La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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Rusia no quiere en China disensiones ni guerra civil; 3°) Rusia desea tener con China las más<br />
armoniosas relaciones.”(14) En conversaciones con Hurley (15 de abril de 1945) y con Hopkins (28<br />
de mayo), Stalin ratifica que el objetivo soviético es la reunificación de China bajo la jefatura de<br />
Chiang. Hopkins informa a Truman que Stalin se ha comprometido a ”hacer todo lo que esté en su<br />
poder por realizar la unidad de China bajo la autoridad de Chiang Kai-chek”, y le ha declarado que<br />
”ningún jefe <strong>comunista</strong> [chino] era suficientemente fuerte como para realizarla por sí mismo”(15)<br />
(En junio de 1944, Stalin había dicho a Harriman: ”¿Comunistas, los <strong>comunista</strong>s chinos? Son<br />
respecto al comunismo lo que la margarina respecto a la mantequilla.”(16)) Estas declaraciones que<br />
los políticos americanos atribuyen a Stalin y sus colaboradores podrían tomarse como astucias<br />
diplomáticas de aquél si no tuvieran su perfecta correspondencia en otros actos y en toda la<br />
orientación general de la política estaliniana de ”gran alianza”. El 14 de agosto de 1945 Moscú<br />
concluye con Chiang Kai-chek el ”Tratado de amistad y alianza chinosoviético”, en virtud <strong>del</strong> cual,<br />
y en conformidad con el acuerdo secreto de Yalta, la URSS recupera las bases y concesiones<br />
arrancadas por la Rusia zarista a China y perdidas en la guerra rusojaponesa de 1905. El gobierno<br />
de Chiang resistió tenazmente a esas pretensiones de Moscú – era el momento en que las potencias<br />
occidentales renunciaban, una tras otra, a sus antiguas concesiones en China y a ésta se le reconocía<br />
el rango de gran potencia, miembro permanente <strong>del</strong> Consejo de Seguridad de la ONU – y sólo cedió<br />
después de que Stalin se comprometió – según versión de algunos historiadores – a no sostener los<br />
<strong>comunista</strong>s chinos(17). Los acontecimientos que siguieron a la capitulación <strong>del</strong> Japón abonan en<br />
cierto modo esta versión, pero sólo en cierto modo. El ejército soviético liberador de Manchuria no<br />
dio a los <strong>comunista</strong>s chinos, en efecto, la asistencia decisiva que hubiera podido prestarles. En lugar<br />
de entregarles las instalaciones industriales de esa región – las más impor- tantes de China – las<br />
desmontó y envió a la Unión Soviética como botín de guerra; en lugar de permitirles que tomaran el<br />
poder en Mukden (principal nudo ferroviario y centro industrial de Manchuria) así como en otras<br />
ciudades, las autoridades soviéticas llegaron a un arreglo con Chiang para entregárselas a sus<br />
tropas; habiendo podido transportar a Pekín y otros centros <strong>del</strong> norte de China las unidades <strong>del</strong><br />
ejército popular, antes de que llegaran los nacionalistas, no lo hicieron, y los nacionalistas pudieron<br />
instalarse allí, transportados por aviones y barcos americanos. Pero en cambio las autoridades<br />
militares soviéticas no se opusieron a que el ejército popular y las organizaciones de los <strong>comunista</strong>s<br />
chinos se extendieran por las zonas agrarias de Manchuria e incluso se apoderaran de algunas<br />
ciudades como Harbin y Changchun. Y sobre todo – éste fue el gran regalo de Stalin a los<br />
<strong>comunista</strong>s chinos – el mando soviético entregó a las tropas de Mao parte <strong>del</strong> armamento <strong>del</strong><br />
ejército japonés de Manchuria(18). (Bien es verdad que proceder de otra manera – rehusar a los<br />
<strong>comunista</strong>s una parte de las armas japonesas, mientras el grueso de ellas iba a parar al Kuomintang<br />
– hubiese sido excesivamente escandaloso por parte <strong>del</strong> jefe <strong>del</strong> comunismo internacional.) En<br />
resumidas cuentas, Stalin tendió una mano a Chiang y otra a Mao, al mismo tiempo que les<br />
empujaba a entenderse. Ratificó su reconocimiento <strong>del</strong> primero como jefe <strong>del</strong> Estado chino, le dio<br />
algunas facilidades para instaurar su autoridad en el norte <strong>del</strong> país, pero le exigió que diera<br />
participación en el gobierno a los <strong>comunista</strong>s (poco después de la firma <strong>del</strong> tratado china soviético,<br />
y bajo la presión conjunta de Moscú y Wáshington, Chiang Kai-chek invitó a Mao a discutir la<br />
cuestión de la entrada <strong>del</strong> PCC en el gobierno). Al segundo le permitió paliar un tanto su acentuada<br />
inferioridad en armamento, pero le exigió hacer importantes concesiones al Kuomintang.<br />
Guerra revolucionaria o ”unión nacional”<br />
En relación con las presiones de Stalin sobre Mao existe un testimonio de primer orden, que a<br />
nuestro conocimiento nunca ha sido desmentido por Moscú. Ya hemos aludido a él en otro lugar y<br />
lo reproduciremos ahora con mayor detalle. Según la referencia dada por Kar<strong>del</strong>j, en febrero de<br />
1948 Stalin reveló ante él y Dimítrov lo siguiente:<br />
”Después de la guerra hemos invitado a los camaradas chinos a venir aquí a discutir la situación de su<br />
país. Les dijimos brutalmente que, a nuestro juicio, la insurrección en China no tenía porvenir, y debían<br />
buscar un modus vivendi con Chiang Kai-chek, entrar en el gobierno de Chiang Kai-chek y disolver su<br />
ejército. Los camaradas chinos dijeron que aprobaban el punto de vista de los camaradas soviéticos, pero