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La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv

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Estado burgués, incluida su organización militar, y comenzó la insurrección popular más grande de<br />

toda la historia de Italia; cuando al frente de este formidable despertar popular se encontraron<br />

principalmente <strong>comunista</strong>s, socialistas de izquierda, intelectuales avanzados. Al desembarcar<br />

Togliatti en Nápoles, en la primavera de 1944, comenzaba a plantearse el dilema entre dos políticas<br />

(reflejado confusamente, en el conflicto <strong>del</strong> antifascismo con el rey, Badoglio y los Aliados). <strong>La</strong><br />

tendente a reagrupar los partidos obreros y la izquierda pequeño burguesa, en oposición a la<br />

monarquía, la derecha tradicional y los Aliados, y la que, por el contrario, tendía a diluir las<br />

contradicciones y agrupar más estrechamente izquierda y derecha, clase obrera y burguesía, bajo el<br />

mando único de las autoridades militares aliadas, con el lema: ante todo, ganar la guerra. <strong>La</strong> primera<br />

podía haber llevado a la constitución <strong>del</strong> nuevo bloque histórico teorizado por Gramsci. <strong>La</strong> segunda,<br />

la política de ”unión nacional”, habría de facilitar el juego político de las viejas clases dirigentes;<br />

llevaría, en definitiva, a la restauración <strong>del</strong> tradicional bloque industrial-agrario (aunque bajo otras<br />

formas políticas y distinta articulación interna), a la restauración y modernización <strong>del</strong> capitalismo<br />

italiano. No la ”unión nacional” sino la ”diferenciación nacional” podía desbaratar ese juego,<br />

evidente desde la caída de Mussolini; podía ilustrar a las masas respecto a quiénes eran los que en<br />

verdad luchaban por la renovación social y política de Italia, por su independencia nacional, y<br />

quiénes perseguían la restauración <strong>del</strong> poder de los grandes industriales y agrarios, el enfeudamiento<br />

de Italia a otro imperialismo. <strong>La</strong> ”unión nacional” no daba a la clase obrera, en contra de lo<br />

que argüía Togliatti, el papel de protagonista: le daba sólo la ilusión de ese papel. a dirección<br />

efectiva estaba en otras manos. Para constituirse verdaderamente en clase hegemónica, hubiera sido<br />

necesario que sus partidos fundieran en la acción el problema de la liberación nacional con el de la<br />

revolución agraria en el sur y las islas, con la lucha por una democracia socialista. <strong>La</strong> estrategia<br />

togliattiana – reproducción de la aplicada por la IC en la guerra-revolución española – disoció esos<br />

objetivos en la precisa hora histórica en que el movimiento real, la <strong>crisis</strong> profunda de las estructuras<br />

sociales y políticas, el despertar de las masas, tendían a entrelazarlos en un proceso revolucionario<br />

único. Durante los dos años que transcurrieron entre el desembarco aliado en el sur de Italia y la<br />

insurrección <strong>del</strong> norte, el PCI no se propuso organizar la lucha de las masas campesinas por la<br />

tierra, y contrarrestó las tendencias a luchar por una salida socialista que se perfilaban en el gran<br />

movimiento proletario <strong>del</strong> norte. <strong>La</strong> política de ”unión nacional” consistió, en la práctica, en frenar<br />

el movimiento de masas para evitar la ruptura de la coalición gubernamental y rehuir todo<br />

enfrentamiento con las autoridades militares angloamericanas. Pero sólo el movimiento de masas,<br />

su afirmación como poder autónomo a todos los niveles, con su propio programa, podía minar, y<br />

finalmente impedir, la restauración <strong>del</strong> poder tradicional que paso a paso iba realizándose. <strong>La</strong><br />

presencia militar de los Aliados hubiera exigido, desde luego, métodos distintos a los yugoslavos,<br />

una forma de enfrentamiento esencialmente política. Pero precisamente esa presencia y el<br />

comportamiento de las autoridades militares angloamericanas, proporcionaban la experiencia viva<br />

para aleccionar al pueblo, para que la izquierda obrera y antifascista pudiera capitalizar la<br />

sensibilización de la conciencia nacional provocada por la guerra de liberación, exigiendo el pleno<br />

reconocimiento de la soberanía italiana, <strong>del</strong> derecho <strong>del</strong> pueblo a darse libremente los órganos de<br />

gobierno; exigiendo que las autoridades militares angloamericanas no se inmiscuyeran en los<br />

asuntos internos de Italia.<br />

<strong>La</strong> imposibilidad de una táctica encaminada a impulsar enérgicamente la lucha por la tierra y por<br />

otras transformaciones revolucionarias, en el curso mismo de la guerra contra Alemania;<br />

encaminada a desarrollar las premisas de doble poder y al aislamiento político de los Aliados y de la<br />

derecha, a constituir un poderoso movimiento independiente de los partidos obreros y antifascistas<br />

de izquierda; la imposibilidad de una táctica de este género que hubiese permitido enlazar la gran<br />

insurrección proletaria <strong>del</strong> norte con el movimiento revolucionario <strong>del</strong> sur, no residía en las<br />

condiciones italianas. Residía en la supeditación de la dirección <strong>del</strong> PCI a la línea dictada por<br />

Moscú. Si los <strong>comunista</strong>s yugoslavos llegan a acatar las directivas de Stalin, contenidas en el<br />

mensaje de Dimítrov de marzo de 1942, análoga ”imposibilidad” se hubiera presentado en<br />

Yugoslavia.

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