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hoy y mañana - DSpace CEU

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los almacenos que vendían los géneros mejores y más baratos, satisfecho<br />

y contento del negocio que le había cabido en suerte con ser el mentor<br />

de gente tan ignorante y tan extranjera en la corte. El único temor que<br />

le asaltaba era el de que pareciese demasiado pronto el hijo de aquella<br />

señora y cesara ésta de necesitar sus servicios.<br />

Pero como estaba en su mano el alejar este momento tomando el<br />

camino más largo para ir á casa de los banqueros de Venancio, así lo<br />

hizo; y con lo que él puso de su parte rodeando, y doña Ruperta de la<br />

suya distrayéndose del objeto de su caminata con la vista de los escaparates,<br />

tardaron mucho en llegar al domicilio mercantil de los señores<br />

Agarra, Estruja y Compañía; el cual no estaba cerrado, como creía el<br />

práctico, que en este punto, andaba algo atrasado de noticias, sino que<br />

tenía todas sus dependencias en activo ejercicio á la media noche, como<br />

si fueran las tres de la tarde.<br />

Ensánchesele á doña Ruperta el pecho por la misma razón que al<br />

práctico se le oprimía el estómago, y sin que pudieran detenerla penetró<br />

en la casa, preguntando á voces por el principal de ella.<br />

Contestáronla desde adentro y á través de una doble verja de hierro<br />

como la que <strong>hoy</strong> sirve para guardar los animales dañinos en las casas de<br />

ñeras que el principal no se hallaba en el escritorio, pero que dijera lo<br />

que quería y se pondría en conocimiento del gerente de guardia; y la<br />

pobre señora replicó, con una candidez digna de los tiempos primitivos<br />

del mundo, que deseaba saber dónde estaba su hijo Venancio.<br />

Y antes de que el dependiente de la casa-banca contestara, con mal<br />

humor y peores modos, que aquella oficina no era parador de extraviados<br />

ni agencia de hallazgos y pérdidas, establecimientos que abundan<br />

y prestan grandes servicios en la corte, el práctico se apresuró á decir:<br />

—El hijo de esta señora tiene sus fondos en esta casa, y deseamos<br />

saber si ha pedido crédito sobre alguna provincia de España ó del extranjero.<br />

—No podemos decirlo, aunque lo sepamos, sin una orden del interesado.<br />

—Es que yo soy su madre—repuso doña Ruperta—y yo quisiera saber<br />

dónde está mi hijo.<br />

—Pues averiguadlo en otra parte, que oficinas hay de sobra donde<br />

estarán deseando decíroslo. Este no es establecimiento de policía ni empresa<br />

de buscones.<br />

—¡Pero si el hijo de esta señora no se ha perdido como pensáis—repuso<br />

el práctico, —sino que sabemos que ha salido de Madrid y su madre<br />

quiere averiguar en qué punto se halla!<br />

—Extraño mucho—dijo el dependiente de la casa de comercio—que<br />

a.

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