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hoy y mañana - DSpace CEU

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dándole, como se hacía antiguamente, una docena de permisos para visitar<br />

el Museo de pintura, el de Historia natural, la Casa de fieras, la<br />

Armería, etc., sino que es preciso que determine el ramo predilecto de<br />

sus investigaciones ó de su curiosidad, y aun así cuesta trabajo indicarle<br />

lo más notable de su especialidad.<br />

Por eso el práctico pasó de largo por delante de los primeros cafés de<br />

la corte, no se detuvo en los grandes almacenes de novedades ni en ninguno<br />

de los varios establecimientos públicos que halló al paso, y condujo<br />

á sus forasteros, sin vacilar, á la casa de las infusiones aromáticas, para<br />

que doña Ruperta pudiera tomar la taza de salvia que no la habían podido<br />

servir en el hotel.<br />

Si en vez de tener tan modesto apetito hubiera deseado regalar su<br />

estómago con una cena ó refrigerarse con una bebida de placer, habría<br />

entrado en establecimientos de mucho más lujo que el de las aguas cocidas;<br />

pero de todos modos preciso es confesar que este es en su clase una<br />

obra maestra.<br />

Tú mismo, lector, tú mismo, que has visto á la substancia de arroz y<br />

al cocimiento de zarzaparrilla perder la vergüenza y salir á la calle para<br />

vender públicamente sus virtudes en un tenducho de la Puerta del Sol,<br />

te asombrarías si vieras el establecimiento en que acaba de entrar la<br />

madre del hidalgo extremeño. Figúrate lo que le pasará á esa buena señora<br />

acostumbrada como está áque la flor de tila y la manzanilla no se<br />

dejen cocer fuera del hogar doméstico ni suelten sus aromas más allá del<br />

santo albergue de la familia. Ella, que por sí propia desecaba las flores<br />

de las malvas que crecían en su huerto y guardaba en vasija de barro<br />

vidriada las hojas de salvia que hacía coger en el monte en época determinada<br />

del año y en hora á propósito para que la planta no perdiera sus<br />

virtudes medicinales, ¡cómo había de imaginar que en un establecimiento<br />

público y por manos mercenarias se prepararan y sirvieran las aguas<br />

cocidas y las infusiones aromáticas, que ella creía ser el verdadero elixir<br />

y la triaca magna de la medicina casera!<br />

Pero ni el práctico les dijo á los lugareños lo que se vendía en aquel<br />

establecimiento, ni aunque se lo hubiese dicho habrían sabido recordar<br />

la modesta taza de flor de saúco á la vista de aquella grandeza verdaderamente<br />

deslumbradora.<br />

Maquinalmente entraron por una de las veinticinco puertas exteriores<br />

en un gran vestíbulo circular, formado por cincuenta columnas salomónicas<br />

todas de cristal, y que iluminadas por la chispa eléctrica que encerraban<br />

en su seno semejaban montañas de diamantes arrancados del<br />

Brasil. Las plantas que enredaban sus hojas y sus flores en aquellos olmos<br />

de vidrio les parecieron nada menos que esmeraldas, zafiros y granates,

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