La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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15<br />
movimiento de masas, la renuncia a las acciones que atentasen al orden legal, a fin de no poder en<br />
peligro la ”unión nacional”, habían conducido a la reinstauración de la dictadura burguesa en la<br />
nación. <strong>La</strong> línea de poner sordina a las reivindicaciones proletarias para no asustar a las capas<br />
medias había dado por resultado que las capas medias oscilasen hacia la derecha, hacia los partidos<br />
de la burguesía – que iban revelando su mayor determinación en contraste con la pusilanimidad y<br />
debilidad <strong>del</strong> partido proletario –, como reconoce Thorez en el mismo informe. <strong>La</strong> vía de avance<br />
hacia la ”nueva democracia”, basada exclusivamente en la conquista de la mayoría parlamentaria,<br />
había conducido a la restauración de la más ”vieja democracia”, la democracia tradicional de la<br />
Francia burguesa. El cretinismo parlamentario <strong>comunista</strong> daba los mismos frutos que el cretinismo<br />
parlamentario socialdemócrata. En vano la dirección <strong>del</strong> PCF descargaba sobre la SFIO la<br />
responsabilidad de que no se formase un gobierno socialista-<strong>comunista</strong>, apoyado en la mayoría<br />
parlamentaria reunida por ambos partidos. Todo el mundo sabía que los dirigentes socialistas de<br />
derecha no irían nunca a semejante combinación más que bajo una presión irresistible de las masas,<br />
pero la dirección thoreziana había hecho todo lo necesario para yugular el movimiento de masas<br />
salido de la Liberación. En cuanto a los cuadros socialistas y sindicalistas de izquierda, susceptibles<br />
de apoyar sinceramente un gobierno socialista-<strong>comunista</strong>, abrigaban legítimas reservas sobre el<br />
porvenir que podía depararles tal solución. Ciertamente, Thorez habló en algunas ocasiones, durante<br />
esos años, de una posible vía francesa al socialismo, distinta de la seguida por los bolcheviques.<br />
Pero estos planteamientos ocasionales no iban acompañados de ninguna fundamentación teórica<br />
seria, se reducían, en realidad, a generalizar el caso de las democracias populares <strong>del</strong> Este europeo,<br />
olvidando el pequeño detalle <strong>del</strong> papel desempeñado allí por el ejército rojo y otros instrumentos<br />
<strong>del</strong> poder soviético. Por lo demás, la sujeción <strong>del</strong> PCF a la alta dirección estaliniana, a sus dogmas,<br />
era tan evidente, que los escarceos heterodoxos de Thorez difícilmente podían ser tomados por algo<br />
más que una maniobra táctica(34).<br />
b) Al reconocer que ”a la hora de la Liberación [la gran burguesía] no ha afrontado de frente el<br />
movimiento popular” y ”ha buscado flanquearlo, dislocarlo, desagregarlo”, Thorez estaba dando la<br />
razón a los que entonces preconizaban, dentro y fuera <strong>del</strong> partido, una política ofensiva,<br />
revolucionaria, orientada a desarrollar el potente movimiento obrero y popular que la insurrección<br />
nacional había puesto en pie. Si la ”gran burguesía” no se atrevió a atacarlo de frente era,<br />
precisamente, porque percibía su potencialidad revolucionaria. Pero, ¿quién ”había reducido poco a<br />
poco la influencia <strong>del</strong> Comité Nacional de la Resistencia, y de los comités de liberación locales y<br />
departamentales”? ¿<strong>La</strong> ”gran burguesía” o la política preconizada e impuesta por Thorez desde que<br />
regresa de Moscú? En otro lugar <strong>del</strong> mismo informe Thorez se refiere de nuevo a la ”táctica sinuosa<br />
[de las fuerzas burguesas], de la que hoy osan envanecerse, destinada a contener, a flanquear al<br />
pueblo, al que no podían atacar de frente en agosto de 1944”(35). ¿Qué más lógico que se<br />
envaneciesen? Lo que ya no era tan lógico es que el secretario general <strong>del</strong> Partido Comunista se<br />
envaneciera a su vez de la política que tan maravillosamente se había ajustado a la ”táctica sinuosa”<br />
de la reacción burguesa. Sin embargo, Thorez defiende la línea seguida desde la Liberación como<br />
integralmente justa, perfecta. Si han existido algunos pequeños defectos se localizan en el trabajo de<br />
las federaciones y secciones. Con la mayor naturalidad, como si no tuviera ninguna responsabilidad<br />
en el asunto, Thorez censura ”algunos camaradas que no están exentos de ilusiones parlamentarias”.<br />
Pero esta censura no tiene más finalidad en el contexto <strong>del</strong> informe que equilibrar formalmente el<br />
verdadero ataque, dirigido contra la izquierda. El malestar ante los resultados de la línea seguida se<br />
había, en efecto, generalizado bastante en las filas <strong>del</strong> partido, y Thorez se ve obligado a<br />
reconocerlo, aunque sea minimizándolo. Cita casos concretos: la resolución de un célula <strong>del</strong> Yonne<br />
reprocha a la dirección ”colaborar en el gobierno haciendo concesión tras concesión”, y otra de<br />
Altos Pirineos ”colaborar con la reacción y hacerse cómplice de las leyes antidemocráticas”.<br />
Thorez invita al partido a combatir enérgicamente esas posiciones. Los que las sostienen ”no han<br />
comprendido todavía que nos hemos convertido en un partido de gobierno, ponen en duda nuestra<br />
línea general”. Y para convencer a estos recalcitrantes, Thorez saca a relucir – por primera vez, que<br />
sepamos, públicamente – el gran argumento, el argumento sin vuelta de hoja, que seguirá<br />
esgrimiéndose durante años y décadas, para justificar la política <strong>del</strong> PCF en la Liberación: los que