</strong> Extremo<br />

Oriente”, reiterada por Stalin en diciembre de 1946(20). Sigue en pie, a reserva, bien entendido, de<br />

que los Estados Unidos renuncien a sus pretensiones hegemónicas en Europa. Zdanov insiste en ”la<br />

posibilidad de colaboración entre la URSS y los países con otros sistemas, a condición de que se<br />

observe el principio de reciprocidad y de cumplimiento de los compromisos contraídos”. ”Es sabido<br />

– añade – que la URSS ha sido siempre fiel, y sigue siéndolo, a las obligaciones contraídas. <strong>La</strong><br />

Unión Soviética ha demostrado su voluntad y deseo de colaborar.” Con otras palabras: sobre la base<br />

de los acuerdos de Yalta, Potsdam, etc., sigue siendo posible la colaboración URSS-Estados<br />

Unidos. Zdanov añade una precisión importante: ”El gobierno soviético no se ha opuesto nunca a la<br />

utilización de créditos extranjeros, y en particular de créditos norteamericanos, como medio capaz<br />

de acelerar el proceso <strong>del</strong> restablecimiento económico.” <strong>La</strong> única condición que pone es que dichos<br />

créditos ”no deben tener carácter oneroso y no deben conducir a la exclavización económica y<br />

política <strong>del</strong> Estado deudor por el Estado acreedor”. Quedaba abierta la puerta, por tanto, a un Plan<br />

Marshall revisado, que no subtendiera a la creación de bloques hostiles a la URSS, ni a minar el<br />

glacis.

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