La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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Stalin estuviese dispuesto a hacer concesiones en esas áreas, mientras consideraba intangible el<br />
glacis, y primordial el ”frente” europeo occidental. Se explica también en virtud de la definición de<br />
la ”tarea fundamental <strong>del</strong> periodo de postguerra”: conservar la paz. <strong>La</strong> URSS, dice Zdanov en su<br />
informe, ”está interesada en crear las condiciones más favorables para la construcción de la<br />
sociedad <strong>comunista</strong>”, y ”una de estas condiciones es la paz exterior”. Pero el gobierno soviético<br />
considera, como declara Vichinski en la ONU días antes <strong>del</strong> informe de Zdanov en el Kominform,<br />
que ”en la situación actual todo nueva guerra se transforma indefectiblemente en guerra<br />
mundial”(18). Luego las guerras locales representaban un grave peligro para asegurar la ”tarea<br />
fundamental” y la ”construcción <strong>del</strong> comunismo en la URSS”. <strong>La</strong>s guerras revolucionarias, como<br />
las de China y Grecia, no eran, por tanto, formas recomendables de lucha contra el imperialismo.<br />
Encerraban el riesgo de que la Unión Soviética se viese envuelta en una nueva conflagración. Por<br />
eso no figuran en el informe de Zdanov. Por eso los combatientes griegos no recibirán ayuda eficaz<br />
de la Unión Soviética y serán finalmente aplastados. Y si los chinos dan un día al movimiento<br />
<strong>comunista</strong> la sorpresa de su histórica victoria, será gracias a las fuerzas propias que han sabido<br />
poner en pie, desoyendo las recomendaciones estalinianas de llegar a un compromiso con Chiang y<br />
los americanos. Sin duda alguna la conservación de la paz era una aspiración profunda de los<br />
pueblos después de seis años de guerra, pero la dura realidad estaba demostrando que si la URSS<br />
necesitaba su paz para ”construir el comunismo”, los pueblos de una serie de regiones <strong>del</strong> globo<br />
necesitaban su guerra para liberarse de la esclavitud colonial: no les quedaba otro camino. Era su<br />
”tarea fundamental” pese a todos los sacrificios que implicaba. Por otra parte, el improvisado<br />
dogma de que toda guerra local se transformaría indefectiblemente en guerra mundial no tenía<br />
fundamento científico y los acontecimientos revelaron su inconsistencia. Ninguna de las dos<br />
superpotencias tenía la menor intención de desencadenar una nueva conflagración mundial:<br />
utilizaban su espantajo para obtener fines políticos y estratégicos localizados, pero nada más. El<br />
dogma fue útil, sin embargo, para justificar algunas capitulaciones y no pocos oportunismos.<br />
Junto con la paz, las otras dos hojas <strong>del</strong> tríptico estratégico ”antimperialista” que Stalin ofrendaba al<br />
movimiento <strong>comunista</strong> fueron la ”independencia nacional” y la ”democracia”. Los <strong>comunista</strong>s<br />
debían agrupar ”todas las fuerzas dispuestas a defender la causa <strong>del</strong> honor y de la independencia<br />
nacional”. Al mismo tiempo que zahiere a los liberales burgueses y socialdemócratas europeos, que<br />
insensibles al ”honor nacional” se ponen al servicio de los americanos, Zdanov se esfuerza en<br />
explicar a las burguesías europeas la amenaza que suponen para sus intereses los planes de<br />
Wáshington. Con el pretexto de defenderos contra una imaginaria amenaza <strong>comunista</strong> – les dice –<br />
los capitalistas americanos buscan, en realidad, apoderarse de los mercados europeos y desalojaros<br />
de las colonias. Existe, por tanto, la posibilidad – que los partidos <strong>comunista</strong>s deben explotar a<br />
fondo – de que una fracción de la burguesía, aquella que comprenda la conexión entre sus intereses<br />
crematísticos y los nobles ideales <strong>del</strong> honor nacional y la independencia, haga causa común con los<br />
<strong>comunista</strong>s contra los rapaces planes de Wáshington. Tal es el fondo <strong>del</strong> análisis de Zdanov. Pero<br />
para que esta posibilidad pueda materializarse, la tercera hoja <strong>del</strong> tríptico, la democracia, no debe<br />
pasar <strong>del</strong> rosa pálido. Colorearla en rojo, postular claramente la alternativa socialista al capitalismo,<br />
sería tanto como confirmar el ”peligro <strong>comunista</strong>”, justificación máxima de la política americana.<br />
De ahí que la perspectiva de la revolución socialista brille por su ausencia en la nueva línea de<br />
Stalin, lo mismo que en el periodo precedente había sido eliminada para no perjudicar a la ”gran<br />
alianza”.<br />
Como puede verse, Stalin permanecía fiel a la que había sido, desde que se afirma en el poder,<br />
piedra angular de su estrategia. <strong>La</strong> que dicta en 1947 al movimiento <strong>comunista</strong> sigue dando la<br />
prioridad a la explotación de las contradicciones interimperialistas e intercapitalistas, sobre la<br />
contradicción burguesía-proletariado. Puesto que de momento las primeras han quedado soterradas<br />
en virtud <strong>del</strong> miedo de la burguesía europea al peligro revolucionario y <strong>del</strong> señuelo de los dólares, la<br />
tarea primordial de los partidos <strong>comunista</strong>s es propiciar su reactivación. Los métodos de acción<br />
deben ser más enérgicos – y a este fin sí conviene atizar la lucha de clases en el plano económico, a<br />
diferencia de lo que se hacía en el periodo precedente – para batir a los políticos centristas y