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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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la órbita soviética, ligados a las potencias occidentales, o simplemente vacilantes entre los dos<br />

”campos” – fue cumplida de manera expeditiva en los últimos meses de 1947 y a lo largo de 1948.<br />

El problema. no ofrecía, en verdad, grandes dificultades, porque los resortes decisivos <strong>del</strong> Estado se<br />

encontraban ya en manos <strong>del</strong> partido, y el ejército soviético estaba presente o próximo. En Polonia<br />

y Hungría, Rumania y Bulgaria, así como en Eslovaquia, los grandes partidos agrarios fueron<br />

puestos fuera de combate en el curso de 1947. Estos partidos, que contaban con amplia base social<br />

entre los campesinos y la pequeña burguesía urbana, habían sido tradicionalmente los principales<br />

instrumentos políticos de la burguesía liberal, pero desde 1945 sirvieron de refugio a los restos de<br />

las viejas oligarquías derrocadas. Y estaban ligados a las potencias occidentales. No era posible<br />

liquidarlos a través <strong>del</strong> juego parlamentario democrático, y como los partidos <strong>comunista</strong>s tampoco<br />

querían promover un nuevo tipo de democracia revolucionaria directa, tuvieron que recurrir al<br />

método de los ”complots”. Disponiendo <strong>del</strong> Ministerio <strong>del</strong> Interior y de la eficaz asistencia de los<br />

servicios secretos soviéticos, era fácil aprovechar las ligazones que los dirigen tes de esos partidos<br />

mantenían con los representantes de las potencias occidentales para acusarlos de conspiración<br />

contra el régimen. Así fueron detenidas, condenadas a largas penas de prisión o ajusticiadas, las<br />

principales personalidades políticas de los partidos mencionados. Otras pudieron exilarse a<br />

tiempo(1).<br />

En la veloz marcha hacia el monopolio <strong>del</strong> poder emprendida por los partidos <strong>comunista</strong>s de las<br />

democracias populares después de la constitución <strong>del</strong> Kominform, el acontecimiento más<br />

espectacular fue el llamado ”golpe de Praga”. Paradójicamente, en Checoslovaquia, donde el<br />

partido <strong>comunista</strong> contaba con el apoyo de la aplastante mayoría de la clase obrera, y ésta – en<br />

virtud <strong>del</strong> nivel industrial <strong>del</strong> país – constituía la fuerza social determinante, los partidos burgueses<br />

habían conservado su identidad e integridad en grado mucho mayor que en las otras democracias<br />

populares. Ya nos hemos referido a la razón de tal paradoja: en los demás países <strong>del</strong> glacis no era<br />

posible compaginar la jefatura <strong>comunista</strong> – y a través de ella la jefatura soviética – con el<br />

funcionamiento real <strong>del</strong> mecanismo democrático-parlamentario; en Checoslovaquia resultó posible<br />

– gracias, precisamente, a la influencia <strong>comunista</strong> y al peso de la clase obrera – mientras no hubo<br />

ruptura rusoamericana y la revolución interior era artificialmente contenida en límites compatibles<br />

con los intereses de la burguesía liberal. Desde el momento que la primera premisa, y por<br />

consecuencia la segunda, desaparecían, la <strong>crisis</strong> de régimen se hacía ineluctable. Los partidos<br />

burgueses creyeron ilusoriamente en la posibilidad de resolverla a su favor aprovechando las<br />

elecciones parlamentarias previstas para mayo de 1948. Los sondeos efectuados por los propios<br />

<strong>comunista</strong>s dejaban entrever, en efecto, la eventualidad de su retroceso electoral(2). Pero el Partido<br />

Comunista checoslovaco tomó medidas para descartar semejante riesgo: intensificó la acción<br />

política entre las masas y reforzó el control sobre el aparato policiaco <strong>del</strong> Estado (el Ministerio <strong>del</strong><br />

Interior, como en las otras democracias populares, estaba en manos <strong>del</strong> partido desde 1945). El 20<br />

de febrero de 1948, los doce ministros de los partidos socialista nacional (Benes), populista checo y<br />

demócrata eslovaco, presentan la dimisión en protesta por la designación de ocho comisarios<br />

<strong>comunista</strong>s para la policía de Praga. Cuentan con que los ministros socialdemócratas seguirán su<br />

ejemplo y el presidente Benes podrá utilizar la <strong>crisis</strong> ministerial para obligar a los <strong>comunista</strong>s a<br />

retroceder en el asunto de la polícia. Pero bajo la presión de los trabajadores, movilizados por el<br />

partido <strong>comunista</strong> y los sindicatos, la dirección centrista <strong>del</strong> partido socialista se plegó al ala<br />

izquierda y mantuvo sus representantes en el gobierno. El partido <strong>comunista</strong> responde a la maniobra<br />

de los partidos burgueses apelando a las masas.<br />

<strong>La</strong>s llama a movilizarse, a crear comités de acción en empresas, barrios y pueblos, a formar milicias<br />

obreras que son inmediatamente armadas por la policía. Organiza por doquier mítines y<br />

manifestaciones exigiendo de Benes la formación de un gobierno Gottwald ”sin reaccionarios”.<br />

Procede a la detención en todo el país de los elementos más caracterizados por su anticomunismo y<br />

antisoviétismo. Amplía el Frente Nacional, dando entrada en él a los sindicatos, organizaciones<br />

cooperativas y juveniles, y otras organizaciones de masas o profesionales, controladas por los<br />

<strong>comunista</strong>s. Con esta ”ampliación” – a la que los partidos burgueses, así como el socialdemócrata,

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