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hoy y mañana - DSpace CEU

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nes con maestras de telas, catálogos de artículos de perfumería, y por<br />

último, cosa que le sorprendió más que nada, el prospecto de una gran<br />

casa de huéspedes, en que no sólo se daba gratis comida, bebida y ropa<br />

limpia, sino un tanto diario para el bolsillo. Establecimiento montado,<br />

según decía el prospecto, á expensas de una nueva secta religiosa, que<br />

quería hacer concurrencia con todas las conocidas hasta el día. A Safo y<br />

á Norma no las acosaron los industriales, porque ellas tuvieron buen cuidado<br />

de enseñarles la marca que tenían en el hombro, para que vieran<br />

que venían comidas, bebidas y asistidas de todo por una empresa española.<br />

Y en cuanto á las Biblias, tampoco les dieron ninguna apenas las vieron<br />

extender sobre el pecho su mano derecha, alzando el brazo izquierdo<br />

para enseñar el puño cerrado. Que era lo mismo que decir: «Tengo mis<br />

creencias religiosas y andaré á trompis con quien pretenda arrancármelas.»<br />

Lo único que hizo Norma apenas divisó el enjambre de los recibidores,<br />

fué llamar á uno que se balanceaba en un pequeño globo en forma<br />

de buzo, con una gran chapa que decía: Buscón núm. 550, garantido, y<br />

entregándole un retrato suyo y veinticinco de su futuro esposo, cambió<br />

con él algunas palabras, y el buscón se dejó caer al suelo.<br />

No sé, lectora, si tú sabrás lo que esto significaba; pero aunque lo<br />

sepas, deber mío es recordarte que como Norma y el fotellinista lapón del<br />

Eco de las Soledades no se conocían sino por retratos y no se habían dado<br />

cita en un punto determinado de la ciudad de Copenhague, era preciso<br />

que veinte ó veinticinco buscones se echaran á identificar la persona del<br />

lapón y le condujesen á la presencia de Norma, para cuyo reconocimiento<br />

dio ésta su retrato. Pero tampoco el lapón se había dormido en las pajas,<br />

y apenas descendió el Aerolito, en el acto mismo de ponerse en pie la<br />

novia se acercó un hombre, y mirándola atentamente, después de consultar<br />

un retrato que traía en la mano, le entregó una carta y le dijo:<br />

—Leed, é indicadme la persona con quien debo entenderme para<br />

arreglar la indemnización que se os ha de dar por esta quiebra.<br />

Norma abrió y leyó precipitadamente el billete, el cual no decía ni<br />

más ni menos que lo siguiente:<br />

«Acabo de arreglar otro enlace que me tiene más cuenta que el vuestro.<br />

El dador os indemnizará con arreglo al art. 1.260, tít. 100, de los estatutos<br />

reformados del Hogar Cosynopolita.»<br />

Unas calabazas tan secas, cuando ni siquiera había tenido tiempo la<br />

pobre novia para quitarse el polvo del camino, como se decía cuando los<br />

caminos empolvaban, era lo que se llamaba un escopetazo, un tiro de<br />

trabuco naranjero y á boca de jarro.<br />

Norma se miró á sí misma, miró alternativamente al mensajero del<br />

desaire, á Venancio y á Safo, y entregando á esta última el billete, le dijo:

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