La crisis del movimento comunista - Marxistarkiv
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hoy, nuestros principios revolucionarios marxistas-leninistas-estalinistas, nuestra identificación con el<br />
frente de los partidos <strong>comunista</strong>s y obreros, con la URSS, con el partido bolchevique y el gran Stalin, o<br />
los gánsters y aventureros de los servicios de información franquistas y anglosajones? [...] <strong>La</strong> respuesta es<br />
obvia: el partido, al depurarse de los émulos de Rajk y Kostov, de los agentes <strong>del</strong> enemigo, se ha hecho<br />
más fuerte, más sólido. Ultimamente, la expulsión <strong>del</strong> traidor Comorera de las filas <strong>del</strong> PSUC es otro paso<br />
en esa dirección. Al seguir esa conducta nuestro partido es fiel a las enseñanzas y al ejemplo <strong>del</strong> partido<br />
bolchevique.”(66)<br />
(En toda esa lista de ”casos” – como luego hubo de recononocerse, aunque no se dijo públicamente<br />
– no había ningún caso de traición, si bien alguno de los citados (concretamente Enrique Castro)<br />
pasó años después a las filas franquistas. Se trataba de divergencias políticas, o de luchas intestinas<br />
por la dirección, o de problemas de corrupción personal, pero no de espionaje ni de provocación<br />
policiaca, por lo menos hasta prueba de lo contrario. <strong>La</strong> aureola de resistentes que algunos tuvieron<br />
– por ejemplo Monzón, y otros que no se mencionan, como Quiñones – no la fabricó el enemigo<br />
sino el papel que en realidad habían desempeñado, con aciertos y errores.)<br />
Pocos fueron los partidos <strong>comunista</strong>s que no descubrieron la existencia en sus filas de agentes<br />
titistas, antisoviéticos, nacionalistas, policiacos, y aunque no podían emular en la organización de<br />
procesos contra ellos con los partidos en el poder, llegaron lo más lejos posible dentro de las<br />
condiciones capitalistas. El caso más resonante fue el de André Marty y Charles Tillon, que estalló<br />
en el PCF en los últimos meses de 1952. Los dos, miembros <strong>del</strong> Buró Político <strong>del</strong> partido; los dos,<br />
aureolados con su participación en la sublevación de los marinos franceses <strong>del</strong> Mar Negro, en<br />
defensa de la joven república soviética, y con su participación en la guerra civil española. El<br />
segundo, uno de los principales organizadores de las fuerzas armadas de la Resistencia francesa.<br />
Ambos fueron acusados de una serie de ”graves <strong>del</strong>itos” que se resumían en ”haber puesto en<br />
entredicho la dirección política estaliniana <strong>del</strong> secretario general <strong>del</strong> partido, <strong>del</strong> camarada Maurice<br />
Thorez”; en haber conspirado fraccionalmente contra el jefe que garantizaba, entre otras virtudes<br />
<strong>del</strong> partido, su ”adhesión incondicional e indefectible a la Unión Soviética”(67). Los dos acusados –<br />
según los acusadores – habían dado signos alarmantes de nacionalismo antisoviético, lo que<br />
naturalmente les lanzó por la ”misma pendiente que a Tito: ”Sus concepciones – se afirmó – tienen<br />
estrecha analogía con las de Tito.” Entre los síntomas de la ”inadmisible desconfianza de Marty”<br />
hacia la Unión Soviética se mencionó que durante un viaje a Moscú, en 1949, ”manifestó<br />
desconfianza, como mínimo, en relación con los organismos de seguridad <strong>del</strong> Estado<br />
socialista”(68). Como el viejo Marty se resistió a entonar el mea culpa, el Buró Político decidió,<br />
para simplificar, que era un ”polizonte”. En concepto de tal fue excluido <strong>del</strong> partido. A Tillon se le<br />
dejó en la base, condenado al ostracismo político. Además de este caso espectacular, en el PCF<br />
hubo otros muchos de menor monta, como el <strong>del</strong> profesor Marcel Prenant, acusado de<br />
antisovietismo por poner en duda las teorías biológicas de Lisenko. En la Historia <strong>del</strong> PCF escrita<br />
por un grupo de militantes (entre ellos Prenant y otros conocidos combatientes de la Resistencia)<br />
que en aquellos años comenzaron a enfrentarse con los métodos estalinistas, se describe así la<br />
situación creada en el partido:<br />
”El temor a acusaciones infamantes reducía al silencio a los militantes. <strong>La</strong>s destituciones, procesos,<br />
exclusiones arbitrarias, despertaban dudas entre muchos camaradas. Para el que dudaba comenzaba un<br />
largo martirio moral. Se le acusaba por todos lados. Hiciera lo que hiciera estaba perdido. Si entraba en la<br />
autocrítica a ultranza que se le exigía, proporcionaba la base de su condena. Si rehusaba acusarse de<br />
errores o crímenes que no había cometido, su ”resistencia a la autocrítica” era tomada como prueba de su<br />
calidad de agente consciente <strong>del</strong> anticomunismo. Mientras que las ”comisiones investigadoras” de las<br />
democracias populares y de la URSS llevaban la ”instrucción” de los asuntos hasta la tortura y la condena<br />
a muerte, [en Francia] la comisión central de control <strong>del</strong> partido calumniaba, suscitaba ”testimonios” y<br />
provocaba al militante incriminado hasta la exclusión infamante.”(69)<br />
En Francia, como en otros países, numerosos militantes abandonaron silenciosamente el partido,<br />
otros permanecieron en él ahogando sus dudas, que pronto habrían de tener dramática confirmación,<br />
Pero, por lo general, sólo algunos intelectuales se decidieron a expresar públicamente su<br />
reprobación, acompañada de la baja en el partido(70).