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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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masas trabajadoras no le quitaba el sueño. El deber de éstas era soportar estoicamente, con espíritu<br />

de unión nacional, el ”esfuerzo de guerra”, Il rinnovamento sociale, que todos los partidos – ¡no<br />

faltaba más! – tenían en su programa, sería realizado una vez vencido el enemigo exterior, cuando<br />

dejaran de actuar las armas y entraran en acción las urnas. Como había dicho sin ambigüedad<br />

Togliatti en su primer discurso público después de pisar el suelo patrio: ”Hoy no se plantea ante los<br />

obreros italianos el problema de hacer lo que se hizo en Rusia.” <strong>La</strong> cuestión, hoy, es vencer a la<br />

Alemania hitleriana, y para realizar esa tarea – la ”más revolucionaria” de todas en este momento,<br />

precisa Togliatti – ”nosotros debemos garantizar el orden y la disciplina en la retaguardia de los<br />

ejércitos aliados”. Los problemas sociales de fondo se abordarán cuando se reúna la Asamblea<br />

constituyente. Para entonces el partido tiene su programa, que incluye una ”profunda reforma<br />

agraria” y otras reformas economicosociales y políticas, cuya realización impedirá que en la ”nueva<br />

democracia” ”un pequeño grupo de hombres ávidos, egoistas y corrompidos, puedan, una vez más,<br />

concentrar en sus manos todas las riquezas <strong>del</strong> país y servirse de ellas para suprimir la libertad e<br />

imponer una política contraria a los intereses nacionales”. A los que acusan al partido de ”renunciar<br />

a la revolución”, Togliatti les responde: ”¡Dejadnos en paz! ¡No os preocupéis; ese es nuestro<br />

asunto y entendemos de él un poco más que vosotros!”(64) Y en verdad era un tanto pretencioso<br />

querer dar lecciones en este ”asunto” al que había sido uno de los más eminentes dirigentes <strong>del</strong><br />

”partido mundial de la revolución”.<br />

El partido, justo es subrayarlo, exigía que se tomaran medidas inmediatas para mejorar la situación<br />

de las masas, para yugular la desenfrenada especulación que enriquecía a una minoría a costa <strong>del</strong><br />

hambre de los que luchaban y trabajaban. Pero los principales especuladores estaban bien<br />

protegidos.<br />

”<strong>La</strong> fuerza <strong>del</strong> gran capitalismo – señalaba Togliatti – las grandes organizaciones de los industriales, de<br />

los agrarios y de los banqueros, están en su puesto, no han sufrido daño alguno <strong>del</strong> fascismo, tratan de<br />

conducir la vida política y económica <strong>del</strong> país en una dirección que no tiende a satisfacer los intereses de<br />

los trabajadores en un espíritu de solidaridad nacional [sic], sino a satisfacer los intereses de esta casta de<br />

poseyentes en perjuicio <strong>del</strong> pueblo y de la nación.”(65)<br />

Mejorar la situación de las masas, en la situación de ruina y caos económico en que se encontraba el<br />

país, no era posible más que atacando a fondo los intereses de esas clases carentes de ”espíritu de<br />

solidaridad nacional”. Pero esto era, justamente, lo que la política de unión nacional prohibía hacer.<br />

Los sindicatos se desarrollaban impetuosamente, surgía un potente movimiento campesino en el<br />

Mezzogiorno, el partido <strong>comunista</strong>, el socialista, y en general toda la izquierda antifascista se<br />

fortalecían día a día. Pero la política de unión nacional exigía que su acción no rebasara ciertos<br />

límites, más allá de los cuales se ponía en peligro la ”solidaridad gubernamental” y la... solidaridad<br />

de clases. A finales de 1944 la desilusión de las masas respecto al gobierno Bonomi era palmaria.<br />

En la Storia <strong>del</strong>la Resistenza italiana de Battaglia y Garritano, que no pone en duda en ningún<br />

momento la justeza de la política de unión nacional <strong>del</strong> partido pero registra los hechos, señala que<br />

”uno de los argumentos de la propaganda neofascista dirigida a los guerrilleros y a las masas<br />

populares, para hacerles desistir de la oposición y la resistencia, era la desilusión que al sur de la<br />

Línea Gótica comenzaba a cundir hacia el gobierno democrático”. (Se llamaba ”línea gótica” al<br />

frente de los Apeninos, situado un poco al norte de Florencia, que permaneció estable desde<br />

septiembre de 1944 hasta abril de 1945; la propaganda neofascista a que se alude es la <strong>del</strong> régimen<br />

fantoche de Mussolini – la ”república de Saló” – instaurada en la zona ocupada por los alemanes.)<br />

”<strong>La</strong> desilusión – explican los mismos autores – era debida principalmente al hecho de que el gobierno no<br />

había correspondido a las esperanzas de renovación <strong>del</strong> pueblo italiano. El gobierno Bonomi debía ser el<br />

gobierno <strong>del</strong> CLN, de los partidos antifascistas, en lugar <strong>del</strong> gobierno Badoglio que era el gobierno de los<br />

generales enfeudados al rey. Pero los generales, aunque se encontraban bajo el efecto de la derrota,<br />

estaban dispuestos a contribuir al esfuerzo militar contra los alemanes: en Roma su influencia fue<br />

sustituida por la de la alta burocracia estatal y la de los residuos de la clase dirigente fascista, que<br />

comenzaron a minar la unidad <strong>del</strong> CLN y <strong>del</strong> mismo gobierno, paralizando la acción democrática.”(66)

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