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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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capitalista, el movimiento <strong>comunista</strong> continuó agitando rutinariamente las fórmulas y los tópicos de<br />

antaño. Ninguna investigación, ningún debate auténtico, ninguna idea fresca. En todo caso,<br />

resurrección de las viejas ideas reformistas y pacifistas ligeramente maquilladas. El régimen interno<br />

de los partidos no permitía que nadie emitiera la más leve proposición innovadora. Y si por azar<br />

surgía alguna – cosa difícil dado el anquilosamiento de los cerebros <strong>comunista</strong>s producido por más<br />

de dos décadas de monolitismo ideológico – era aplastada en gérmen. Sólo al cerebro <strong>del</strong> Gran<br />

Teórico le era reconocida la capacidad – y el derecho – de emitir ideas nuevas (algunos<br />

economistas, historiadores y filósofos soviéticos pagaron caro sus tímidas infracciones a la regla).<br />

En 1950, el Gran Teórico sentó cátedra en el dominio de la linguistica, ”enriqueciendo” de paso la<br />

teoría marxista de la base y la superestructura. En 1952 abordó los ”problemas económicos <strong>del</strong><br />

socialismo”, diagnosticando de paso el estado <strong>del</strong> capitalismo y sus perspectivas. <strong>La</strong> vacuidad<br />

teórica de estas últimas aportaciones estalinianas es suficientemente conocida como para detenerse<br />

en ellas. Nos limitaremos a indicar que Stalin traspone a la nueva situación su esquema de la<br />

revolución socialista mundial derivado de la doctrina <strong>del</strong> ”socialismo en un solo país”. Dando por<br />

construido el socialismo integral en la URSS, Stalin sienta la tesis de que también es perfectamente<br />

posible construir el comunismo en el espacio soviético aunque en el resto <strong>del</strong> mundo (fuera <strong>del</strong><br />

”campo socialista”) subsista el capitalismo y el imperialismo(29). Y con la ayuda de la URSS es<br />

posible la construcción <strong>del</strong> socialismo integral en las democracias populares europeasy asiáticas. El<br />

”ritmo <strong>del</strong> desarrollo industrial en estos países” es tal – dice Stalin – ”que muy pronto no tendrán<br />

necesidad de importar mercancías de los países capitalistas”(30). Les bastará el comercio con la<br />

Unión Soviética. Por otra parte, el capitalismo marcha rápidamente hacia su tumba. Los principales<br />

países capitalistas ”se afanan por remediar sus dificultades mediante el plan Marshall, la guerra de<br />

Corea, la carrera de armamentos, la militarización de la industria, pero esto se parece mucho al<br />

ahogado que se aferra a una brizna de paja”. A esta conclusión llega Stalin basándose en que ”el<br />

resultado económico de la existencia de dos campos opuestos ha sido la desagregación <strong>del</strong> mercado<br />

único, universal, la creación de dos mercados mundiales paralelos que se oponen entre sí”. Mientras<br />

el ”mercado mundial socialista” se desarrollará continuamente sin límites intrínsecos, el mercado<br />

mundial capitalista irá contrayéndose, a consecuencia de lo cual ”el volumen de la producción irá<br />

disminuyendo [en los principales países capitalistas]”. Ello provocará la exacerbación de las<br />

contradicciones entre dichos países y hará inevitables las guerras entre ellos, mientras que cada vez<br />

será más difícil una guerra <strong>del</strong> bloque capitalista contra el bloque socialista. Al fin de este desarrollo<br />

triunfal <strong>del</strong> socialismo y el comunismo en el interior <strong>del</strong> ”campo” regido por la URSS, y de la<br />

regresión continua <strong>del</strong> capitalismo dentro <strong>del</strong> ”campo” regido por los Estados Unidos, se sitúa de<br />

manera natural e inevitable la victoria mundial <strong>del</strong> socialismo. De ahí que el problema esencial a<br />

resolver, para asegurar ese curso irresistible de la historia, consistiese en impedir que las potencias<br />

capitalistas – cediendo, como decía Suslov, a un ”acceso de furor” provocado por su continuo<br />

debilitamiento – agrediesen al ”campo socialista”, perturbando su marcha triunfal hacia el<br />

comunismo. Garantizar la paz ”sólida y duradera” – inconcebible sin un compromiso ”sólido y<br />

duradero” entre las dos superpotencias – tenía que ser el objetivo número uno de los partidos<br />

<strong>comunista</strong>s. Y en virtud de ello la lucha por la revolución socialista en los países capitalistas<br />

quedaba naturalmente relegada a un plano secundario, y sobre todo subordinada a la consideración<br />

suprema de no poner en peligro la paz mundial. Lo importante era que los partidos <strong>comunista</strong>s<br />

agruparan en cada país a los partidarios de la paz – a fin de oponer un dique a toda veleidad belicosa<br />

antisoviética de la superpotencia americana – y a todos los partidarios de la independencia nacional<br />

– a fin de contribuir a la profundización de las contradicciones entre las potencias capitalistas.<br />

Ambas tareas no debían ser dificultadas con el planteamiento de objetivos politicosociales internos<br />

incompatibles con los sectores patriotas, democráticos y pacifistas de las respectivas burguesías. De<br />

ahí que en sus últimas recomendaciones a los partidos <strong>comunista</strong>s (en el discurso que pronuncia<br />

ante el XIX Congreso <strong>del</strong> Partido Comunista soviético, en octubre de 1952), Stalin no haga<br />

referencia alguna a la lucha por objetivos socialistas dentro de los países capitalistas. ”Si queréis ser<br />

patriotas y convertiros en la fuerza dirigente de la nación” – les dice a los jefes <strong>comunista</strong>s de<br />

Occidente presentes en el Congreso – debéis levantar en alto la bandera de la independencia

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