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hoy y mañana - DSpace CEU

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Y por último, se apresura á que le den un sí ó un no, como si le fuera<br />

indiferente lo uno y lo otro y sólo buscara el quedar desocupado y en<br />

libertad de consagrarse á otro amor.<br />

Lo que es para el un negocio del alma, quiere hacerlo pasar por menos<br />

que un negocio de Bolsa.<br />

Convengamos en que Venancio es hipócrita consigo mismo.<br />

Pero no le abandonemos ni tú ni yo, lectora, en el trance terrible en<br />

que se halla, ya que nosotros comprendemos su situación mejor que nadie,<br />

puesto que la comprendemos mejor que el mismo interesado.<br />

Safo no es una mujer hermosa; es la divinidad de la hermosura. Si la<br />

primera vez que yo la vi hubiera tenido ojos humanos que mandar en<br />

busca de los suyos, habría echado de menos las pasiones mundanas que<br />

dejé en la tierra al volar en forma de espíritu para convertirme de genio<br />

tutelar del pobre Venancio en su más encarnizado rival. ¡ Y quién sabe si<br />

él hubiera preferido habérselas conmigo y sufrir los celos que yo le hubiese<br />

inspirado, á pelear, como pelea ahora, con fantasmas que le crea su<br />

fantasía y á padecer los celos que le finge la fiebre del amor que devora<br />

su pecho!<br />

Pero yo no puedo amarla y me limito á verla, haciendo votos sinceros<br />

para que corresponda como pueda al amor que le profesa Venancio.<br />

La situación de este desdichado amante es muy angustiosa desde que<br />

se halla al lado de una de las doncellas de su amada, esperando á que otra<br />

de estas felices criaturas salga á darle la vida ó la muerte con el sí ó el<br />

no que pronuncien sus labios.<br />

Y en este punto, preciso es confesar que Venancio ha entrado con<br />

buen pie en aquel departamento. La doncella interina número 5, vestida<br />

como sus compañeras toda de percal blanco, con pantalón bombacho,<br />

tonelete de manga ajustada, cinta blanca sujetando les cabellos en forma<br />

de diadema y una gran faja de algodón color de verde esperanza, sale<br />

á decirle que pase adelante.<br />

Hácelo así el joven jurisconsulto, no sin dar primero dos pasos atrás,<br />

tan involuntarios como naturales, atendida su situación, y atravesando<br />

dos grandes salas, una llena de aparatos gimnásticos y otra de libros y<br />

de armas, llegó al aposento en que se hallaba el objeto de su amor.<br />

Era esta estancia un pequeño gabinete ochavado, cuyas paredes estucadas<br />

de blanco carecían de todo adorno, y en el centro, de pie y ligeramente<br />

recostada en un alto atril ó facistol de mármol blanco, estaba<br />

Safo.<br />

Parecióle á Venancio que aquella mujer de cabellos propiamente de<br />

oro, sueltos sobre la desnuda espalda, de labios de coral, de mejillas de<br />

rosa, de ojos de cielo y de cutis de nácar, no era la misma mujer de quien

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