La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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El reparto de las ”esferas de influencia”<br />
Todavía hoy sigue debatiéndose si el reparto de las ”esferas de influencia” se realizó en Yalta, o en<br />
negociaciones anteriores de los ”tres grandes”, o si resultó de una situación de facto, creada por las<br />
operaciones militares y cristalizada durante la ”guerra fría”. (El hecho mismo no es negado más que<br />
en las versiones oficiales soviéticas, pese a que una serie de documentos que Moscú se ha visto<br />
obligado a publicar, dada su publicación por los Occidentales – correspondencia entre Stalin,<br />
Churchill y Roosevelt, actas de las conferencias de Teherán, Yalta, etc. –, son más que suficientes<br />
para establecer la realidad <strong>del</strong> hecho.)(123) A nuestro juicio, la copiosa información existente sobre<br />
aquel periodo permite concluir que el famoso ”reparto” fue operado a través de una serie de actos y<br />
decisiones, escalonados desde el comienzo de la guerra hasta la ruptura de 1947. Durante la ”guerra<br />
fría” adquirió en Europa la estabilidad que dura hasta hoy. (Otra cosa fue en el ”tercer mundo”,<br />
donde los planes de los ”tres” se derrumbaron en gran parte bajo los embates <strong>del</strong> movimiento<br />
nacional revolucionario.) El ”reparto” fue una política, aplicada a través de las operaciones militares<br />
y de las negociaciones diplomáticas, de la acción de los partidos y de los servicios secretos. En lo<br />
que se refiere a la Unión Soviética, la iniciación de esa política puede fecharse exactamente:<br />
comienza con las cláusulas secretas que acompañaron al pacto germanosoviético. Después <strong>del</strong><br />
ataque nazi contra la URSS, el problema de las ”esferas de influencia” se puso sobre el tapete,<br />
desde el primer momento, en las negociaciones entre los ”tres grandes”, y desde el primer momento<br />
fue acompañado de la mistificación propagandística de los objetivos reales que los tres se<br />
proponían.<br />
Inmediatamente que la Alemania hitleriana ataca a la Unión Soviética, y con ello se liquida el freno<br />
representado por el pacto germanosoviético para la entrada en acción de los partidos <strong>comunista</strong>s y<br />
de las masas populares, Roosevelt y Churchill comprenden la urgente necesidad política de entrar<br />
en competencia con Stalin, que en su discurso <strong>del</strong> 3 de julio había declarado: ”Nuestra guerra en<br />
defensa de la patria se fundirá con la lucha de los pueblos de Europa y América por su<br />
independencia, por las libertades democráticas.” (América quiere decir aquí los Estados Unidos.<br />
FC.) En la declaración de principios conocida por Carta <strong>del</strong> Atlántico, fechada el 14 de agosto de<br />
1941, el jefe <strong>del</strong> mayor imperio colonial y el jefe de la mayor potencia capitalista, proclaman<br />
solemnemente que<br />
”no buscan el engrandecimiento, territorial ni de ninguna otra índole;<br />
no aprueban el que se realicen modificaciones territoriales que no estén de acuerdo con los deseos<br />
libremente expresados por los pueblos concernidos;<br />
respetan el derecho de todos los pueblos a elegir el gobierno bajo el cual han de vivir, y desean que se<br />
restituyan los derechos soberanos y la independencia a los pueblos que han sido despojados de ellos por<br />
la fuerza;<br />
se esforzarán, con el debido respeto a sus obligaciones existentes, por que todos los Estados, ya sean<br />
grandes o pequeños, victoriosos o vencidos, disfruten <strong>del</strong> acceso, en igualdad de condiciones, al comercio<br />
y a las materias primas <strong>del</strong> mundo, necesarias para su prosperidad económica;<br />
y prometen una paz que ”garantice a todos los hombres en todas partes <strong>del</strong> mundo una vida exenta de<br />
temor y privaciones”.<br />
”El rótulo democrático de la Carta <strong>del</strong> Atlántico – escribirá años después el muy estaliniano<br />
historiador soviético Deborin – tenía por finalidad ocultar los verdaderos objetivos imperialistas de<br />
los círculos gobernantes norteamericanos e ingleses.”(124) Cosa clara, para Stalin y todos los<br />
Deborines, desde el 14 de agosto de 1941. Pero el 24 de septiembre el gobierno soviético hace<br />
pública una declaración adhiriéndose a la Carta <strong>del</strong> Atlántico. Admitiendo que el gesto fuese<br />
necesario para facilitar la obtención de la ayuda norteamericana, y que no fuera el momento<br />
oportuno para poner en entredicho el ”rótulo”, el gobierno soviético podría haber sugerido muy<br />
cordialmente a sus nuevos aliados, en función misma de la necesidad de acumular el máximo de<br />
fuerzas contra el enemigo común, la conveniencia de otorgar, o por lo menos prometer, la<br />
independencia nacional a las colonias. Tanto más cuanto que la política rooseveltiana se orientaba