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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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movimiento de masas, la renuncia a las acciones que atentasen al orden legal, a fin de no poder en<br />

peligro la ”unión nacional”, habían conducido a la reinstauración de la dictadura burguesa en la<br />

nación. <strong>La</strong> línea de poner sordina a las reivindicaciones proletarias para no asustar a las capas<br />

medias había dado por resultado que las capas medias oscilasen hacia la derecha, hacia los partidos<br />

de la burguesía – que iban revelando su mayor determinación en contraste con la pusilanimidad y<br />

debilidad <strong>del</strong> partido proletario –, como reconoce Thorez en el mismo informe. <strong>La</strong> vía de avance<br />

hacia la ”nueva democracia”, basada exclusivamente en la conquista de la mayoría parlamentaria,<br />

había conducido a la restauración de la más ”vieja democracia”, la democracia tradicional de la<br />

Francia burguesa. El cretinismo parlamentario <strong>comunista</strong> daba los mismos frutos que el cretinismo<br />

parlamentario socialdemócrata. En vano la dirección <strong>del</strong> PCF descargaba sobre la SFIO la<br />

responsabilidad de que no se formase un gobierno socialista-<strong>comunista</strong>, apoyado en la mayoría<br />

parlamentaria reunida por ambos partidos. Todo el mundo sabía que los dirigentes socialistas de<br />

derecha no irían nunca a semejante combinación más que bajo una presión irresistible de las masas,<br />

pero la dirección thoreziana había hecho todo lo necesario para yugular el movimiento de masas<br />

salido de la Liberación. En cuanto a los cuadros socialistas y sindicalistas de izquierda, susceptibles<br />

de apoyar sinceramente un gobierno socialista-<strong>comunista</strong>, abrigaban legítimas reservas sobre el<br />

porvenir que podía depararles tal solución. Ciertamente, Thorez habló en algunas ocasiones, durante<br />

esos años, de una posible vía francesa al socialismo, distinta de la seguida por los bolcheviques.<br />

Pero estos planteamientos ocasionales no iban acompañados de ninguna fundamentación teórica<br />

seria, se reducían, en realidad, a generalizar el caso de las democracias populares <strong>del</strong> Este europeo,<br />

olvidando el pequeño detalle <strong>del</strong> papel desempeñado allí por el ejército rojo y otros instrumentos<br />

<strong>del</strong> poder soviético. Por lo demás, la sujeción <strong>del</strong> PCF a la alta dirección estaliniana, a sus dogmas,<br />

era tan evidente, que los escarceos heterodoxos de Thorez difícilmente podían ser tomados por algo<br />

más que una maniobra táctica(34).<br />

b) Al reconocer que ”a la hora de la Liberación [la gran burguesía] no ha afrontado de frente el<br />

movimiento popular” y ”ha buscado flanquearlo, dislocarlo, desagregarlo”, Thorez estaba dando la<br />

razón a los que entonces preconizaban, dentro y fuera <strong>del</strong> partido, una política ofensiva,<br />

revolucionaria, orientada a desarrollar el potente movimiento obrero y popular que la insurrección<br />

nacional había puesto en pie. Si la ”gran burguesía” no se atrevió a atacarlo de frente era,<br />

precisamente, porque percibía su potencialidad revolucionaria. Pero, ¿quién ”había reducido poco a<br />

poco la influencia <strong>del</strong> Comité Nacional de la Resistencia, y de los comités de liberación locales y<br />

departamentales”? ¿<strong>La</strong> ”gran burguesía” o la política preconizada e impuesta por Thorez desde que<br />

regresa de Moscú? En otro lugar <strong>del</strong> mismo informe Thorez se refiere de nuevo a la ”táctica sinuosa<br />

[de las fuerzas burguesas], de la que hoy osan envanecerse, destinada a contener, a flanquear al<br />

pueblo, al que no podían atacar de frente en agosto de 1944”(35). ¿Qué más lógico que se<br />

envaneciesen? Lo que ya no era tan lógico es que el secretario general <strong>del</strong> Partido Comunista se<br />

envaneciera a su vez de la política que tan maravillosamente se había ajustado a la ”táctica sinuosa”<br />

de la reacción burguesa. Sin embargo, Thorez defiende la línea seguida desde la Liberación como<br />

integralmente justa, perfecta. Si han existido algunos pequeños defectos se localizan en el trabajo de<br />

las federaciones y secciones. Con la mayor naturalidad, como si no tuviera ninguna responsabilidad<br />

en el asunto, Thorez censura ”algunos camaradas que no están exentos de ilusiones parlamentarias”.<br />

Pero esta censura no tiene más finalidad en el contexto <strong>del</strong> informe que equilibrar formalmente el<br />

verdadero ataque, dirigido contra la izquierda. El malestar ante los resultados de la línea seguida se<br />

había, en efecto, generalizado bastante en las filas <strong>del</strong> partido, y Thorez se ve obligado a<br />

reconocerlo, aunque sea minimizándolo. Cita casos concretos: la resolución de un célula <strong>del</strong> Yonne<br />

reprocha a la dirección ”colaborar en el gobierno haciendo concesión tras concesión”, y otra de<br />

Altos Pirineos ”colaborar con la reacción y hacerse cómplice de las leyes antidemocráticas”.<br />

Thorez invita al partido a combatir enérgicamente esas posiciones. Los que las sostienen ”no han<br />

comprendido todavía que nos hemos convertido en un partido de gobierno, ponen en duda nuestra<br />

línea general”. Y para convencer a estos recalcitrantes, Thorez saca a relucir – por primera vez, que<br />

sepamos, públicamente – el gran argumento, el argumento sin vuelta de hoja, que seguirá<br />

esgrimiéndose durante años y décadas, para justificar la política <strong>del</strong> PCF en la Liberación: los que

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